Es conocida la historia de cómo Tales de Mileto, considerado por muchos como el primer filósofo griego (624 a.e.c), se enriqueció con el mercado de aceite de olivo solo para mostrar la utilidad de la filosofía; publicó MILENIO.
El pensador era famoso por su sabiduría, pero vivía con modestia, despreocupado de los bienes materiales. Eso provocó la burla de sus contemporáneos que reprochaban su pobreza y lo inútil de sus conocimientos. Ante esto, el filósofo se propuso cambiar la situación; vio venir la abundante cosecha de olivos al año siguiente y usó algo de sus ahorros para arrendar prensas de aceite en los poblados cercanos: Quiso y Mileto. La anticipación e incertidumbre le permitió firmar contratos a muy bajo precio. Cuando llegó el momento de la cosecha todos acudieron a las prensas con abundantes cargamentos de aceitunas. Los altos precios que exigió por el uso de las prensas le proporcionaron al sabio una fortuna considerable. Cuenta la leyenda que pronto se desharía de su dinero donando a los más pobres para seguir viviendo como siempre lo había hecho. Su objetivo había sido solamente el mostrar que la manera de vivir es una elección personal y no la representación de nuestras capacidades.
De acuerdo con la revista Forbes Jim Simons (25 de abril de 1938 – 10 de mayo de 2024) era uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna de 14 mil millones de dólares.
Antes de interesarse por las finanzas trabajó en el departamento de Defensa de los Estados Unidos decodificando mensajes secretos de los rusos, fue director del programa de matemáticas de la Universidad Stony Brook, desarrolló las “teorías de Chern-Simons” que encuentran aplicación en muchas áreas de la física y teoremas en diversas áreas de las matemáticas.
Después de sus estudios de doctorado y cansado de la vida académica, James Harris Simons se enteró de un programa de reclutamiento gubernamental para trabajar en un proyecto secreto del Departamento de Defensa en el que se analizaban mensajes codificados. El trabajo solicitaba solo la mitad de su tiempo, el resto lo podía dedicar a trabajar en la matemática que quisiera. Con buen salario y la libertad que le daban desarrolló algoritmos de desciframiento que aún están clasificados pero que él mismo consideró siempre como relevantes.
Sin embargo, cuando apenas tenía cuatro años trabajando ahí y ya con posición permanente, fue despedido.
Esto ocurría en los tiempos cuando Estados Unidos sostenía la guerra en Vietnam con lo que Simons no estaba de acuerdo. Fue entonces cuando el jefe del programa en que trabajaba, el general Maxwell Taylor, escribió un artículo en la revista dominical de The New York Times sobre cómo se iba ganando la guerra y como era importante mantener el curso de las cosas, del cercano triunfo y del brillante porvenir, etcétera. Simons reaccionó escribiendo al diario que no todos los que trabajaban para el general compartían su punto de vista. La carta fue publicada y aunque ésta no parece haber tenido efecto inmediato si despertó el interés de la revista Newsweek algunos meses después, que lo llamó para conversar sobre el tema. La revista quería reportar las opiniones de gente que trabajaba para el Departamento de Defensa pero que no estaba de acuerdo con la guerra en Vietnam.
Después de la entrevista consideró importante decirle a su jefe lo que había ocurrido. El jefe inmediato del Instituto de Análisis de Defensa le preguntó por los detalles de la entrevista y entonces él comentó algo de lo que había dicho: “Aquí me pagan por dedicar la mitad de mi tiempo en sus cosas y la otra mitad del tiempo a las mías. Mi política es que ahora me dedicaré por completo a mis cosas en tanto no termine la guerra y luego, cuando ésta terminé dedicaré todo mi tiempo a sus cosas por el tiempo que sea necesario para que los porcentajes coincidan”.
La reacción de su jefe fue natural: “Ok, creo que debo informar al general Taylor sobre esto; es mi trabajo”.
Unos minutos más tarde Simons fue llamado a la oficina de su jefe quien le dijo: “He platicado con el general Taylor y usted está despedido”.
Fue entonces que lo llamaron de la Universidad de Stony Brook para ser el director del departamento de matemáticas.
Durante un tiempo trabajó en geometría diferencial y otras áreas de matemáticas en las que haría grandes contribuciones.
Cuando heredó algo del dinero que su padre había conseguido hacer, decidió formar una pequeña empresa que trabajara en el mercado de valores. Ser rico no debe ser tan difícil, pensó en ese entonces. Durante dos años lo hicieron de manera tradicional con gran éxito, pero luego el pequeño grupo de matemáticos comenzó a desarrollar modelos de desarrollo del mercado. Con el tiempo la compañía “Renacimiento” acabó siendo una empresa de modelos. Actualmente operan únicamente con lo que los modelos programados en computadora les dice sobre el comportamiento de los mercados.
En una entrevista Simons decía que “la teoría oficial del mercado establece que los datos de precios en el mercado no indican nada sobre el futuro. Los precios cambian y los precios siempre son lo que tienen que ser. Pero eso no es verdad: siempre hay anomalías en los datos históricos de precios. Puede ser que las tendencias no sean marcadas, pero hay tendencias claras. Analizando los datos comenzamos a encontrar más y más anomalías al grado de que fue necesario entrar en más detalle”. Con el tiempo el grupo de Simons acabaría desarrollando modelos matemáticos bastante seguros de lo que ocurrirá con los precios.
La compañía sigue triunfando y haciendo mucho dinero.
Poco antes de morir, un reportero le preguntó al gran matemático y empresario si cambiaría la parte empresarial de su vida por la resolver la conjetura de Riemann, Jim Simons vaciló, luego respondió admitiendo que sí, que el cambiaria lo que le dio riqueza por haber resuelto la hipótesis de Riemann.
La fortuna de Jim Simons creció al grado en que él y su esposa comenzaron a buscar la manera de donar el dinero. Fue entonces cuando construyeron la fundación que es conocida en los Estados Unidos por sus generosos donativos a la investigación científica.
La fundación Simons dona cientos de millones de dólares a la investigación básica. También da apoyo a la investigación sobre el autismo y al tratamiento de este padecimiento que es su objetivo principal. La mayor de las donaciones va a investigaciones en Física, Matemáticas, Informática, Biología, Neurociencias, Genética. Además, dedica una parte a la comunicación de la ciencia y educación. Con todo esto no busca replicar o amplificar lo que las agencias gubernamentales ya hacen. La fundación apoya proyectos que nunca recibirían el soporte de las fuentes tradicionales de gobierno.
La tendencia del Departamento de Energía y de National Science Foundation (NSF) en los Estados Unidos es la de apoyar solo aquellos proyectos que prometen resultados y un retorno de la inversión. La Fundación Simons hace lo contrario. Financia las ideas descabelladas.