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“Voy a ver volar a las guacamayas”

Por Carlos Díaz Barriga

Mañana cálida. Piso seco. Ningún puestero instalado. Sólo el de los tamales y el bolero, en una esquina de Catedral. Sin clientes ni el uno, ni el otro, todavía. Ya llegarán. Dios provee de hambre y de zapatos. Y de fe.

Día de informe sexenal sobre lo realizado en vivienda. “La de la gente pobre y la de los trabajadores”, puntualiza. Acompañan al presidente Edna Elena Vega, subsecretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano; Carlos Martínez, director del Infonavit y César Buenrostro, del Fovissste. Exponen durante una hora. El mandatario, tres pasos atrás. Pie derecho adelantado, mano izquierda en la bolsa del pantalón. Hay caché. También se vale sin hache: ¡ay, caché!

Intermitente, contempla uno a uno al público, cuando las miradas están en el orador o en la pantalla. Observa todo y a todos, todo el tiempo. Quizá esa es su virtud política original. Sesión de preguntas y respuestas. Truena contra la ‘sanción sin sanción’ del Tribunal Electoral que lo señala de influir en las elecciones. Luego se acuerda de Tim Golden. “Hace un reportaje y viene, difama por consigna, utiliza información de la DEA, falsa, y se va”, dice mientras golpea tres veces su puño derecho contra su mano izquierda.

Cuenta de la Huelga de Cananea en 1906. De memoria, datos, apellidos… y un juez corrupto que se prestó políticamente y luego fue presidente de la Corte. Bola ensalivada. Sale lo de la fractura post mortem en la alianza PAN-PRI. “Se peleaban por una presidencia municipal, hasta por una gubernatura, cuando arriba comían en el mismo plato”. Buenrostro no duerme por instantes. Está viendo para adentro.

No hace leña del par de árboles caídos. “Pueden ellos regresar a sus orígenes”. Ahora ya puede hacerles justicia, sin ironías. Sin escatimaciones. Como nunca antes. “Había panistas doctrinarios, había un poco más de decencia en los fundadores; eran conservadores, pero gente más decente. Y en el caso del PRI, lo mismo, es un partido que surge de una revolución social, importantísimo”. 

Habla de Lázaro Cárdenas. «Ahí se crearon las ligas agrarias: la CNC, Confederación Nacional Campesina; la CTM, la Confederación de Trabajadores de México. Ahí se expropia el petróleo, se impulsa la educación pública; y luego se creó el Seguro Social, y toda la infraestructura pública”. Luego una amable sugerencia. Patada y sobada: “que definan su perfil. No es fácil porque, como perdieron ideales y principios, pues ya todo lo que los une son los intereses”.

Flores y bendición para otro Lázaro Cárdenas. Nieto. Que ya anduvo. Con él se reactiva el cargo de jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, creado por decreto de Carlos Salinas de Gortari en 1988. Se le cae una tarjeta al piso y la levanta como cualquiera. Toca el suelo. Cuando se reincorpora hace balances.

“Me voy a ir tranquilo… Voy a tener tiempo de escribir sobre otras cosas, y de ver los árboles, las ceibas, el árbol sagrado de los mayas, sostén del cielo, fertilidad de la tierra; ver volar las guacamayas, el chupamirto, bueno, y ya, misión cumplida”. 

Sale abrazado de Edna Elena Vega. No son Presidente y subsecretaria de Estado subordinada. La toma del hombro y ella a él de la cintura. Parecen viejos compañeros.

Vámonos. Ya no es desayuno. Ya es almuerzo. En un puesto en la esquina de Palma hay figuritas en pasta coloreada de personajes animados. Cantinflas, Chavos del 8, amlos. A 100 el grande, 60 el chico. Una turista con acento jarocho regatea. “Austeridad republicana, ni tú ni yo: en 50. Y me llevo dos”.

@diazbarriga1


Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Carlos Díaz Barriga

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Autor: stafflostubos
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