Por José Jaime Ruiz
La discusión… enseña y ejercita a la vez. Si discuto con un alma fuerte y un duro contendiente, me hostiga los flancos, me provoca por la derecha y por la izquierda, sus fantasías dan impulso a las mías (…) Pero, así como nuestro espíritu se fortalece mediante la comunicación con espíritus vigorosos y ordenados, no puede decirse hasta qué punto pierde y degenera por medio del continuo trato y la frecuentación que tenemos con espíritus bajos y enfermizos. // Montaigne / «El arte de la discusión»
Por José Jaime Ruiz
La Catrina Norteña navega; el comentarista de La Jornada, Pedro Miguel, naufraga. Al escalar un conflicto que de antemano tiene perdido, el pretendido ideólogo de la 4T sólo provoca lástima. “Los juicios se definen por la historia contada, la mejor va a ganar. Y tú eres parte de nuestra historia. La ira no va a ayudar a nadie”, recomienda un personaje femenino en la serie “Se presume inocente” de AppleTV.
La narrativa inexplicable a favor de la curul de Sergio Mayer, por parte de Mario Delgado, Rafael Barajas el Fisgón y Pedro Miguel fue derrotada por la otra historia, la del influyentismo al interior de Morena, la del racismo y del clasismo al interior de Morena. La opacidad y la falta de rendición de cuentas los derrotó, el veredicto se dio en su contra, la cuenta La Catrina Norteña sólo fue un instrumento, una herramienta crítica.
Pedro Miguel se lanza en sus redes sociales, de nuevo, contra La Catrina Norteña y, de nuevo y penosamente, sale derrotado, apabullado, pateado. Impugnar la monetización de las cuentas es un sinsentido porque esa fuente de recursos no está al servicio del mercantilismo voraz, tampoco de la doctrina. Criticarla, como beneficiario de la cúpula dorada que recibe honorarios desde la subsidiada La Jornada o desde el partido político que subsiste con los impuestos, es una contradicción.
La monetización libera a quienes la ejercen de estar atados a la publicidad privada o a la propaganda oficial. Ni se alquila para que no les peguen ni pega porque no le pagan. La casta dorada de Morena no entiende que la monetización, bien ejercida, provoca información y hasta periodismo libre, independiente, no como sucede en los tradicionales medios de manipulación que someten la crítica a su línea editorial o los medios subsidiados que no paran de alabar al gobierno en turno.
Claudia Sheinbaum lo tiene muy claro: “En Morena hay mucha unidad, también hay pluralidad y qué bueno. No se trata de que haya un pensamiento único dentro de Morena. Hay pluralidad y hay discusión… que si estuvo bien que vaya de plurinominal este que si no… qué bueno que haya esta discusión porque muestra que siempre en Morena está vivo, respetando además a quienes participan en la discusión”. También, al igual que el presidente López Obrador, Claudia reconoce en el Fisgón a un compañero de ruta y al monero.
En un salto cualitativo de la información, las cuentas digitales podrán apostar por la veracidad y objetividad, formar opinión pública, no uniformarla, como pretende la cúpula morenista, y provocar lectores críticos, un público colaborador. Los boletines dogmáticos de Mario Delgado, el Fisgón y Pedro Miguel no abonan, con su proclama de “unidad”, al debate, a la revolución de las conciencias, a la pluralidad, a la discusión. La democracia participativa es, precisamente, participativa. Por lo demás, y eso lo demostró La Catrina Norteña, una cuenta que no es noticia no es una gran cuenta. Una cuenta que no suscita reacciones carece de impacto en la opinión pública.