Las Águilas sufrieron ante los Tuzos, pero en el tiempo de compensación lograron un gol que los lleva a la antesala de la final
Vaya manera de sufrir, América es un sentimiento, un equipo que de la depresión pasa al éxtasis, cuando parecía desnortado y tirado en el piso, encontró un gol que le permitió empatar el partido a un gol y avanzar a las semifinales, le costó casi un infarto, pero se levantó de la sala de urgencias y mantiene el sueño de pelear por el bicampeonato; informó MILENIO.
Sí, América inició el partido con una actitud muy diferente a la que tuvo en el juego de ida, fue un equipo más propositivo que especulativo, se vio una escuadra más fiel a lo que había mostrado a lo largo del torneo, agresivo desde el arranque y sin permitir que los Tuzos se sintieran cómodos.
Eran unas Águilas más reconocibles, encontrando profundidad por las bandas y buscando una y otra vez acercarse con peligro al arco hidalguense, los de Coapa no tardaron en asomarse con peligro.
Henry remató un centro de Zendejas, pero el portero Moreno salió presto y evitó el gol americanista que hubiera sido un golpe casi letal. Pachuca no veía la pelota, ese equipo que en otras jornadas había hecho sufrir a las Águilas no lograba comparecer en el Azteca.
El regalo de Lichnovsky
Iba una y otra vez el América, pelota tras pelota sobre el arco de Moreno, el control era azulcrema y Pachuca no lograba tener la pelota, Malagón era un espectador más, porque si bien los azulcrema bajaron las pulsaciones, seguían dominando el partido.
Los Tuzos no habían exigido remotamente a Malagón, no tenían ni un remate a gol, no habían logrado elaborar ni una jugada de peligro, pero aun así se pusieron en ventaja.
Igor Lichnovsky falló en una salida, quiso salir jugando, pero comprometió y regaló la pelota, la cedió mal y un error así se penaliza, el chileno se la regaló, asistió a Idrissi y el neerlandés no perdonó, mandó la pelota al fondo. A la media hora de juego el propio América le abría la puerta de las semifinales a los Tuzos. La peor pesadilla americanista se volvía a hacer realidad.
Buscó América la igualada, pero lo hizo con más ansiedad que con buen futbol, el gol en contra fue un golpe que no esperaban, habían jugado para merecer algo más y fueron castigados por fuego amigo.
Milagro en el Azteca
El inicio del complemento no fue un equipo que se agitara, empezaba a ganar la ansiedad y Pachuca se hizo más fuerte en defensa. Jardine mandó a Richard (Dos Santos) y Quiñones (Dilrosun) en busca de una reacción.
América no era capaz de marcar, el equipo que no había perdido un partido este año en el Azteca estaba a punto de sucumbir… Jardine quemó todas las naves, jugó a la heroica, apostó a una pelota, a una sola vida, Pachuca a la resistencia, los Tuzos llevaron el partido hasta compensación, acariciaban el pase y frustraban al americanismo, pero al América no lo puedes dar por muerto, porque si de algo sabe es de gestas.
Un centro de Valdés fue rematado por Illian Hernández, un cabezazo que el portero Moreno desvió, pero la dejó muerta ahí en el área y ahí la llegó a empujar Julián Quiñones, la bala a la que apostó Jardine le salió, un empate que convirtió al Azteca en una locura, porque el sueño del bicampeonato se mantiene; reportó MILENIO.