Los gobiernos de México y Estados Unidos no sólo unen fuerzas para combatir el tráfico de armas, el trasiego de drogas o la migración irregular; una de las mayores preocupaciones entre ambos países es enfrentar la pesca ilegal del huachinango, una especie de camarón que abunda en el Golfo de México; publica MILENIO.
De acuerdo con datos del gobierno estadunidense, entre 2021 y 2022 se han asegurado más de 42 mil libras, casi dos toneladas, de pesca ilegal en aguas de Corpus Christi, Texas, que se ha vuelto una zona neurálgica para el tráfico de este producto marítimo.
La Guardia Costera de Estados Unidos (USCG, por sus siglas en inglés) y la Secretaría de Marina Armada de México (Semar), son las encargadas de coordinar los esfuerzos binacionales.
“Los pescadores mexicanos cruzan la frontera marítima entre ambos países y vienen a la región frente a las costas de Texas a pescar el huachinango y lo cruzan de regreso a nuestro país para poderlo comercializar”, explicó a MILENIO la inspectora federal de Pesca de la Semar, Ana Ruth González.
“Escenarios como puede ser el tráfico de drogas, el tráfico de personas y otros tipos de delitos que impacten en la seguridad de las dos naciones”.
Ante el repunte en la pesca ilegal, el 23 y 24 de abril la ciudad de Corpus Christi, Texas, fue por primera vez sede de un entrenamiento bilateral en materia de seguridad marítima, como parte de la Iniciativa de Seguridad y Protección Marítima para América del Norte (NAMSI por sus siglas en inglés).
La Guardia Costera estadunidense y la Secretaría de Marina mexicana realizaron una serie de ejercicios en aguas del Golfo de México, donde plantearon diversos escenarios de interdicciones de embarcaciones que realizaban actividades ilegales, comunicaciones marítimas y formaciones para el aseguramiento y detención de delincuentes.
“Es fundamentalmente para asegurarnos que tenemos buena comunicación e interoperabilidad con todas nuestras contrapartes que operan en América que trabajan para hacer nuestras aguas más seguras y a salvo”, explicó en entrevista con MILENIO el comandante del sector Corpus Christi de la USCG, Jason Gunning.
De acuerdo con lo explicado por la Guardia Costera a MILENIO, entre 2019 y 2020, comenzó un repunte en la pesca ilegal, probablemente por la pandemia de covid-19.
Para el año fiscal de 2021, 78 lanchas fueron interceptadas, con un total de 208 pescadores a bordo y 15 mil 484 libras de pesca. En 2021 fueron 87 lanchas, 373 pescadores y 15 mil 809 libras de pesca. Para 2023 fueron 53 lanchas, 206 pescadores y 6 mil 714 libras de pesca, y en los primeros 4 meses de 2024 se han interceptado 17 lanchas, se detuvo a 73 pescadores y se aseguraron 4 mil 500 libras de pesca.
Durante el primer día de los ejercicios, las embarcaciones de ambos países simularon la interdicción de una lancha que había sido identificada por realizar actividades ilícitas, y al otro día se practicó una “formación diamante” con la que buques estadunidenses y los buques Independencia y Uxmal de la Semar podrían acorralar una embarcación infractora.
“Hacemos coordinaciones en caso de que Estados Unidos detecte una amenaza o una embarcación que esté realizando actividades ilícitas y está más cerca o estamos más cerca unidades de superficie de la Semar, nosotros podemos dirigirnos a la posición de la embarcación que está cometiendo esos actos ilícitos y poder detenerlos”, detalló la comandante de la patrulla costera Uxmal, la teniente Laura Elena Pérez.
Otro aspecto del entrenamiento de relevancia para ambas autoridades es cómo comunicarse en mar abierto. Cuando las comunicaciones por voz no funcionan, es importante establecer códigos visuales para evitar que un posible infractor pudiera escapar.
“Para afinar esos códigos de comunicación tanto vía VHF, banda marina, vía luces, vía señales visuales, que nosotros, al momento de detectar una embarcación que está infringiendo la ley ya sea en Estados Unidos o México, podamos realizar esa comunicación con las unidades de Estados Unidos y poder interoperar para lograr la detención del mismo”, explicó el capitán de fragata Nelson Álvarez, comandante del buque Independencia.
Los buques, aunque son grandes y con capacidades para largos viajes, no son tan rápidos ni hábiles para maniobrar una persecución en aguas abiertas, por lo que, como ocurre con el buque Independencia, un gigante de 86 metros de largo, se utilizan lanchas rápidas dentro de la unidad.
“A bordo tenemos la capacidad de llevar una interceptora, una lancha rápida, que nos sirve para aumentar la velocidad de detención”, concluyó Álvarez.
Imagen portada: Ariel Ojeda | MILENIO
