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El año en que vivimos en peligro

Por José Francisco Villarreal

El conflicto causado por el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, debería ser una prioridad informativa en México, no sea que alguien lo entienda mal o le crea a Lilly Téllez. Hace poco vi un videoclip donde un joven “rapea” muy agresivamente contra el gobierno ecuatoriano, pero hay momentos en los que parece que habla de un enfrentamiento en general, contra todo Ecuador. En el video hay alusiones a la “bravura” de los mexicanos y a su capacidad para combatir a cualquier país agresor. Ilustra eso con tres países: España, Francia y Estados Unidos. Muy superficial su historia patriótica. El de España fue un caso de divorcio necesario, pero con un costo altísimo para los novohispanos que luego fueron mexicanos: años de guerra, muertos, debacle económica, crisis social generalizada. Con Francia no nos fue mejor. La victoria de Ignacio Zaragoza es un hecho destacado, pero aislado. No se detuvo la invasión y el segundo sitio de Puebla no fue tan afortunado. Francia abandonó a Maximiliano porque Napoleón Tercero tenía problemas más graves en Europa. El bloque conservador de aquel entonces no pudo sostener su dizque imperio. Con Estados Unidos estuvo peor. Acabamos con un país mutilado en el siglo XIX, un presidente asesinado en el siglo XX, y con una presencia nociva de sus gobiernos interviniendo abierta o veladamente en nuestros asuntos. Los mexicanos podremos ser valientes, sobre todo entre nosotros, pero no somos un país agresivo; siempre hemos tenido que responder al “bullying” internacional buscando evitar conflictos. Supongo que por eso la diplomacia mexicana es tan respetada en el mundo, y nuestros gobiernos “sumisos” tan estimados por las potencias extranjeras.

Si ese “rap” estimula nuestro heroísmo, habría que recordar que nuestros héroes están muertos, y que no pocos murieron violentamente ultimados por otros mexicanos. La “sangre guerrera” azteca ya está muy diluida, y no sólo los aztecas fueron guerreros excepcionales; ahí estuvieron los popolcas, los tlaxcaltecas, los tarascos, los tlapanecas, los mixtecos, los genéricos chichimecas… Estos ancestros fueron desintegrados o reducidos por el mestizaje. Así, como mestizos, somos hermanos de la mayoría de los países americanos, entre ellos Ecuador que, en caso de una agresión violenta a su soberanía, tampoco son mancos. Si bien el mentado “rap” menciona especialmente al gobierno ecuatoriano de Noboa, abusa de la bravata hacia el país que sólo puede entenderse como un reto a todos los ecuatorianos. Si el joven que creó este “rap” intentaba defender a México contra una injusticia, debió ser más cuidadoso con las palabras. Después de todo el “rap” es más un discurso emotivo medio rimado que propiamente música.

Mientras en foros, cortes y organizaciones internacionales, se dirime el caso de la invasión a la embajada mexicana en Quito, Ecuador no la está pasando muy bien. Entre otras plagas, tienen ya tiempo de soportar una serie de apagones programados que el gobierno de Noboa prometió cancelar. Como en otros casos, no cumplió su promesa, sólo mandó a su secretario de Comunicación a asegurar que los apagones fueron sabotaje contra su gobierno. Dijo que abrieron las compuertas de la presa que suministra el agua en una hidroeléctrica y la vaciaron en 12 horas. De inmediato, los grandes medios, políticos, empresarios y comentócratas avalaron esa explicación. Pero más tardó en asegurarlo, cuando medios alternativos ecuatorianos incendiaron las redes. Resulta que la presa no tiene compuertas, que para vaciarla por las únicas vías posibles se necesita al menos un par de semanas, y que dadas las interconexiones hidrológicas, el agua debió ir a otras presas conectadas, pero no fue así: millones de metros cúbicos de agua ¡desaparecieron! Aquellos medios, personajes, opinólogos, potentados, que respaldaron la teoría del “sabotaje”, dieron vuelta a la página diciendo que eso no importaba, lo importante era el referéndum del 21 de abril. Pese a la mentira expuesta, Noboa decretó otro estado de excepción para prevenir más “sabotajes”, y eso le libera recursos públicos y le permite movilizar militares y policías, esto en un plazo que incluye el día del referéndum. Esa consulta no nos incumbe, es un asunto de los ecuatorianos, aunque llama la atención la cuarta pregunta: “¿Está usted de acuerdo que el Estado ecuatoriano reconozca el arbitraje internacional como método para solucionar controversias en materia de inversión, contractuales o comerciales?” En pocas palabras, cede la facultad de Ecuador en materia jurídica a “árbitros” que al final serían nombrados por las propias empresas extranjeras. Esto me hace entender por qué a Noboa le importó tan poco la soberanía mexicana en la embajada; se ve que tampoco le importa la soberanía de Ecuador. Ojalá y sea más patriota con su país de origen: Estados Unidos.

