La edición revisada de ‘La nueva música clásica’ permite reencontrarse con la veta más heterodoxa y provocativa de José Agustín.
Nos comunicábamos a través de la música, de las artes, este era el lenguaje que inventábamos todos los días, mi padre y yo, y toda la familia, acá, en Cuautla, Mugrelos, en la casa de todos ustedes. Acá se encuentra encallado el naufragio de la Casa que canta, en este Mar de música. Desde acá les escribo, desde el estudio de mi jefe, don José Agustín, acá bajo la cálida sombra de sus alas negras y el vuelo sagrado de las golondrinas, bajo los frutos y flores del mango Machete, o pico de oro, y lanzo mi mensaje embotellado, desde el camarote del capitán, desde este que fue el viejo refugio del mago y su tormenta. Casi se llevó todo mi mundo con él, con los vientos huracanados de su muerte, pero acá estamos, aquí sigo alimentando la fogata del gran cuentacuentos, sobre la inclinada cubierta de esta, que fuera la Stultifera navis, la Nave de los locos, Das Narrenschiff; publicó MILENIO.
Aquí, sobre las olas furiosas de una marea muy alta, crecí escuchando los cantos etílicos de mi padre, y su amor por las canciones de marineros y demás borrachos terrícolas, ondeando su bandera pirata, envuelto en la piel de sus ídolos, leyendo y declamando la gran literatura del mundo y sus cofrades, mientras proyectaba películas que brotaban de sus ojos, sobre las paredes blancas de la casa, además de que, claro está, escuchaba a todo volumen a los héroes y heroínas del rocanrol, del viejo jazz o el country y el blues, pasando por la clásica de rigor, hasta sobrevolar los planetas de la electrónica, para aterrizar de vez en cuando en muchas ondas guapachosas o las tradiciones musicales de México y todo el mundo. Y desde acá les canto ahora yo, como solía hacerlo mi padre, llamando siempre a la rebeldía y la justicia de un futuro posible, y la insurrección ante las grandes mentiras de este mundo.
Comienzo aquí a transcribir algunos fragmentos de mi colaboración en el renacimiento de este bello book (La nueva música clásica), en el cual se me ha permitido aportar una aproximación al panorama musical de la música moderna, después del punto en que termina el ensayo de mi padre.
“Mi participación en este banquete se hizo realidad cuando mi hermano Andrés, quien por estrategias del destino es el editor de mi padre desde hace muchos años, me pidió que escribiera un epílogo, con un panorama de lo que ocurrió en la escena global de la música moderna, después del punto donde termina La nueva música clásica. El texto se alargó hasta las 100 páginas, así que lo incluyeron como una “Coda”. Pero volvamos al principio, a las eras jurásicas del rocanrol:
“Cuando La nueva música clásica nació, o fue engendrada (1968), y después reescrita y publicada (el 27 de mayo de 1985) por el joven escritor José Agustín y la editorial Universo, (y yo era solo un escuincle de escasos 10 años), la aseveración de su título era bastante aventurada para sus tiempos. Por siempre joven, como el primer día que fue publicado, ahora me complace anunciar que se han reeditado tanto el texto original y experimental de la plaqueta que llevó este nombre, y que se incluye por primera vez en esta edición especial, junto con el libro editado en 1985, que no conservó nada del anterior salvo el título y el tema, y es una recopilación kilométrica de sus artículos y ensayos sobre rock.
“Supongo que podría estar dedicada a los simpatizantes de la literatura de mi jefe y el rock, ex y post jipis de la era de los dinosaurios, muchos provenientes de las eras tempranas de este género musical, y cualquier cantidad de jóvenes de cuerpo y alma, demás iconoclastas-modernistas, los seguidores de su rastro de letras ardientes, que pueden venir desde las décadas de los inocentes cincuenta, los tremendos sesenta o los decadentes setenta y etcétera, así hasta nuestros días.
