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“El arte y la cultura son vitales en la construcción de paz”: Leticia de Altamirano

Después de siete años de ausencia, Leticia de Altamirano regresó a finales de junio al Palacio de Bellas Artes para debutar con la Liù de Turandot, la ópera de Giacomo Puccini que se llevó las palmas del público y que es la antesala de una gira que hará la soprano con el tenor Ramón Vargas por Tamaulipas; publica MILENIO.

En entrevista desde Querétaro donde reside, la cantante confiesa que interpretar a la esclava la cautivó.

“Es la primera vez que canto a Liù y espero que vengan muchas más. Es un personaje entrañable, muy hermoso, me cautivó, de verdad. Está lleno de valores. Lo siento como una luz en medio de la oscuridad, de toda esa sangre, de toda esa violencia, de esa frialdad en su entorno. Liù es el momento de luz, el sacrificio de amor, la esperanza; es un personaje muy luminoso y muy valiente”, comenta.

—Usted salió más valiente que Liù al embarcarse en gira por Tamaulipas con Ramón Vargas.

—(Risas) ¿La verdad? Es muy importante. La cultura, en todas sus expresiones, es muy importante en la construcción de la paz. Es vital, más de lo que a veces se considera. A mí me da mucho gusto poder compartir arte, en el caso mío que es la música y el canto, allá en Tamaulipas y en todo México. Me da mucha alegría e ilusión poder hacerlo. Esperemos que todo vaya muy bien. Y que la gente pueda disfrutar el arte, que es vital, y acercarse cada vez más a espacios que se abran para poder hacer esto.

Además, considera que arte y cultura no se deben politizar y que hay que involucrar en ellos a la iniciativa privada.

La cantante nacida en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, dice estar en un gran momento de su carrera, incursionando en nuevo repertorio lírico, como la Liù y Donna Anna, con planes de regresar a cantar a Estados Unidos y a España y Francia, “con muchos sueños todavía por realizar”, que combina con sus múltiples facetas como mujer, además de artista: madre, esposa, ama de casa, maestra, alumna.

Equilibrio afortunado

Entre octubre y noviembre, De Altamirano y el tenor internacional Ramón Vargas ofrecerán recitales en cinco ciudades de Tamaulipas (Tampico, Reynosa, Victoria, Matamoros y Nuevo Laredo), en el contexto de la edición 22 del Festival Internacional de la Costa del Seno Mexicano, en el que la soprano ya participó en octubre del año pasado al lado del tenor mexicano Fernando de la Mora.

En junio fue ovacionada como Liù, de Turandot, en el Palacio de Bellas Artes. (Especial)
En junio fue ovacionada como Liù, de Turandot, en el Palacio de Bellas Artes. (Especial)

De hecho, con ambos tenores nacionales, el 21 de abril de 2023 De Altamirano tuvo otro concierto, pero en aquella ocasión para cantar boleros de Los Panchos en el Centro Cultural Roberto Cantoral.

También, el 20 de diciembre pasado, Leticia de Altamirano y Ramón Vargas, su tío, cantaron juntos en la gala 200 Años de grandeza, en el Teatro Bicentenario de León, Guanajuato. Y durante la pandemia compartieron escenario en Bulgaria en el montaje de la ópera de Giuseppe Verdi, Un ballo in maschere.

“Es la primera vez que Ramón Vargas y yo hacemos una gira como tal. Me siento muy honrada y contenta, con gran ilusión de poder compartir el escenario con quien realmente admiro de toda la vida. Es un privilegio poder cantar al lado de él, más ahora que se celebran cosas tan especiales este año. Siempre aprendo y me enriquece muchísimo cantar con una figura como Ramón Vargas. Estoy feliz”, comenta De Altamirano, cuyas funciones con Turandot en Bellas Artes contaron con el tenor entre el público, sentado al lado de la soprano María Katzarava, directora de la Compañía Nacional de Ópera.

Soprano lírica ligera, Leticia de Altamirano debutó en Palacio de Bellas en 2007 con Diálogo de Carmelitas, de Francis Poulenc, y antes de Turandot había hecho en 2016 I Puritani, de Vincenzo Bellini, con Javier Camarena. En 2023 abrió su repertorio a papeles como el de Donna Anna, de Don Giovanni, de Wolfgang Amadeus Mozart, y después de Liù espera enfocarse ya a papeles más líricos.

“Sigo con repertorio del bel canto, porque mi tesitura es lírico ligera y puede hacer papeles así. Pero, ahora es más lírica, ya tiene un poquito más de color y cuerpo mi voz; tengo todavía las agilidades suficientes para continuar con el repertorio que he estado cantando, excepto roles muy agudos.

“Me interesa empezar a abarcar roles un poquito más líricos, como Liù, que es un rol muy claro en ese cambio, bastante más lírico, que requiere más la parte central de la voz. Es un repertorio que me da mucha ilusión empezar a abarcar, pero, poco a poco, por salud vocal, hay que cuidar y manejar muy bien el repertorio, no pretender hacer cambios rápidos o demasiado graves o, de repente, irse a lo más agudo, porque eso puede afectar el equilibrio de la voz”, adelanta sobre el rumbo que tomará su carrera.

Además de la gira con Ramón Vargas, De Altamirano tiene previsto presentarse en 2024 en Estados Unidos con conciertos de música popular mexicana y volver a Europa en 2025. Tendrá también funciones con La Traviata, en cuyo protagónico se estrenó en Bellas Artes en 2012 con Arturo Chacón.

—¿Cuál es la experiencia que más la ha marcado en su carrera?

