Por Francisco Tijerina Elguezabal
“El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que el predijo.” // Winston Churchill
Pasa el tiempo, avanza la ciencia, las tecnologías, nos invade la Inteligencia Artificial, contamos con las más modernas herramientas, y sin embargo los políticos siguen aferrados a ser votados por la sola herramienta de la imagen, de la foto manipulada hasta el cansancio, de la sonrisa fingida, del slogan y el jingle, pero no por las ideas y las propuestas.
Repiten como merolicos nuestros problemas comunes, los que todos padecemos, los que aparecen en sus encuestas como nuestras principales preocupaciones y nos aseguran con pasmosa seguridad que ellos sí pueden resolverlo, que tienen la varita mágica para arreglar las cosas, que ellos sí tienen la solución.
Habrá que aceptar que nuestras campañas son de “endulzar oídos”, de lanzar promesas vanas al viento, de decir sin convicción lo que el público quiere escuchar y de sonreír, siempre sonreír, repartiendo abrazos y besos, comiendo todo lo que te invitan, bailando con quien te lo pida y repartiendo besos a niños y abuelitas.
Y entonces dices, bueno, en los debates podremos conocer cómo diantres es que los candidatos podrán resolver los problemas, pero no, ahí tampoco, porque esos eventos se convierten en una arena de aquellas luchas en lodo que escenifican mujeres a finales del siglo pasado y que eran las delicias de muchos.
Te tiro, me tiras, me defiendo, te defiendes, te acuso, me acusas y el asunto termina siendo ver quién es mejor ladrón, menos peor, menos corrupto.
Sí, votamos con la emoción y no con la razón y de ello no debemos culpar a los candidatos, sus equipos o los partidos, sino a nosotros mismos, porque es claro que nos hace falta cultura cívica y un mucho de una actitud analítica ante los problemas que vivimos.
“Voy a acabar con la inseguridad”, “pavimentaré más que nadie”, “construiré un túnel”, “pondré más policías”, “les daré seis meses de licencia a las mujeres por alumbramiento”, ¿y todo eso con qué se come? ¿de dónde saldrán los recursos? ¿cómo es que podrán cumplir sus promesas?
Me sorprende e inquieta el que no despierte la conciencia colectiva, pero entiendo que la gente está más preocupada por salir delante de sus problemas y que es normal que se evadan de ellos pensando en cuestiones superfluas como el futbol o los espectáculos, los chismes y lo trivial; por eso los “memes” son tan efectivos.
No dudo que entre los políticos que hoy se disputan todos los cargos de elección popular existan mentes brillantes que le “intelijan” a los temas públicos, pero tampoco los puedo culpar por adaptarse al estilo y formas de nuestras campañas que no permiten la sana discusión de las ideas y que privilegian lo fatuo, aunque sea inservible.