El presunto “sabotaje”, magnificado por los medios y respaldado por políticos y empresarios afines a Noboa, fue una cuenta más del rosario de información falsa que se ha difundido en Ecuador para favorecer al joven presidente, minar a sus opositores y manipular a los ciudadanos. El flujo intenso de información falsa o tendenciosa replicada por “bots” no ha faltado. Tampoco la estridencia mediática parcializada sobre hechos violentos. El asalto a la embajada fue parte de lo mismo. El expresidente Jorge Glas está ahora preso en un reclusorio de máxima seguridad por una presunción de delitos en ¡la construcción de un parque! Sólo él, ningún otro responsable de permisos, peritajes, y demás procesos necesarios para esa obra. Además, ya se apunta hacia el ex presidente Rafael Correa, asilado político en Bélgica, como responsable por sabotaje y traición a la patria. Vemos aquí una constante que se repite a lo largo de Latinoamérica contra corrientes progresistas y/o izquierdistas: la colusión de medios de comunicación, “bots”, comentócratas, empresarios, sistemas judiciales, para apuntalar o derrocar a un régimen. Y como factor común, la difusión de narrativas falsas, tan evidentemente falsas, que se necesita ser de veras tonto para creerlas. No sé cómo les funcione esta estrategia en Ecuador, funcionó bien en Argentina, pero en México no ha funcionado porque los medios convencionales han perdido credibilidad, los medios alternos y el periodismo independiente han ganado fuerza, e internet ha abierto muchas posibilidades para conseguir la información que no fluye desde las instancias oficiales y políticas, y para confirmar o descartar la que se emite. Imprudentemente, esa imposición de narrativas se trasladó a las campañas electorales. He notado que muchas de las elocuentes frases con las que se impulsan esas campañas, o son obviamente inverosímiles o no pasarían la criba de una mínima confirmación en internet. Esto definitivamente “calienta” al elector. Aquí sí que habría que ponerse las plumas de Caballero Águila y esgrimir el macuahuitl, aquella espada legendaria que podía partir en dos a los “masiosares” y nativos que comandaba Hernán Cortés.

En Ecuador y en México vemos también la constante de narrativas que no se demuestran, o que se demuestra que son falsas, y que aun así se siguen utilizando como armas políticas. Los medios las reiteran, los políticos y algunos grupos empresariales las impulsan, los comentócratas dislocan los principios de la Lógica para imponerlas. La diferencia entre Ecuador y México es que allá se trata de continuar un régimen y aquí de evitar que continúe. Lo que nos identifica con Ecuador es que allá y aquí, en esas dinámicas, en esas estrategias, en esas mentiras, el objetivo real es desmantelar la democracia, es decir, aplastar la voluntad popular. Por eso es tan importante que en México, medios, columnistas, políticos o adefesios de legisladores, no se arroguen la tarea de explicar la difícil situación que viven los ecuatorianos. Nuestro proceso electoral tampoco es fácil, por las mismas agresiones que sufre Ecuador. También está en riesgo nuestra soberanía, y sin ella, no habrá más país. México sería sólo un membrete no una identidad; no tendríamos gobernantes sino testaferros. No hay ni qué describir la manera tan frívola como la candidata Bertha X se refirió a la soberanía nacional, ni interpretar los sucesos en la convención de banqueros en Acapulco, Guerrero. Hay fisuras en la unidad de los grandes capitalistas internacionales: o son pragmáticos, o son fanáticos. Es fácil adivinar el resultado de un eventual triunfo de la oposición cardiaca. No sería un regreso a un país mítico, sino más atrás; no un regreso sino un retroceso. Tan catastrófico como sería también el eventual triunfo de la 4T, porque sería la derrota de un grupo de partidos, también de los cacicazgos internos de éstos, además de medios de comunicación, comunicadores, columnistas, líderes de opinión, organizaciones civiles, grupos empresariales… Nadie nos garantiza que los políticos que “asiló” el morenismo en sus filas no sigan siendo lo mismo que fueron en sus partidos de origen… pero por lo menos no sería una derrota de la democracia.

El 2024 es un año peligroso. No es el momento de malbaratar heroísmo contra un país que no nos ha agredido. La violencia que vivimos ya en este proceso electoral bajará de intensidad cuando pierdan poder quienes dictan la agenda de la delincuencia organizada. No hay que olvidar también que sigue vigente la dictadura legal del Poder Judicial, tratando de anular a los otros dos poderes del estado… Y por supuesto, la eterna amenaza de una intervención militar de Estados Unidos, esta vez con el pretexto del fentanilo. Tranquilos. Los ecuatorianos no son los “masiosares”. Nosotros, como Ecuador, tampoco estamos sobre un lecho de rosas.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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