Su historia comienza en una ranchería llamada Tres Hermanos de la ciudad Hidalgo, Chiapas.
Se dice que “detrás de una taza de café hay manos, rostros y dedicación pero sobre todo hay historias”, y la de Rosalba Cifuentes Tobías, mexicana y ahora residente de Estados Unidos, es digna de contar, ya que es un ejemplo vivo de resiliencia y de apoyo, sobre todo para aquellas mujeres víctimas de violencia, como ella lo fue; informó MILENIO.
Su historia comienza en una ranchería llamada Tres Hermanos de la ciudad Hidalgo, Chiapas. Vivía junto con sus padres y sus cuatro hermanos, una mujer y tres hombres. A sus cinco años su vida cambió por completo. Fue raptada por un primo hermano de su padre, 55 años mayor que ella, quien la llevó a su casa, en donde la violentaba física y sexualmente.
Por casi siete años, sus padres la buscaron, sin éxito. “Mis papás no sabían nada de mi porque me tenía escondida, no me dejaba salir a ningún lado.
Nadie sabía nada, él sí se veía con ellos (papás) pero decía que no sabía nada. Pero él me tenía encerrada”, dijo en exclusiva para MILENIO.
A sus 12 años quedó embarazada por primera vez. Tuvo una hija. Dos años más tarde, nació su segunda hija. Siempre estuvo en casa de ese hombre, quien vivía con su esposa, y quien sabía la situación sin embargo nunca dijo nada, ya que también era violento y la mantenía amenazada.
Fue justo después de que tuvo a su segunda hija, que su padre dio con su paradero.
“Cuando nace mi segunda hija fue cuando mi papá me encontró por fin. Se dio cuenta que yo estaba bajo su encierro, era su primo hermano.
«Cuando mi papá llega, yo recuerdo así muchas cosas que olvidé, recuerdo como algo borroso, que mi papá llegó con un machete en la mano y este hombre sacó el arma y mató a mi papá frente a mí. Fue terrible, fue muy terrible mi niñez”, compartió aún con tristeza.
Un par de años después, su captor enfermó de cáncer de pulmón y murió, fue hasta entonces que Rosalba recobró su libertad, pero no solo ella, sino también la esposa de ese hombre, quien le dijo “ahora eres libre, más bien somos libres”.
Gracias al apoyo de sus familiares, Rosalba pudo reunir lo suficiente para viajar hacia Tijuana, Baja California, con la idea de cruzar hacia Estados Unidos.
Pero la joven de 16 años, empezaba a conocer el mundo. No sabía leer, ni escribir y mucho menos sabía que era tener dinero y cómo gastarlo.
“Fue otro trauma grande para mi… cuando tuve una escala en la ciudad de México yo estaba perdida porque no sabía leer no sabía escribir, no conocía el dinero, nunca en mi vida había tenido una moneda en mi mano, yo no sabía nada. Yo no sabía cómo agarrar mi escala, tenía vergüenza decirle a las personas que no sabía nada”.
Fue hasta que una mujer que trabajaba en el aeropuerto, que al verla preocupada y pérdida, se ofreció a ayudarla para que pudiera continuar su viaje.
“Estando en Tijuana me quedé muy poco tiempo, no recuerdo cuánto exactamente el tiempo, para irme a Estados Unidos de ilegal. Estando en Tijuana conocí a un muchacho que se iba a cruzar y que resulta que su tía me conocía o conocía a mis papás, conocía un poco de mi situación, y así fue como yo me fui a Estados Unidos”, dijo Rosalba.
Comenzar una vida en un país extranjero sin saber leer ni escribir no fue fácil para Rosalba, ya que fue su principal obstáculo para poder conseguir un empleo.
“Yo estaba bien desesperada porque no encontraba trabajo por ningún lado. Todos me decían que necesitaba leer o por lo menos conociera las letras o los números y yo no conocía nada.