—Todas las experiencias nos fortalecen, nos ayudan y nos llevan a algo más. No se me ocurre una. Varias son memorables. Por ejemplo, hacer Los puritanos, que canté con Javier Camarena en Bellas Artes; fueron funciones preciosas. O los conciertos con José Carreras, son momentos mágicos, especiales, que atesoro muchísimo. Pero, hasta un recital pequeño, sencillo, te puede enseñar mucho.

—¿Cómo se siente en esta nueva etapa de su carrera?

—Ahorita me siento muy contenta, en un momento muy bueno vocalmente. Me siento muy bien física y vocalmente, en un equilibrio muy afortunado, porque es como tener la suficiente experiencia y madurez vocal para poder abarcar otro repertorio o incluso el que antes cantaba, pero con otra madurez vocal y emocional. Justamente las experiencias, la vida misma, te van cambiando y te hacen vivir

«Si vives muchas experiencias, emocional y psicológicamente te aportan mucho, te hacen crecer, madurar, ver de otra manera las cosas. Me siento en un muy buen momento, en amplio sentido. Espero que vengan más proyectos, que se abran más puertas, porque es un gran momento para que así acontezca».

—¿Qué ha aportado usted a la ópera en México?

—Sinceramente, lo que puedo aportar es mi voz, un trabajo arduo de mucha conciencia vocal. Trato de entregar un trabajo lo más honesto vocalmente y de mucha conciencia y de mucha profundidad. Yo no solo canto, entrego mi corazón ahí, mis emociones, mi alma. Siento que soy una persona muy transparente y muy honesta en el escenario. Lo que puedo dar es eso: doy mi corazón.

—Ha cantando mucho en los estados. ¿Qué se necesita para que haya más ópera en escenarios de ciudades fuera de la capital?

—Más colaboraciones en pro de la cultura y del arte. Se politizan las cosas. Y el arte no se debe politizar. Me encantaría que no hubiera barreras en ese sentido, que se pudieran hacer colaboraciones entre estados y organizaciones culturales. Estamos pasando una crisis muy fuerte económica y de toda índole. Y económicamente se impacta mucho a la cultura. 

«Tiene que haber voluntad para poder sacar adelante a la cultura, de otra manera es difícil. E involucrar más a la iniciativa privada. La ópera sigue siendo un género subsidiado por el Estado, se necesita apoyo del gobierno para poder subsistir, de otra manera la ópera no existiría. Así que necesitamos más a la iniciativa privada, buscar colaboraciones con empresas extranjeras que vienen a invertir a México; hacer comunidad e involucrarnos más con la cultura y acercarla a más gente. 

«También, en las ciudades de los estados hace falta aprovechar los espacios que ya hay. En Querétaro, por ejemplo, el Teatro Metropolitano tiene la tecnología, todo, una fosa para orquesta, para hacer ópera; pero no se hace ópera aquí. Sería importante que se rescaten esos espacios para puestas en escena de ópera, de teatro, conciertos. Que esos espacios no se conviertan nomás en lugares para informes de políticos o para cosas empresariales, sino para disfrutar el arte.

—¿Qué piensa de que se promueva la ópera de compositores mexicanos en esos espacios?

—Me encanta este interés de darle lugar a las composiciones mexicanas, es súper importante que se rescaten, que también son parte del patrimonio de la música de México. Pero, tiene que haber un equilibrio, no solo presentar óperas mexicanas, sino alternarlas con títulos conocidos, porque a la gente le gusta asistir a obras que conoce, como Turandot, que le encanta al público, se agotaron las cuatro funciones y si hubieran sido ocho, también se habrían agotado. Hay que combinar ambas opciones.

—Ramón Vargas abrió hace una década el Estudio de Ópera de Bellas Artes y vemos en todo el país un auge de jóvenes por sumarse. ¿Qué les aconsejaría a ellos?

—Que se preparen mucho y que cuiden mucho su instrumento. Que tengan mucho cuidado con quién estudian, qué tipo de trabajo vocal realizan, porque así como puedes potencializar más tu voz, crecer, desarrollar tu voz excelentemente, así también hay gente que te puede hundir, que no tiene suficiente preparación y conciencia para enseñar el canto. Eso es muy peligroso. 

«Mi recomendación es: cuida tu instrumento; si algo te lleva al límite con tu voz, ten cuidado, nunca puedes salir ronco o bifónico o irritado, porque eso es una llamada de alerta de cuidado, porque te puedes hacer daño permanente. Y no buscar por aquí y por allá y por todos lados, sino enfocarte en el trabajo y entender tu instrumento.

—¿Con quién se identifica más: con la esclava Liù o con la cruel princesa Turandot?

—Definitivamente con Liù. Es un personaje que me enseñó muchas cosas de la vida diaria, incluso del camino difícil, sacrificado, doloroso que a veces ha sido esta bendita profesión, que es de lo más hermoso pero también es difícil, sacrificada.

—Y en esos términos, ¿quién es Leticia de Altamirano?

—Una mujer con una pasión por la música, con una entrega incondicional al canto, con mucho que compartir, que dar; con mucha ilusión, con sueños todavía por realizar. Y también soy madre, esposa, hija, amiga. 

Soy de todo: ama de casa, cantante, maestra, alumna, muchas versiones de una persona regular, común y corriente en muchas cosas. Bueno, corriente no. Una persona común, que tengo este privilegio de poder dedicarme a mi vocación y a lo que me apasiona, que es la música y cantar.

—Usted es como muchas óperas en sí misma.

—Sí, porque al final, somos historias humanas.

Imagen portada: Especial

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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