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El colapso del Antiguo Régimen

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

En su libro El Antiguo Régimen y la Revolución, Alexis de Tocqueville se pregunta: “Pero ¿por qué estalló en Francia y no en otro lugar esta revolución, por todas partes preparada, por todas partes amenazadora? ¿Por qué ha tenido en nuestra nación ciertos caracteres que no se encuentran en ningún otro lado?”. Tal vez nosotros podríamos preguntarnos, ¿por qué se construyó en México y no en otro lugar esta transformación? ¿Por qué ha tenido en nuestra nación ciertos caracteres que no se encuentran en ningún otro lado?”.

Andrés Manuel López Obrador configuró históricamente la otra ideología, la que bautizó como humanismo mexicano. Una ideología histórica que no nace ni con la Colonia ni con el mestizaje sino con los pueblos originarios y la resistencia cultural y política de las siguientes generaciones: “En fin, el humanismo mexicano se sostiene en perfecto equilibrio en dos pies, uno es el de la gran herencia cultural prehispánica que nos alimenta de virtudes excepcionales como la fraternidad, la libertad, la justicia y la honestidad; y el otro es el de la política con dimensión social y carácter público que llevaron a la práctica como en pocos lugares del mundo, nuestros próceres, abnegados y ejemplares”.

López Obrador retoma los grandes relatos de las transformaciones violentas del país: Independencia, Reforma y Revolución para llegar a una cuarta transformación pacífica que, a falta de nomenclatura, se denomina popularmente como 4T. Raigambre y futuro, la cuarta transformación intenta extirpar los males endémicos del populismo hipócrita de los años setenta y del neoliberalismo: la corrupción y la impunidad. Su dimensión social es política, económica e ideológica y, por tanto, posneoliberal: “Ser posneoliberal es aceptar algunas cosas que no puede cambiar y cambiar las que puede. Es realismo político, es pragmatismo…” (Alain Rouquié sobre AMLO).

Todo régimen engendra sus contradicciones. En el neoliberal Miguel de la Madrid propuso una renovación moral y lo suyo fue la inmoralidad renovada que abrió las puertas a Carlos Salinas de Gortari, el padre contemporáneo de la desigualdad mexicana. Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo intentaron un cambio dentro del Antiguo Régimen, un PRI democratizado, su Frente obtuvo la salutación de la derecha democrática (Manuel Clouthier) y de la izquierda (Heberto Castillo, Rosario Ibarra de Piedra). La “caída del sistema”, cuyo operador electoral fue Manuel Bartlett Díaz, canceló la posibilidad de transformación del sistema dentro del sistema. Lo que vino fue el mayor saqueo de México desde los tiempos de la Colonia, el autoritarismo, la persecución política, el enriquecimiento de unos cuantos, acendrada corrupción e impunidad, pobreza extrema y una neoliberal desigualdad insultante.

En el 2000 no inició la transición sino la alternancia electoral, la partidocracia del gatopardismo que se coronó en el Pacto por México y el matrimonio bien avenido entre el PRI y el PAN, el PRIAN, cuyo huevo de serpiente se gestó también en la época del salinismo con las “concertacesiones”. El engendro político de ideologías contrapuestas tuvo su máxima expresión reaccionaria en la candidatura gerencial (Claudio X. González) de Xóchitl Gálvez. El Antiguo Régimen colapsó por la masiva legitimidad de Claudia Sheinbaum y el respaldo electoral al llamado Plan C (la democratización del Poder Judicial, entre otras cosas).

En 2018 inició la transición democrática del país con el cambio de gobierno y la toma de poder encabezada por López Obrador. En el 2021 Morena ganó la mayoría de las gubernaturas y las curules, la legitimidad de la 4T trascendió en legalidad. La Mañanera sirvió para combatir la precarización crítica de los medios tradicionales y las benditas redes sociales funcionaron como contrapeso de los opinólogos y los intelectuales orgánicos cuya hipótesis de la deriva autoritaria de la 4T finalizó desnudando a esos intelectuales a la deriva (desde Denise Dresser hasta Gabriel Zaid, pasando por Roger Bartra, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín).

Cuando un régimen colapsa, también colapsan sus opinólogos e intelectuales orgánicos.

No sólo eso, también se resquebrajan los medios que les dan cobijo: Latinus está quebrado, la Bolsa Mexicana de Valores descorre las caídas de las acciones de Televisa y del conglomerado de Ricardo Salinas Pliego y las audiencias desdeñan sus contenidos informáticos. En nuestros días la lucha ideológica se da en el campo digital de la “celularización”, el periodismo impreso es un periodismo analógico en decadencia.

El Nuevo Régimen, el Segundo Piso de la Cuarta Transformación, es político (la transformación del Poder Judicial); ideológico: la Nueva Escuela Mexicana y la multiplicación de medios independientes digitales que se contraponen a la ideología de la derecha en desuso y sus antivalores neoliberales como la especulación, el “aspiracionismo” y el consumismo de yonquis presenciales y digitales, adictos a la lumpenización del pensamiento y de la reflexión.

El Segundo Piso de la Cuarta Transformación, para el poder económico, regula desde un Estado de Bienestar la prosperidad compartida, bajo la premisa de “primero los pobres”. Se trata de inversión económica, pero también de inversión social y de un gobierno generador de empleos (los trazos de los nuevos trenes de pasajeros, por ejemplo). Hay sincronía con la Declaración de Berlín (“The Berlin Summit Declaration – Winning back the people”): reorientar políticas e instituciones, pasando de centrarse en la eficiencia económica a la creación de prosperidad compartida y empleos de calidad; abordar las desigualdades de ingresos y riqueza que se ven reforzadas por la herencia y el automatismo de los mercados financieros, ya sea fortaleciendo el poder de los mal pagados, gravando adecuadamente los altos ingresos y la riqueza o asegurando condiciones iniciales menos desiguales a través de instrumentos como una herencia social; establecer en general un nuevo equilibrio entre los mercados y la acción colectiva, evitando una austeridad contraproducente e invirtiendo al mismo tiempo en un Estado innovador eficaz; reducir el poder de mercado en mercados altamente concentrados.

2024 sorprendió a los incautos con el colapso del Viejo Régimen y un respaldo irrestricto el dos de junio al Segundo Piso de la Cuarta Transformación. El hecho histórico, cualitativo, de tener a una mujer como presidenta añade revolución a la transformación que también se asume como un Estado de Bienestar con prosperidad compartida, sin olvidar que primero son los pobres, repito, atacando la corrupción y la impunidad y poniendo como prioridad atender las luchas feministas. El feminismo es la única revolución planetaria porque se basa en la revolución de la vida cotidiana (Agnes Heller, 1969),  la violencia de todo tipo se ejerce, primordialmente, en la guerra patriarcal contra su cuerpo y en sus relaciones familiares y sociales, en su cotidianeidad. Y trascender, transfigurar, transformar la vida cotidiana neoliberal en una revolución hacia la vida cotidiana humanista para todos es la tarea.

(José Jaime Ruiz: Escritor y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Fue jurado y tutor del Sistema Nacional de Creadores de la Secretaría de Cultura en la especialidad de “Poesía”. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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