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Allá en la fuente había un chorrito

Por Félix Cortés Camarillo

Me parece, porque no he visto ninguna, que hay dos peliculas que se titulan Cuidado con lo que deseas, porque se te puede cumplir. La frase, que es muy usada y encierra un mensaje que invita a la reflexión, no tiene autor conocido. Suele atruibuírse a Oscar Wilde, como muchos ingeniosos chascarrillos, o a la sabiduría china. Acudimos frecuentemente a las dos fuentes cuando no sabemos dónde nació algún proverbio.

Los regiomontanos pasamos varios años deseando que llegara un huracán a nuestras tierras para aliviar los estragos a los que nos tenía sometidos la prolongada sequía que hemos sufrido. Mejor, si de soñar se trata, que nos pegara la cola de un huracán o su periferia, porque los vientos destructores que se alojan en su vórtice suelen traer daños colaterales, como lo saben los habitantes permanentes y temporales, de nuestro ya olvidado Acapulco.

Pues llegó a Monterrey y gran parte del estado lo que quedó del ciclón Alberto; la tradición católica dice que alrededor del 24 de junio, día de San Juan, comienzan las lluvias. Esta vez el Bautista no se midió: las tres principales presas que garantizan el abasto de agua potable para la zona metropolitana de la capital de Nuevo León están casi llenas, mientras siguen llegando los escurrimientos que bajan de cerros y sierras los restos de las copiosas lluvias, y el icónico río Santa Catarina, que cruza la ciudad capital, alcanzó por momentos a desbodarse. Un poquito.

Porque los fenómenos naturales extraordinarios tienen la característica de sacar a flote los vicios y virtudes de todos, ciudadanos y gobernantes.

Los sismos, de México tan frecuentes, muestran por igual la solidaridad generosa y espontánea de los mexicanos, que los calzones de la corrupción en las construcciones mal hechas o la irresponsabilidad de gobiernos impreparados para emergencias. Así pasó con estas lluvias.

Desde luego, las causas del cambio climático que nos trae locos con sequías prolongadas, amenazantes deshielos progresivos e incotenibles en los glaciares y cambios de temperaturas imprevistos, obedecen a la irresponsabiliad colectiva mundial, que ha destrozado la capa de ozono por acciones que van desde usar el aerosol para que no nos apesten las axilas, hasta a quemar millones de toneladas de combustibles fósiles. Y ahí sí, ya no hay remedio; al menos en este planeta.

Las lluvias de este junio en el noreste mexicano, concretamente en Nuevo León, pusieron de manifiesto la mala construcción de las carreteras ribereñas -demasiado cercanas al río- que no son otra cosa que cinco centímetros de asfalto sobre una base arenosa, fácilmente presa del agua por debajo. Se repondrá en tres meses para que sea necesario volverla a reparar si vuelve a llover. En el bacheo está el negoceo, se dice por acá.

Quedó de manifiesto también que el famoso avión que el gobernador Samuelito compró para “bombardear” las nubes provocandoo lluvia, fue un recurso nada barato para embaucarnos. Que las repetidas “inauguraciones”, con presencia del presidente López, del acueducto del Cuchillo II fueron pura faramalla, como las supuestas disputas con Tamaulipas por el reparto de las escasas aguas, o la traída y llevada -en los discursos- agua del Pánuco.

Hay que reconocer que la improvisada medida de poner a la zona metropolitana en estado de sitio virtual limitó tal vez  el número de muertes por el exceso de aguas a cuatro, producto de la imprudecia de los fallecidos. Eso aunque a muchos no nos gustó que el transporte público, el comercio en su totalidad y todas las labores  hayan tenido que cerrar.

Por encima de todo ello se volvió a poner de manifiesto que el sistema de drenaje pluvial, diseñado para una zona habitada por un millón de seres, es insuficiente y defecutoso para cinco millones de irresponsables que tapan con su basura los pocos registros de ingresos para las lluvias. Claro, esas obras no se ven ni inducen votos.

En fin, el problema hídrico de Nuevo León está pospuesto para el próximo sexenio. O más bien para el siguiente ciclón, porque de acción humana, ni sus luces.

PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas: Los trogloditas locales vuelven a exigir que se rape el plan del río Santa Catarina, en donde la naturaleza hizo surgir durante la sequía árbolitos, a los que ahora se quiere culpar de los destrozos causados por el agua. Pero de eso y otros dislates del humano, mañana.

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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