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“Antes como antes, ahora como ahora”

Por Carlos Díaz Barriga

Hoy no parece que falten 85 días para que se acabe. Porque se va a acabar. Más allá de los que digan lo contrario. El Poder, con pe mayúscula, en este país no es transexenal. Podrá serlo para el caso específico de este presidente, su proyecto; incluso, su influencia personal. Vía zoom o vía WhatsApp. O por llamada o por carta amarrada a una paloma mensajera. Pero desde adentro de una finca tropical, sede única de su voluntario encierro.

Afuera de Palacio todo es igual y todo será igual. La estación del metro que está en la esquina. Los plomeros afuera de Catedral que ya no están. Los vendedores de calcetines a 10 pesos en Correo Mayor. Los dirigentes priistas o panistas sentados en su pequeña banqueta, con los pies colgando, voraces e insaciables.

Camina despacio al primer atril de la nación, casi como si nada. La gira del fin de semana, ruda. Mexicali, Pitiquito en el Desierto de Sonora, Vícam -pueblo yaqui pegado a Guaymas. No hace alarde. El rebote en los medios no corresponde a la intensidad de la gira y los encuentros. Largas distancias, sol a plomo, mucho sudor. Contraste con mañanera en lunes de «Quién es quién en los precios de los combustibles». Poca taquilla por lo tanto. Hace su informe la directora de la financiera para el bienestar. Y hay dos o tres emisarios que llevan mensajes ajenos o que ‘le ponen balones’. Algunos, con tejido fino; otros burdos. El Presidente los cabecea todos. A propósito de la reforma al Poder Judicial, cuela la nota: “que se ajuste. Nosotros no queremos que se apruebe sin quitar una coma nuestra iniciativa. Si se va a mejorar, adelante”.

Y, baja el balón. Por cierto “se nos fue en la iniciativa que tienen que tener cinco años de experiencia los que puedan participar como jueces, magistrados, ministros”. Para que le quiten esa ‘coma’ con todo los cinco años, pues.

Desestima la patriótica delación de que la Corte vende en una tienda plumas y mascadas de la marca Pineda Covalin, que son encargos especiales a los diseñadores: “¿Cuánto pueden ganar vendiendo las corbatas? ¿Cómo se llama la marca? Pineda Covalin, que son muy buenas, mexicana, ¿eh?, yo a veces me pongo, porque son diseños de mexicanos”. Cuando habla de las adjudicaciones políticas de Banamex y Telmex a Roberto Hernández y Carlos Slim, regala la frase con mensaje entre líneas con los atentos saludos a varios. Caben todos los varios. “Voy a decirles algo que se atribuye a un dirigente yaqui y que es oportuno repetir: ‘Antes como antes, ahora como ahora’.

Manda abrazo a Pablo Gómez y tunda a Latinus. “Le estaba dando un patatús”. A Pablo Gómez. También. Habla muy poco de la gira. Cuenta sólo de su encuentro con los yaquis. Ofrece breve contexto de cuando Lázaro Cárdenas les reconoció sus tierras y de que Porfirio Díaz les declaró la guerra, matando como a 15 mil. Dio breve cuenta del Plan de Justicia con el que ya se le restituyeron en este gobierno 45 mil hectáreas. No lo dijo hoy pero allá en Vícam, ofreció regresar en la última semana de septiembre a entregarles las obras que no están listas: el acueducto, el distrito de riego, la universidad, las obras de vivienda u el hospital IMSS-Bienestar. En ese momento todos sudaron. Más. Les subió a tope la presión. Arterial, sí.

En la salida los compañeros reporteros le informan lo sucedido en la asamblea interna del PRI. Alito amarra su reelección, se declararon socialdemócratas y el campechano señala a priistas del asesinato de Colosio. Habrá nuevo partido: el RIP. El presidente López Obrador, en silencio lo dice todo. Impactado, sólo atina a articular: “vámonos a desayunar”. No lo puede creer. Se trabajan chilaquiles especiales. Con cebolla morada. Como quien tiene algo que celebrar.

@diazbarriga1

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Carlos Díaz Barriga

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Autor: stafflostubos
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