Por José Jaime Ruiz
Deshágase la ley en los weyes de mi compadre… Claudio X., o mi ley es la ley. El toro se creyó bravío, una estocada lo hundió en la arena. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces, quien simuló durante años ser un luchador empresarial y social en contra de la corrupción y la impunidad, el gerente de la oligarquía, Claudio X. González, resultó un opaco corruptor y promotor de la impunidad de su comadre, María Amparo Casar. A Claudio X. le pegaron donde más le duele, ahora sí podemos decir que, en sus compadrazgos y comadrazgos, lidera “Mexicanos a favor de la Corrupción y la Impunidad”.
“Al toro hay que darle leña desde que sale a la plaza”, escribe Rafael Guerra Guerrita en su Tauromaquia. En términos mañaneros: madrazo dado ni Dios lo quita, tampoco un desplegado de secuaces “abajofirmantes” de la revista nexos. Pues eso, para lengua larga, cola corta. La guerra sucia, socia de la derecha, se deshace con la competencia limpia de las evidencias, de las pruebas y todo comprueba que la comadre de Claudio X. es una corrupta y, al paso, los datos personales no están encima del interés público.
Los que promueven las shitstorms, las campañas negras, son aquellos que van perdiendo, quien va ganando no requiere de guerra sucia, aunque sí propina golpes bajos para destruir la reputación del adversario. Como no tienen evidencias ni pruebas, los promotores de la guerra sucia usan infundios, calumnias e inventan mentiras. La competencia limpia sólo requiere exhibirlos, como al cura lameculos y drogadicto, obispo de Chilpancingo, a la madre buscadora que no encontró un ser querido sino su querencia indigna al montaje o a María Amparo Casar, ladrona del erario de Pemex quien, de la mano de sus secuaces del PRIAN, fingió un accidente laboral de su esposo para ocultar su suicidio y cobrarle a los mexicanos lana que no le correspondía.
En su Go negative!, Jorge Castañeda expuso sobre el manual: “La primera, sin la cual lo demás resulta imposible, es el oppo research: la investigación…, es decir, la búsqueda de todas las debilidades, de todos los antecedentes; de toda la ‘cola’, diríamos en México, del adversario. Impuestos, amantes, escritos, gastos, propiedades, amistades, historia: saber todo, para poder utilizar lo más útil, dañino y certero”. Tiro por la culata: lo certero, por las pruebas exhibidas, es dañar a María Amparo Casar, ergo, a Claudio X. González, ergo, a sus secuaces, ergo, a Héctor Aguilar Camín, ergo, a Carlos Loret de Mola, ergo, a Xóchitl Gálvez… y no le paren de contar.
De lo que se trata es de destruir cualquier reputación del adversario. Convertir su fracaso en frustración, destrozarlo. Destruir, con evidencias, su rectitud: “El eje de la guerra no es sino el nombre y la rectitud. Obtén un buen nombre para ti y da uno malo al enemigo; proclama tu rectitud y revela la indignidad del enemigo. Luego tu ejército podrá marchar con gran impulso, sacudiendo el cielo y la tierra (Tou Bi Fun Tan, A Scholar’s Dilettante Remarks on War, siglo XVI d.C., citado en Las 33 estrategias de la guerra). La derecha se encuentra, por las evidencias y las encuestas en su contra, acorralada: madrazos dados ni Dios los quita.