«Y de tanto andar buscando el restaurante McDonalds fue el único que me dijo ocupo alguien que limpie mesas, lave los baños, me mantenga los estacionamientos limpios, ese fue mi primer trabajo. Yo estaba súper feliz”.
Pero sus compañeras de trabajo la molestaban todo el tiempo, lo que la hacía sentirse sola, en un país extraño. Fue gracias a una compañera que se conmovió con su situación, que la enseñó a leer y a escribir pero tenía que hacerlo en un tiempo “récord” pues ella se mudaría en un mes y no deseaba que siempre se quedara atascada limpiando baños y mesas.
Después de sus clases intensivas, no solo aprendió el español, sino que también el inglés y sobre todo el menú del lugar, por lo que pronto fue escalando puestos hasta ser la gerente de la sucursal donde inició en California.
“Estaba súper feliz, y cuando me pagaron mi primer cheque yo estaba asustada, y ahora este dinero cómo se gasta. Duré como 15 días para poder preguntar qué se hacía con ese cheque”.
Rosalba, luego de superar todas las adversidades, logró convertirse en gerente de cinco sucursales, “y ahora estoy manejando una empresa internacional”, dijo orgullosa.
De las hamburguesas al café
Rosalba, compartió que cuando trabajaba en McDonalds, conoció a su esposo de origen estadunidense. “Lo conocí, en la calle, había una señora que vendía tamales en un carrito, eso se ve mucho en California, y mi esposo le encanta la comida mexicana, porque él es americano.
«Llegaba y yo también a comer. Y ahí lo empecé a conocer y empezamos a platicar y platicar. Él tenía un trabajo cerca del restaurante donde yo trabajaba y ahí me volvió a ver y así fue como se fueron dando las cosas”.
Durante un tiempo, Rosalba ahorró su sueldo tanto que incluso prefería dormir en un pequeño cuarto, para gastar lo menos posible y así poder hacer realidad sus sueños.
Ya una vez juntos, le contó a su ahora esposo sus deseos de poner su propio negocio. Su deseo era tener su propio restaurante, una cafetería.
Con todos sus ahorros en mano, que eran cerca de 100 mil dólares (hoy 1.8 millones de pesos), compró un contenedor de café de 18 toneladas en su natal Chiapas.
“Hice una locura; agarro y me aviento a comprar un contenedor de café, un contenedor de café lleva 18 toneladas, que son 41 mil 800 libras, lo compré y me lo llevé a Estados Unidos sin tener clientes, ahí tenía yo todos mis ahorros metidos de toda mi vida trabajando, estaba asustada pero dije ya está, lo peor que puede pasar es que tome café el resto de mi vida… y empecé a tocar puertas”, recordó.
Pero posicionar el café de México no fue una tarea fácil, sobre todo frente a productos de Guatemala, Brasil y otros países de Sudamérica.
“Yo insistía casi los obligaba a que tomaran mi café. Les decía pruébenlo, y lo empezaron a tomar y decían si tu café es bueno pero no tiene popularidad”, y es que entre los productores le decían que solo utilizaban el café mexicano para mezclarlo con otros para tener mayor volumen y venderlo, hecho que la decepcionó.
“Cómo es posible que solamente digan que no se vende, va escondido entre los café malos, entonces me di cuenta y empecé a discutir casi con los clientes, lo que están haciendo es robando la identidad porque están usando el café mexicano para levantar el café de otros y eso no se hace, y empecé a darle por ese lado, fue bien difícil”.
Ante tal situación, una nueva idea se le vino a la mente. Viajar a Europa. Junto a su esposo, voló hasta Alemania, en donde la situación no fue diferente a la que se enfrentó en Estados Unidos.
El café lo vendió barato, perdió parte de su dinero. Pero eso le sirvió para agarrar más coraje y defender el café mexicano. Y al año siguiente, no compró un contenedor sino dos y se los llevó a Estados Unidos. “Se vende porque se vende”, se dijo decidida.
