Por Félix Cortés Camarillo
En 1816, Lord William Pitt Amherst fue nombrado embajador extraordinario de la Gran Bretaña a la China de la dinastía Qing (tres siglos de mando), con la intención de mejorar las relaciones comerciales. Cuando llegó al puerto de Haihei, fue informado que el emperador Jiaging le recibiría solamente si se sometía al llamado Kowtow. La palabra significa “postración” y quiere decir arrodillarse nueve veces, hasta que la frente toque el suelo, ante sus mayores, superiores, y especialmente el emperador chino.
Nadie le dice eso a un Lord británico. Por eso don William nunca llegó a Beijing ni se acreditó como embajador.
Envolvió sus cosas, tomó la nave de regreso a su tierra, con tan mala suerte que en el camino naufragó en Indonesia. En el viaje de salvamento, ya en 1817, ganó fama porque pasó unos días en la isla Helena, donde Napoleón Bonaparte rumiaba su exilio en el Mediterráneo; tuvieron varias reuniones, durante las cuales Napoleón le habría soltado una frase que luego se hizo famosa y cuestionable: Laissons le Chine dormir, ca quand elle reveillera, le monde temblara. Dejemos dormir a China, porque cuando se despierte, el mundo va a temblar. Algunos oficiosos le anteponen un “China es un dragón dormido”.
De cualquier manera, no hay documento que pruebe la autenticidad de la frase y de su autor. Pero si hay muchos hechos que sustentan su realidad: China tiene buen rato despierta y al mundo le tiemblan las corvas. Especialmente a los Estados Unidos, y por contagio a México. La guerra comercial entre las dos mayores potencias del mundo involucra directamente a nuestro país. Especialmente ahora, en el año electoral de México y Estados Unidos.
Donald Trump, cuando tiene tiempo de hacer campaña entre comparecencia y comparecencia, ha prometido ponerle un arancel del 60% a todo producto hecho en China. El presidente Biden ya decretó el martes que los carros elécricos chinos que entren a su país pagarán un 100% de arancel. Ambas medidas gustan al votante gringo, y a sus empresarios.
Los carros chinos no han empezado a llegar a las autopistas del vecino. Van para allá. Las tres principales compañías de autos eléctricos en China no están de manos cruzadas. Ni ausentes en México. La BYD ya tiene carros circulando por nuestras calles, lo mismo que la GWM (Motores Gran Muralla, por sus siglas en inglés) o la JAC. Ya no digamos la inglesa, añeja (1930) y famosa Morris Garages (MG que you tuve un convertible), que tiene un rato de ser china.
La estrategia china es sencilla y nada tonta. Fabricar autos -eléctricos o no- en México, aunque cuesta más que en China, tiene el mayor mercado en los Estados Unidos. El tratado TELMEC tiene recovecos para exportar a los Estados Unidos sin el arancel del cien, automóviles armados en México con partes hechas en México, por empresas legalmente mexicanas. Aunque por debajo del agua eso esté en chino.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Al más viejo estilo de la URSS, Vladimir Putin ha emprendido su propia y radical “purga”, que es el término para mandar al carajo a los opositores en el gobierno. Entre finales de abril y anteayer metió al bote al viceministro de la Defensa, acusado de recibir sobornos por diez millones de euros; luego le siguió el Teniente General Kuznetsov jefe del anterior, que se embolsó un millón de euros mal habidos. Finalmente, el secretario de la defensa Sergei Shougr, fue destituído: se cayó para arriba, porque conserva un puesto de asesor. Hecho esto, luego de su reelección para cuaro años más, Putin se fue a China.
Todo esto junto indica que el fracaso de la invasión de Ucrania tiene muy molesto al Zar Putin con sus militares. Pero ellos también con él.