Por José Jaime Ruiz
Comprensible que Alejandro Junco de la Vega y sus consejeros le dieran el triunfo a Adrián de la Garza Santos y no a Mariana Rodríguez Cantú en el reciente debate organizado por el periódico El Norte. Junco es un soldado orgánico de los candidatos del PRIAN y de Xóchitl Gálvez. Adrián es el candidato de Xóchitl, por tanto, es el candidato de Junco, aunque las propias encuestas del periódico de la calle Washington pongan encima a Mariana en la contienda por la alcaldía de Monterrey.
Desde que Junco de la Vega se convirtió en soldado orgánico de Claudio X./óchitl y Alejandro Alito Moreno, favorece las candidaturas de Francisco Paco Cienfuegos, Adrián y Luis Donaldo Colosio Riojas, quien es proclive a Xóchitl y nunca a Jorge Álvarez Máynez. En un escenario de izquierda, y no derecha, hubiera ganado el debate Mauricio Cantú; en un escenario normal, Mariana. Otro sesgo de El Norte, evidente, mayúsculo, al poner en primera fila al exgobernador Fernando Canales Clariond, también ex/furibundo agresor del PRI y distanciado en su sexenio de Junco de la Vega y hoy tan cuates… cosas veredes.
Adrián de la Garza se pretende un «Batman», pero su exoesqueleto, su coraza devino en carcaza, en cascarón cuando no pudo –no puede– explicar la corrupción en sus trienios en compadrazgo con esa avecilla trepadora (su «Robin») llamada Paco Cienfuegos: la empresa Next Energy debió proveer energía limpia al municipio y sólo enriqueció con billetes sucios los bolsillos de Adrián y Paco. Al paso: la cara de Adrián cuando Mauricio Cantú lo enfrentó, después de que quiso ningunearlo y Mauricio lo encaró con su genealogía política (Polo González Sáenz) lo mostró vulnerable, muy vulnerable. Adrián no soporta un cara a cara, se descompone. Su mayor vulnerabilidad después del debate, sin embargo, ya se sabe, es la corrupción.
Centrada y ecuánime a la candidata de Movimiento Ciudadano, empero, le faltan tablas. A Rodríguez Cantú, a diferencia de Adrián, nadie la puede acusar de corrupción. La política sirve para salirse de las trampas. Y Mariana debió prever que le echarían montón por las fallas reales o inventadas de su gobernador-esposo Samuel Alejandro García Sepúlveda y por la mediocridad real, y nunca inventada, de Luis Donaldo Colosio Riojas como alcalde de Monterrey. A Mariana le sobró seriedad y le faltó frescura, eso que tanto la caracteriza. Soportó un debate misógino, agresivo, en donde el moderador asignado, moderó nada.
Expectativa incumplida o debut y despedida, Mauricio Cantú de Morena iba ganando el debate, lo perdió cuando perdió la cabeza al atacar a Mariana y al pendejear a Adalberto Madero; los antiguos griegos recomendaban: que no corra tu lengua más allá de tu entendimiento. Finalmente, Adalberto Madero envejeció; su jovialidad y propuestas, truncas, Maderito nunca más “Madedito”. Y Patricio Zambrano en su reciclado papel, siendo y haciéndose “Pato”.