El proceso electoral llega a su recta final y las encuestas siguen en el ojo del huracán por sus resultados tan dispares.
Sólo en las preferencias para la Presidencia de México, la mayoría pronostica un triunfo holgado de la morenista Claudia Sheinbaum sobre la candidata opositora Xóchitl Gálvez, mientras que otras –las menos– avizoran un final muy cerrado, casi de fotografía; reporta MILENIO.
Y ya que “cada quien habla como le va en la encuesta”, los candidatos y sus bases presumen como buenas aquellas donde llevan ventaja en tanto que rechazan las que no les convienen. Excusas hay varias: que si están cuchareadas, que si son pagadas, que si son instrumentos de propaganda política, que si ya se han equivocado antes, que si no son confiables…
La realidad es que, independientemente del ruido que causa la discrepancia entre encuestas y su desatino en algunas elecciones, el promedio de todas sí arroja una fotografía muy precisa de la fuerza que tanto Morena y sus aliados como la alianza integrada por PAN, PRI y PRD han acumulado a lo largo del sexenio.
MILENIO recopiló un total de 267 estudios de opinión que 57 empresas levantaron durante 33 procesos electorales –la elección presidencial de hace seis años más las ordinarias para gubernaturas de 2018, 2021, 2022 y 2023–, y los comparó con la votación obtenida el día de los comicios.
Entonces las encuestas mostraban resultados tan heterogéneos como los de hoy, aunque en su conjunto apenas sobreestimaron la intención de voto hacia Morena en 0.5 puntos porcentuales, en tanto que dieron a la oposición 1.1 puntos más de los que en realidad consiguieron.
En otras palabras, mientras que el promedio de todas las encuestas revisadas dio a los candidatos morenistas un 41.7 por ciento de las preferencias en las 33 elecciones, estos obtuvieron en promedio el 41.2 por ciento de los sufragios.
Y mientras asignó a los candidatos de la alianza PAN, PRI y PRD un 37.2 por ciento de la intención de voto, estos lograron al final el 36.1 por ciento (en este caso sólo se consideraron las elecciones de 2021 a 2023, que es cuando los tres partidos decidieron competir juntos).
El análisis toma en cuenta la última encuesta que cada empresa demoscópica difundió en el mes previo a la jornada electoral, es decir, su fotografía final antes del día de la elección. Y se circunscribe a sondeos que mostraron preferencias efectivas (los que excluyen a los indecisos de la estimación).
La información procede de los informes que las casas encuestadoras presentaron al Instituto Nacional Electoral (INE) y los órganos locales, más los estudios difundidos en sus redes sociales.
Proceso tras proceso, las votaciones hacia ambas fuerzas políticas se acercaron a lo que el promedio de encuestas apuntaba, con excepción de las elecciones de 2023, cuando se renovaron las gubernaturas de Coahuila y el Estado de México.
En ese año, los estudios de opinión terminaron sobreestimando a los candidatos morenistas por casi nueve puntos porcentuales, mientras que subestimaron el voto opositor en seis puntos.
A principios de mayo, la politóloga Viri Ríos publicó en su columna de MILENIO hallazgos similares: “El primero es que las encuestas sí suelen identificar correctamente al ganador. De un total de 284 encuestas para las que tengo registro, 89 por ciento lo hizo. Lo difícil es atinarle al ganador y a su puntaje. Eso, solo 36 por ciento de las encuestas lo hacen”.
La autora del libro No es normal consideró una variación de +/-3 por ciento para ubicar como acertados los porcentajes previstos en las encuestas.
Las más y menos acertadas
Imaginemos que las empresas demoscópicas son los alumnos de una clase, que cada proceso electoral es una materia y que su última encuesta previa a la elección es la evaluación final de esa materia.
Aunque el grupo salga bien en general, no todos los estudiantes tienen el mismo desempeño. Hay alumnos de excelencia que elevan el promedio de la clase y hay otros que aprueban de panzazo o de plano reprueban.
