Por Félix Cortés Camarillo
Acabado el efusio que los excelentes juegos veraniegos de la Olimpiada en París nos han dejado, todos los medios se dedican a advinar quién es el ganador de la justa.
Ciertamente, el llamado medallero replica -como lo ha hecho siempre- el equilibrio miltar de las potencias mundiales. Durante medio siglo o algo así, la bolsa ganadora era de los Estados Unidos o la URSS. En 2024, China y Estados Unidos encabezan esta nueva guerra.
A los cándidos nos molesta que la competición de miles de jóvenes que han dedicado su pensamiento y sus músculos a ser mejores que los demás, se simplifque y reduzca a la numeralia. Pero las cosas son así.
Todo el que piense que hacer unos juegos olímpicos en su ciudad es un negociazo no tiene ni puta idea. A la ciudad sede le cuesta alojar y alimentar, transportar y apapachar a delegaciones de un centenar de paises ignotos y toda la parafernalia que eso conlleva. Ahí nacieron las villas olímpicas. Otra cosa es la Copa del Mundo del Futbol profesional: Son -o eran- 24 selecciones que pagaban sus hoteles y viáticos y se iban a su casa a la menor descalificación. Cash,cash,cash.
La organización de unos juegos olímpicos -hasta el día de hoy- se le otorga a una ciudad (Melbourn, Moscú, Beiying, México, París, Los Ánegles,) y no a un país.
En 1968, con la titularidad de la ciudad de México para los juegos de la XIXX Olimpiada, la necesidad de lana hizo que el presidente Díaz Ordaz, agobiado por el fenómeno político del dos de octubre escuchara la sugerencia fiscal -momentánea, ja ja- de Ortiz Mena inventando la tenencia de automóviles.
El deporte es política.
El máximo ganador de los juegos de 2024 se llama Emmanuel Macron, presidente de Francia. Inauguró magníficamente unos juegos olímpicos de rechupete, en donde todos los franceses olvidaron sus diferencias políticas para gritar -ganaran o perdieran- ¡vive la France!
Macron logró, intencionalmente o no, la unidad nacional que estaba siendo fracturada por la derecha de la señora Le Pen.Él se lleva, digo, yo, la de oro.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Si para Peña Nieto su Waterloo fue Ayotzinapa, para Andrés Manuel se llama Zambada.