Por Félix Cortés Camarillo
Toques eléctricos, de esos de cantina, para Samuelito. Desde hace varios meses, el malabarista de las mentiras en Nuevo León, el gobernador supuestamente emecista Samuel García, ha pretendido embaucar a sus paisanos -y si se dejan a los demás mexicanos- con sus mensajes de Instagram en los que repetidamente presume haber conseguido que ese místico y mítico personaje que vino de Sudáfrica a conquistar Occidente como siempre se ha hecho, a base de billetes y audacia, Elon Musk, catapultará el noreste de México y Nuevo León especialmente, como la capital del nuevo progreso.
Para ello, nos dijo el joven internauta, Tesla va a construir la mayor de sus fábricas de automóviles eléctricos en García, uno de los municipios conurbados (yo les llamo apelmazados) que hacen el gran Monterrey. El futuro era glorioso. Para empezar, quince mil millones de dólares de inversión directa. Como las matemáticas son de las muchas cosas que el gobernador ignora, habló de quince billones. Cinco mil empleos dignamente recompensados, por su alta calificación, además de los que iban a generar las empresas proveedoras de la fábrica grandota con piezas y aditamentos.
Escribí iban.
Desde aquellas declaraciones mayestáticas, las cosas han ido cambiando gradualmente. Comenzó Musk a bajar la cifra de la inversión dolaresca a cinco mil, que de todos modos es bastante lana. Luego le fue dando largas al asunto, mientras Samuelito el mentoriso seguía insistiendo en el diluvio -de dólares- que viene. Hace mucho que no escuchamos declaraciones sobre el asunto. De parte del gobernador.
De parte de Tesla sí.
Al señor Musk, que entre otras cosas pretende ser el primer agente del turismo espacial, se le apareció en el terreno de los autos eléctricos, el dragón chino. Tres grandes empresas chinas fabricantes de esos carros están entrando con agresiva mercadotecnia y nada escasa calidad de sus productos y precios accesibles a los tres grandes mercados del mundo: el de Asia, el de Europa y el americano. Por lo pronto, al sur de los Estados Unidos, digamos México.
Con un pequeño detalle adicional, que son los dineros.
En el primer trimestre de este año, Tesla vio reducidas sus ganancias netas en un 55% con relación al primer trimestre del 23. Antes de que este informe se hiciera público, Musk ya había anunciado, el viernes pasado, que está despidiendo al diez por ciento de su plantilla mundial de trabajadores, esto es catorce mil seres humanos. Solamente en Texas -su principal fábrica está en Austin- y en California, los desempleados suman más de seis mil. Además de los corridos de Buffalo, Nueva York.
No son buenas noticias para nadie. Especialmente son una especie de toques eléctricos, como los que daban en mi juventud en las cantinas, para el gobernador farsante. ¿En dónde está la megafábrica y el protagonismo mundial de su gobernanza? Precisamente ahí donde quedaron las ilusiones de ser candidato a la presidencia de México.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas: El que debiera ser el oficio más digno del mundo, la política, está demostrando ser el más sucio, depauperado y desprestigiado en nuestro tiempo. En lugar de plantear a los futuros gobernados soluciones a sus problemas, los políticos se dedican a insultarse unos a otros, con pruebas o sin ellas, de asuntos tan triviales como el chicle en la mano o el encuentro con unos sospechosos actores disfrazados de encapuchados en Chiapas. ¿Quién les va a creer?
Pero la paparruchada del comandante en jefe de los ejércitos de la propaganda radiodifusora de Lopitos, el señor Jenaro Villamil, portando una camiseta con la imagen de la Santa Muerte -muy conocida del hampa- con un dedo sobre los labios y la genial frase de «un verdadero hombre no habla mal de López Obrador» se llevó el mes.Y parecería lo peor que podía pasar, pero no. El mismo presidente López defendió el gesto como una prueba de la libertad religiosa que existe en México y una ratificación de las leyes de Reforma. Por cierto, las camisetas se venden por el Zócalo a 400 lanas por si tiene interés; o por si es coleccionista de estupideces.
Pues eso. Por favor, no me consideren hombre verdadero.