De las 267 encuestas analizadas por MILENIO, el 80 por ciento pronosticaron acertadamente a los ganadores de las contiendas: 47 por ciento atinaron al vencedor y casi dieron al blanco en su porcentaje de votación (con una diferencia menor a cinco puntos) y 33 por ciento señalaron correctamente al vencedor con un margen mayor de cinco puntos. El resto de los estudios de opinión, un 20 por ciento, dieron por triunfador a otro candidato.
La empresa que más tino tuvo fue Reforma, que entonces encabezaba la politóloga Lorena Becerra. De 21 encuestas encontradas, en 76 por ciento acertó al ganador por menos de cinco puntos.
Habitualmente las encuestas tienen un margen de error de 3.0 a 3.5 por ciento, pero este análisis es más indulgente y considera que hasta cinco puntos de diferencia son válidos.
La segunda casa más atinada fue Parametría, con 75 por ciento de sus encuestas acertando al ganador y su porcentaje de votación.
Luego están Opinión Pública, Marketing e Imagen (60 por ciento), Enkoll (60 por ciento), El Financiero (58 por ciento), De las Heras Demotecnia (57 por ciento) y Consulta Mitofsky (50 por ciento).
En cambio, las encuestas menos atinadas fueron Massive Caller (48 por ciento), Arcop (40 por ciento), FactoMétrica (35 por ciento), La Encuesta Mx (21 por ciento), AZ² Marketing Makers (27 por ciento), Mendoza Blanco y Asociados (25 por ciento), Cripeso (17 por ciento) y Parámetro Investigación (0 por ciento). Este ranking excluye a las empresas con menos de cuatro estudios localizados.
Existen firmas como Demoscopia Digital, Poligrama, México Elige, Gii360, Rubrum y Campaigns & Elections México, para las que se encontraron más de cuatro encuestas, pero que no presentaron sus resultados en preferencias efectivas, sino brutas (las que incluyen indecisos). Al agregarlas en un segundo análisis, dichas casas tuvieron un porcentaje de asertividad de 52, 43, 39, 38, 38 y 36 por ciento.
Encuestas en vivienda, las más certeras
El análisis hecho por MILENIO revela también que las encuestas hechas cara a cara en vivienda tienden a ser más precisas ya que 53 de cada 100 atinaron al candidato ganador y su puntaje. En cambio, las telefónicas y digitales tuvieron un porcentaje de asertividad de 49 y 26 por ciento, respectivamente.
Otro resultado es que las encuestas erraron más en estados con resultados muy cerrados (como Campeche) o donde terminó ganando un candidato diferente a los morenistas o los de la alianza opositora. Fue el caso de San Luis Potosí, donde triunfó Ricardo Gallardo, del PVEM, o Nuevo León, que quedó en manos de Samuel García (Movimiento Ciudadano), ambos en 2021.
A menos de una semana de los comicios, las empresas demoscópicas publican sus últimos resultados de intención de voto antes de que concluyan las campañas y dé inicio la veda electoral. Entregan así su “examen final” para que los ciudadanos evalúen después del 2 de junio qué tan acertadas fueron en identificar a los ganadores o qué tanto se desviaron de la realidad.
La concentradora de encuestas Polls.mx, que publica diariamente un promedio de los sondeos de opinión, señala que Claudia Sheinbaum tiene una intención de voto de 53 por ciento, 22 puntos por encima de Xóchitl Gálvez, quien tiene 31 por ciento de las preferencias electorales. Jorge Álvarez Máynez alcanza un 15 por ciento de las simpatías ciudadanas.
El ejercicio de Oraculus coloca a la morenista con 55 por ciento, a la panista con 33 y al emecista con 12.
Según los resultados del domingo, algunas encuestas se afianzarán como instrumentos confiables de medición en tanto que otras enfrentarán una crisis de credibilidad.
Imagen portada: Mauricio Ledesma | MILENIO