Después de tocar puerta tras puerta, se encontró con el productor de Royal Coffe, quien de tanto insistir y ante la ausencia de un café que se pretendía catar, pusieron su producto de origen chiapaneco sobre la mesa.
“Lo pusieron y me dice, tu café está buenísimo, yo tengo 50 años en la industria y no había probado un café tan bueno como el tuyo, de México y yo me sentí tan contenta de que el hombre de esa empresa tan gigante me hubiera dicho eso, me dice, vamos a decir que a mí me interesa… cuándo estaría acá, está aquí, hay una bodega que se llama Anex, y dice estás diciendo que este café está aquí en California, le digo sí, y tengo dos contenedores, y voltea a ver a una muchacha y le dice, esta mujer está loca…”, y fue así que su vida comenzaría a cambiar.
Entre los mejores cafés de todo el mundo
Aquel hombre adquirió su contenedor y además, la invitó a participar en una de las Expo de Café más grande del país. Fue en Seattle. Acudió con su ropa típica de Chiapas para defender su producto.
“Cuando llegué estaba tan sorprendida, que en la expo no existía ninguna persona vendiendo café mexicano, cuando yo entré a la Expo, es enorme, era café de Guatemala, Brasil, Costa Rica, menos México, yo era la única”.
Al realizar una cata “secreta” en donde no se coloca el nombre del producto, el de Rosalba resultó el ganador. Al recordarlo, le fue imposible no emocionarse hasta las lágrimas.
“Yo no pude ni hablar ese día, estaba súper emocionada”. Al final de esa expo, logró colocar su segundo contenedor de café y así comenzó su historia dentro de esta industria.
“Hoy en día, exportó el café a casi todo Estados Unidos, Canadá, China, Dubai, Alemania, España y Francia, Holanda, a todos esos países y es uno de los más populares mi marca”, dijo Rosalba fundadora y directora de Mayan Harvest CoffeE.
Su café se distribuirá en el super bowl
Hoy, su empresa está conformada por 2 mil 200 trabajadores, entre ellas 268 mujeres que han sido víctimas de violencia, a quienes más allá de darles la oportunidad de trabajar, las empodera y las ayuda a salir adelante.
Gracias a ello, se ha convertido en un ejemplo para las nuevas generaciones de su natal Chiapas.
“Tú has sido nuestra fuerza, hay unas niñas que tienen 13 a 14 años que me dicen, doña Rosy quiero ser como usted, yo me siento tan contenta que me digan eso, y que yo sea un ejemplo para este grupo de mujeres”, compartió con orgullo.
Rosalba, recién recibió de Dinamarca, país que estaba pendiente por “conquistar” su paladar, “la embajadora de Dinamarca llegó para darme un reconocimiento por todo el trabajo que he hecho”.
Parte de su éxito dijo, es porque siempre está presente desde la cosecha hasta el último paso del proceso.
“Yo estoy ahí durante toda la cosecha de café, viendo que se seleccione bien porque el problema del café de México es que lo vendían todo revuelto, como venga, hay que seleccionarlo, entonces la clave es que yo lo he seleccionado personalmente el café y también cuando el café se va a maquilar, la selección eso tiene que ser; también involucrar a las esposas, esa ha sido una parte importante, que las he involucrado, he hecho un gran grupo de mujeres productoras también”.
Al paso de los años, Rosalba reconoce que no tuvo una niñez, pero eso no fue impedimento para superarse, “Mi mensaje a otras mujeres es que cuando uno es fuerte como mujer y cuando uno quiere salir de donde está, uno sale porque uno es bien fuerte, y yo pienso que todo lo que me pasó, he tomado el lado bueno”.
El café de Rosalba Cifuentes además de ya estar posesionado en diferentes partes del mundo donde el paladar es exigente, su café es uno de los cinco elegidos, por su sabor para poder ser ofrecido en el próximo Super Bowl del 2025; reportó MILENIO.