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“Es nostálgico, ¿verdad?”

Por Carlos Díaz Barriga

El enorme puesto de Pejelandia está cerrado. No suena la salsa afuera de las ruinas del Templo Mayor. Sólo una voz ―música para los oídos de varios― se adueña todo el Zócalo: “tamales, tamaaales, atole, cafééééé”.

Se corre la voz siempre baja de que tomemos nuestros lugares, porque el primer mandatario ya está por entrar. De pronto, retiran tres de las cuatro sillas dispuestas para los invitados especiales a comparecer. Lástima margaritos. Aparece el presidente López Obrador, solamente seguido del Román Meyer, secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Pantalones negros de mezclilla deslavada, playera negra, tenis negros On Cloud.

Expone resultados del Programa de Mejoramiento Urbano. Imágenes de antes y después, con costos. Explicación sin rollos. La arquitectura es un valor agregado, señala. El Presidente observa de pie la pantalla. Con los brazos por su espalda, la mano izquierda sostiene al antebrazo derecho, mientras gira el pulgar. Permanentemente. Eso quiere decir que está satisfecho. Lo más seguro.

Le pide a Jesús Ramírez Cuevas que lea el resultado de la encuestadora de Estados Unidos, Morning Consult. A tirar aceite. Sólo detrás del primer ministro de la India, AMLO trae el 62 por ciento de aceptación contra 34 de rechazo. Meloni ―de Italia―, Biden, Trudeau, Scholz ―de Alemania―, el primer ministro Sunak ―de Inglaterra―, Macron ―de Francia―. Todos, al revés volteado: más rechazo que aceptación. “¡Vamos a incluir chanchamitos (tamalitos) en la despedida!”. No, pues anda ‘checho’. Eso en Tabasco quiere decir, mimado.

Ni por eso se salva el INAI: “pura tapadera”. Ni la Corte: “está rebasada. Aun cuando quisieran arriba que se impartiera justicia con honestidad, ya no pueden porque los jueces hacen lo que quieren; hay excepciones”. Meyer escucha atento. Jamás, ni por asomo, saca el celular a lo largo de toda la conferencia. De llamar la atención. Alguien educado en el gabinete.

Resurgen sus personajes latinoamericanos: “Bolívar, San Martín, O’ Higgins, y recientemente Fidel Castro, comandante Castro; al que más admiro, Salvador Allende; bueno, el obispo asesinado en El Salvador, Oscar Romero… desde luego, bueno, el Che”. Y en especial, uno mexicano, el periodista Catarino Garza.

Hace un amplio repaso histórico que no es gratuito. Para ver si se entiende por qué quiere y va repatriar los restos de este quijotesco tamaulipeco asesinado en Panamá en 1895, que se rebeló contra la dictadura de Porfirio Díaz, explica, 18 años antes que Madero; y que luego se fue a luchar y morir con y por los colombianos. Escribió un libro sobre él en 2016 ¿Revolucionario o bandido?, se llama. Antes de irse a Palenque, lo va a traer. Porque lo va a traer.

“No puedo ser objetivo”, dice sobre Luisa María Alcalde para dirigir Morena. “¿No tienes por ahí…? Que conste que no es propaganda, todos tienen derecho a participar, pero…”. Y pide el famoso video de 2012 del surgimiento de Morena, donde ella aparece cantando aquel tema bailable y pegajoso en un camión de pasajeros con el nombre del movimiento. Simbolismo sobre ruedas. “Es nostálgico, ¿verdad?”. Lo dice por algo presente. Muy presente.

Tres horas de mañanera. Pero todavía alcanzo la última guajolota de rajas. “Son 25 varos”. En la esquina de catedral, los concheros suenan el caracol y los ayoyotes (nueces huecas) atados a los tobillos. Pero se imponen las visitas. Entra por 5 de Mayo una ruidosa manifestación de la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica. Granaderos apostados a lo largo del frente de Palacio. Arengas. Son unos mil. “Ya vamos llegando / Obrador está temblando”. Desayunando. Lo avisó.

@diazbarriga1


Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Carlos Díaz Barriga

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Autor: stafflostubos
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