“Cuando vio la luz, el libro fue muy bien recibido por los fieles lectores de la entonces más nueva literatura de José Agustín, siempre en crecimiento, pero a la fecha se le ha relegado como una de sus obras menores, y es por eso justamente que ahora se reedita para su revaloración. Es un texto ágil y divertido, que refleja fielmente la imagen de José Agustín, un autorretrato honesto y sincero, muy personal, y que abre una ventana al mundo más privado del joven terrible de las letras mexicanas. Aquí hace honor a su nombre de revoltoso y rebelde con causa, dando fe, en primera persona, a su lugar como mentor sicodélico de la contracultura mexicana. Promulga los valores libertarios e insurrectos que esta defiende, y lo hace, of course, desde su muy particular punto de vista, con su estilo realista e irreverente, que tantas críticas le costó, pero que, como resultaron las cosas, demostró su pertinencia y vino a ser parte de la voz de una generación que revolucionaría la cultura.
“Es por eso que ahora existe la justa y necesaria reedición conmemorativa y celebratoria de uno de los libros más icónicos de José Agustín, e irónicamente uno casi de culto, que ha sobrevivido sin reeditarse por muchos años, como un álbum célebre de una banda muy querida, que sus simpatizantes mantienen viva releyendo y escuchando con delectación, por conservarse frescos. Y he aquí que les tengo el honor de presentarles el relanzamiento de La nueva música clásica, el ensayo inmemorial sobre el nacimiento del rock y demás vertientes y su migración a nuestro país, así como su evolución hasta bien entrados los años ochenta, les comparto este artefacto predictivo y resistente a la intemperie de sus años fuera de una nueva casa editorial, el libro de un obsesivo amante de las melodías, para aquellos que puedan escucharlo, quienes puedan entenderlo. Hoy en día ya nadie cuestiona la trascendencia cultural del rock y demás ritmos contraculturales, pero la historia no siempre fue así.
“Ahora, muchos años más tarde, mirando de vuelta hacia la cresta de esa gran ola, visto desde más allá de la resaca mortal, mucho después del punto de quiebre donde este tsunami de buena música finalmente se rompió, mil y un millones de cervezas detrás de aquel atardecer psicotrópico, podemos concluir que, junto con su programa en Radio UNAM La cocina del alma (y su columna del mismo nombre en la revista La Moska), donde tuve el chance de hacerla de sidekick, a dueto en esa locución; su ensayo La contracultura en México, su libro ilustrado Los grandes discos de rock 1951-1975, el Vuelo sobre las profundidades, Contra la corriente, además de La ventana indiscreta y La casa del sol naciente, que se incluyeron más recientemente junto con El hotel de los corazones solitarios, La nueva música clásica y sus secuaces vienen a constituir la cosmovisión de mi jefazo en cuanto a la música que amó y que, junto con las letras y el cine, siempre fueron su gran pasión. Así fue su vida, a todo volumen, desde su infancia y durante mi gestación, hasta ahora, 78 años después, cuando todavía escuchamos, en la casa de tod@s ustedes, los discos, películas y libros que coleccionó durante una vida y que me permiten mantenerme en contacto con él, el otrora joven rebelde de las letras mexicanas, y mi padre también, por cierto”.
Es por eso que me honra participar en esta revaloración, junto con el maestro Alberto Blanco, excelente pintor, músico y escritor, además de un gran amigo de mi papá y la familia, así que me siento como en casa cuando veo mi nombre entre los integrantes de esta banda. Pero, aun así, me sorprende el placer y el privilegio que representa para mí verme incluido en un libro tan especial para todos los amantes de la música y de las siempre flamantes letras del gran mago, el maestro más importante de mi vida, el célebre transgresor de las letras mexicanas e involuntario caudillo de la contracultura azteca y anexas, el gran jefe, don José Agustín, mein father. Un saludo, jefe. Tus buenos lectores y yo aún brindamos contigo, hasta el Cielo.
Imagen Portada: MILENIO | LABERINTO