Por Carlos Chavarría
Qué bueno que las elecciones en México continúan siendo organizadas bajo un sistema de partidos, porque al menos eso distingue a los candidatos. Sí, porque cuando se ponen a hablar de sus ofertas electorales no hay diferencia alguna, excepto quién es el que pretende regalar más cosas a cada grupo social (votantes).
Es demagógico ofrecer lo que no podrán cumplir, primero porque la actual administración ya se acabó los guardaditos que se habían logrado reservar para diferentes fines y, segundo, la economía ya llegó a su pico de exacción de m{as recursos, habida cuenta de que todavía su sector informal representa el 60% de todas las transacciones. Ningún candidato habla de cómo van a hacerle para que el país crezca y se puedan acumular nuevos excedentes.
En la actualidad ya la economía mexicana vive del ahorro de otros países, que están invirtiendo en el nuestro en razón de lo aprendido con la economía de pandemia y el riesgo por desdoblar demasiado las cadenas de suministro. También ya se están usando las remesas de todos los buenos mexicanos que las envían desde el exterior para completar el gasto de sus familias, aunque aquí el gobierno las festeja como si fueran producidas por el gobierno.
El bono petrolero ya se agotó en una empresa que ahora ahoga las finanzas del país y su enorme deuda gravita sobre todos nosotros. La recaudación sobre los causantes cautivos no da para más y la deuda del gobierno tampoco puede crecer más.
La cuenta corriente no puede continuar financiándose a través de la atracción de dólares por medio de tasas de interés que asfixian a la economía doméstica, además de las presiones inflacionarias no ceden.
Por qué razón ningún candidato habla de que estamos sumidos en una gobernanza que ya no puede resolver los principales problemas que padecemos: inseguridad y corrupción, educación de baja calidad, salud, empleo de bajo valor agregado, etcétera.
En un momento cuando más necesita intensificar la acción ciudadana, se continúan inventando más formas para acrecentar el poder del estado y su presidencialismo, negando las evidencias históricas que demuestran la incapacidad del gobierno para administrar la complejidad del país.
Falta escaso mes y medio para las elecciones y todo es frivolidad y banalización de nuestros problemas, y todo se reduce a más polarización e insultos, demostrándose con ello el enanismo de los candidatos frente a la magnitud de los problemas y retos que están ya encima de nosotros.