Por José Jaime Ruiz
Cuesta abajo en su rodada el Grupo Reforma apenas se sostiene –antes de caer al precipicio– de sus suplementos suburbanos, del periodismo-socialité. Como diario impreso, está en picada; como prensa digital, su condición de suscripción lo hace inasequible para la mayoría de los posibles lectores. En la era de los algoritmos, a pesar de la opinión de su hijo Alejandro, Alejandro Junco de la Vega se olvidó del algoritmo. Alguna vez dijo algo así como que el algoritmo no le ganará al periodismo.
Pues el algoritmo le ganó al Grupo Reforma y su “periodismo” se deshizo en propaganda. Para salvarse, Junco de la Vega le apostó a Xóchitl Gálvez y ambos perdieron. Parroquial, ahora le apuesta a su tocayo dictadorzuelo Alejandro Alito Moreno y sus súbditos en Monterrey, Adrián de la Garza y Francisco Cienfuegos. Mal empresario, Junco de la Vega es peor político. Y su “periodismo” ni es independiente ni es veraz. Inclusive la oligarquía, los empresarios, lo dejan cada vez más solo y eso se evidencia en la pauperización, en cantidad y calidad, de su publicidad.
Antes que la verdad, Junco de la Vega prefiere ponerse al servicio de Alito y de Adrián de la Garza en los resultados para la alcaldía de Monterrey. Ahora presiona a las autoridades electorales de Nuevo León para que le den el triunfo a quienes le pagan pobremente sus servicios propagandísticos. ¡Qué lástima! Antes El Norte era un referente, ahora es un oferente. ¿Qué ofrece? Obvio: “¡Alejandro Junco de la Vega no se vende!»… pero se alquila.