Por Félix Cortés Camarillo
Hay una excesiva insistencia por parte de la presidente electa Sheinbaum en su manifiesta adhesión permanente y entusiasta al legado del “mejor presidente que ha tenido México”, cuyo encargo habrá de tomar la señora en cuestión dentro de ocho o diez semanas.
Es comprensible que el ritual tradicional de la sucesión evita cuidadosamente un rompimiento explícito con el estilo personal de gobernar del antecesor antes del relevo; incluso, el corte del cordón umbilical suele darse paulatina y discretamente, al menos en los primeros meses del nuevo mandatario; en este caso mandataria. Pero, como en todo, hay medidas.
El presidene López no ha cesado en dejar en claro que el que manda es él; ,no solamente en Palacio Nacional, sino de manaera ostentosa en la gira de agradecimiento que Claudia Sheinbaum ha tenido que emprender todos los fines de semana a los sitios determinados por Lopitos. Nunca Díaz Ordaz acompañó a Echeverría cuando ya éste solamente esperaba colocarse la banda en el pecho para enviar a su antecesor como el primer embajador de México en España desde la Guerra Civil peninsular. Echeverría dejó en paz a su querido amigo de juventud López Portillo sólo par que el presidene entrante lo mandara de embajador al más lejano sitio de las antípodas mexicanas.
Ahora estamos obligados a seguir una gira de López Obrador por los sitios de sus faraónicas empresas, con Claudia Sheinbaum como una comparsa más. Obligada, sin duda alguna, a verter elogios entusiastas al trabajo del presidente saliente. Lo más reciente es la clara afirmación de que no habrá rompimiento.
Yo pertenezco a quienes saben por experiencia que una persona es el tapado, otra el candidato, una muy distinta el presidene electo. Sobre todo, el presidente en funciones no tiene nada que ver con todos los mencionados. Nadie sabe cómo es el presidene de México sino al día siguiente de su toma de posesión.
Hasta el momento, el desempeño público de la señora Sheinbaum ha manado solamene un mensaje de esperanza en el sentido de que la continuidad del cuatrote con su llamado segundo piso es solamente de dientes para afuera; la selección de los miembros de su gabinete inicial se aparta de manera clarísima del criterio que López Obrador dejó establecido como parámetros del buen funcionario público: novena por cierto de ciega lealtad y diez por ciento de conocimientos.
El desprecio repetido por parte de Lopitos hacia hombes y mujeres de preparación académica excepcional, mucho más cuando fuesen calificaciones obtenidas en escuelas del exterior, contrasta con la mayoría de los perfiles de los futuros secretarios de Estado, que lucen grados universitarios indiscutidos. Ojalá que eso sí sea un indicio de la presidencia que nos va a tocar vivir; no del indeseable maximato que todos sospechamos anida en el pecho del hombre de Macuspana.
PARA LA MAÑANERA, porque no me dejan entrar sin tapabocas: Vienen más lluvias torrenciales, de especial manera para la zona del Golfo y el Noeste del país. Fuera de advertencias apocalípticas, los gobiernos locales -y el federal- no han tomado las medidas preventivas que cualquier país civilizado ya hubiera puesto en práctica. Recuerden que el fondo para desastres naturales fue liquidado por Lopitos.