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Por José Francisco Villarreal

Hace un par de días, casualmente vi un video de doña Bertha X Gálvez. Cuando critiqué uno de sus dislates más sonados, aquello de los “güeyes sin casa”, hablaba del contexto en el discurso, un elemento muy útil para conectarse con el público. En el video que comento, la candidata del frente cardiaco/cardiópata cambia la estrategia, y podría ser un buen cambio. Una toma fija, cerrada, y un discurso continuo en el que al parecer no tenía “promter”. La señora hace un discurso íntimo, cercano, lastimero, suplicante. No hay tanto ataques sino una defensa ante quienes le atacan por su obesidad, por sus dientes, por sus huipiles. Es una charla en corto, muy personal, que atrapa porque sin aspavientos ni bravatas, habla con el individuo no con la multitud, aunque pluralice. Ese es el tono realmente popular, que sí admitiría pero no necesita palabrotas ni ridículos gags. Luego, en campaña por Morelos, doña Bertha X preguntó “¿Quién de aquí está chimuelo?”. El término suena gracioso, pero surge de una realidad social, sobre todo de los adultos mayores: la atención a problemas de visión, audición y pérdida de dientes. Los servicios de salud pública no atienden eficientemente este tipo de problemas que deterioran todavía más la calidad de vida de los adultos mayores. Yo mismo he tenido un par de intervenciones en los ojos, pero no de la seguridad social sino cortesía de buenos amigos, de no ser por ellos estaría medio ciego. Todavía conservo la audición y suficientes piezas dentales, pero cuando empiecen los problemas, no sé si el IMSS se hará cargo de corregirlos. En esto, doña Bertha X tiene razón, hay carencias, viejos rezagos.

No culpo a este régimen, y aunque está de moda el cinismo opositor de no querer culpar a pasados regímenes de las muchas crisis que causaron, yo sí los culpo de haber arraigado en el sistema de seguridad social la norma de no invertir en los viejos, o hacerlo lo menos posible. Es una regla del neoliberalismo: no invertir en lo que ya no es productivo. Comentaba yo hace años con un médico del IMSS lo sospechoso de que en invierno e inicios de primavera, escaseaban los medicamentos comunes para enfermedades crónicas como diabetes e hipertensión. Y las enfermedades crónicas son normales en los viejos, así que nos debilita la falta de control frente a las enfermedades oportunistas de temporada. Esto hace que el viejo refrán de “enero y febrero, desviejadero”, parezca más un objetivo criminal que un simple refrán, una condena más que una muestra de la sabiduría popular. Aquel médico no tuvo argumentos para contradecirme.

En Morelos, doña Bertha X hace una promesa, acercándose a la incertidumbre verdadera de un grupo fundamental de la sociedad. Bien jugado. Sería una buena propuesta si fuera al menos verosímil. Prometer no empobrece al erario, y enunciar esos apoyos es inútil si no están sustentados con un proyecto amplio y sólido sobre la salud en general. Lo sabe ella que ha manejado presupuestos oficiales; y lo sabemos nosotros, sobre todo los viejos, y mucho mejor porque ya padecimos infinidad de veces el “viejo truco” de las “promesas” de campaña. Pero todavía hay más que eso, y que hace poco creíbles esta y todas las propuestas que haga la candidata del frente cardiaco. El “séntido” mensaje de la señora, que creo que grabó y/o emitió desde Chihuahua, es una súplica a los electores, y es el más verdadero de sus mensajes. La campaña del frente opositor se está deslindando cada vez más de su candidata a la presidencia y se lanza con más fuerza contra el prestigio del presidente López, la candidata Sheinbaum, y todo aquello que pueda abonar a su candidatura. Doña Bertha está prácticamente sola, desahuciada por su propio equipo, por sus propios promotores que se han enfocado en seguir otra ruta más radical y, por lo tanto, menos democrática: reventar el proceso electoral. Desde gayola, el infame “ideólogo” de la derecha mexicana, Héctor Aguilar Camín, ha sido claro clamando desesperadamente por un mesías, que no debe ser hijo de Dios sino una lumbrera de la abogacía, un héroe de la élite capaz de anular las elecciones. Es algo así como llevar al extremo su tóxico amor por la democracia con un “mía o de nadie”.

Para poder obrar este milagro fascista, es necesario reforzar bien las filas con excelentes abogados sin principios, y además blindar desde afuera las instituciones que puedan favorecer esa causa. Entre otras, por supuesto, el Poder Judicial, que hasta la fecha ha sido un comedido reducto de la derecha nacional, versión prianperredista, y de la ultraderecha internacional. Sin olvidar los rescoldos estratégicos del “maximato” de Lorenzo Córdova que aún hieden en el INE. Así se explica que sobre las campañas electorales de la oposición, se impongan narrativas laterales no a favor de Bertha X sino en contra de Claudia S y don Andrés. El conflicto del Poder Judicial con los otros poderes se agudizó con una evidente intromisión en el proceso electoral. Admitir una denuncia anónima y sin pruebas contra un magistrado en retiro y expresidente de la SCJN no sólo es insólito y un galimatías jurídico, también es la renuncia expresa a la imparcialidad de un órgano impartidor de la Justicia, o más bien, la confirmación de lo obvio: el sesgo opositor en ese poder. Agreguemos a esta estrategia que desde la oposición partidista se amenaza con juicio político al ministro en retiro Saldívar por el hecho de defenderse de la Corte. Sumemos que Claudio X, Pater Putatibus político de Bertha X, convoca a una nueva marcha “rosa”. Insiste en seguir con la misma, sobada e inútil estrategia de los intocables: el INE, Lorenzo, el Poder Judicial, la democracia, la libertad… Lo que sea, pero que no se toque. En general: limpiarle la mesa a tribunales parciales.

Las campañas electorales de la oposición siguen siendo ajenas a un proyecto de país. Asumen ellos, y lo entienden los electores, que se trata de volver al redil del neoliberalismo, retomar la ruta que se truncó con Enrique Peña Nieto. Si esta oposición insensata hubiera hecho una propuesta real, adecuada a estos tiempos y a estas circunstancias, hubiera tenido mejores argumentos para hacer campañas electorales, y no depender de trampas, de alianzas perversas con poderes reales como el Judicial o peligrosos poderes fácticos; no depender de campañas de odio, descrédito y en general de guerra sucia, muy sucia. La oposición desistió, por ignorancia o incompetencia, hacer campañas electorales y ahora limitan a reflejar en un espejo distorsionado las propuestas de los morenistas y los aciertos del régimen. Como sucedió en los medicamentos genéricos: lo mismo, pero más barato… en ideas. En tanto luchan desesperadamente por ganar desde arriba y no desde abajo, dejan a la deriva la candidatura de su estrella, doña Bertha X. Una pieza sacrificable en este ajedrez económico internacional. Esperarán, supongo, que Estados Unidos intervenga más directamente e imponga a México sanciones semejantes a las que ha impuesto a Venezuela, en una intervención abierta en un proceso electoral. Tal vez el régimen de Maduro merezca una enérgica reconvención, pero para hacerlo no sólo se debe tener la razón, también una alta calidad social y política para hacerlo.

Al final, considerando la situación social y económica del país, evaluando con pulcritud los muy electoralmente oportunos brotes de inseguridad, y estimando el grado de politización del electorado mexicano, quién sabe si al verdadero motor de la política neoliberal, que son los grandes capitales del país y del mundo, le convenga que se anulen las elecciones y se rompa la continuidad del régimen de la 4T. Después de todo sólo se les ha exigido asumir sus responsabilidades y pagar sus impuestos. Han pagado mucho en este régimen, pero han ganado más. Y otra cosa: también habría que tantear el agua a los elotes populares, porque quién sabe cómo se reaccionaría ante este golpe a la democracia que cocina la oposición. “Mía o de nadie” no, ¡de todos! La democracia es poliamorosa.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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