Cuando los hermanos Carlos Alberto y Rutilio declararon en 2023 en el juzgado de Tekax, en Yucatán, no negaron sus acusaciones inquisidoras contra una mujer; de hecho, su única indignación fue que, según ellos, las autoridades mexicanas habían entrado en su cuenta de Facebook sin permiso, de donde extrajeron una publicación donde acusaban a su vecina de ser adoradora del diablo; informa MILENIO.
“Conozcan a esta bruja, ella mató a mi sobrino, se lo entregó a su Dios por $3,000.00. No el covid, lo mató ella, ella lo mató, pero en esta vida todo se paga (…) Ahora vas a comer bien, conseguiste lo que quieres, y si llegara a pasar algo a los demás integrantes de mi familia o a mí, ella es la única responsable”.
Esta publicación era la culminación de una serie de sucesos que en el juzgado los conocieron como la historia de la Bruja de Mama, un pequeño municipio del sureste mexicano de poco más de 2 mil habitantes, a sólo 55 kilómetros de Mérida. Ahí, el 13 de junio del 2021, en pleno siglo XXI, se armó una cacería de brujas.
Todo empezó cuando los hermanos Carlos Alberto y Rutilio, enceguecidos por la preocupación que les ocasionó el delicado estado de salud de un sobrino infectado de covid-19, llegaron hasta la puerta de la casa de su vecina para reclamarle que por culpa suya el hombre estaba grave.
“¡Deshaz el hechizo! ¡retira la brujería!”, le gritaron mientras la jaloneban de la ropa.
La señalada vivía en una casita en un rancho con su hija y su madre, una mujer mayor. Las tres recuerdan que ese día, cerca de las seis de la tarde, estaban en los preparativos de lo que sería una novena, un acto de devoción católico con rezos que se practica durante nueve días para obtener alguna gracia divina o conmemorar un acto religioso.
Entre gritos los hermanos Carlos y Rutilio les exigían: “¡Bruja, habla con tu Dios!”. La madre de la mujer empezó a hiperventilar cuando los gritos se convirtieron en amenazas: “¡Todo el pueblo se va a enterar de tus hechizos, y te vas a arrepentir de haber embrujado a mi sobrino y te van a sacar a pedradas!”.
La hija de la mujer acusada de bruja, también declararía más tarde en el tribunal, que ese día los hermanos le advirtieron que si su madre no hablaba con “su Dios” para quitarle el hechizo al dichoso sobrino, no se iban a tocar el corazón para matarlas. Le dijeron que contratarían a un cazador que las perseguiría con una escopeta.
Un día después el sobrino enfermo falleció. Según un reporte del médico forense de Yucatán, el hombre murió de insuficiencia renal, choque séptico y neumonía por covid-19. No había brujería, solo una larga lista de padecimientos que se complicaron con la enfermedad.
Pero esa versión, la científica, no fue suficiente para Carlos y Rutilio, quienes publicaron en Facebook el anuncio que daría inicio al juicio de brujas en el municipio de Mama, el que iniciaba con el ominoso: “Conozcan a esta bruja, ella mató a mi sobrino, se lo entregó a su Dios por $3,000.00”.
Pero la publicación en la red social no les bastó: en el juicio se reveló que los hermanos llevaban tortillas a domicilio y que fueron casa por casa diciendo a sus clientes que la mujer era una bruja. Ella tenía un pequeño negocio de ropa, pero cuando sus vecinos le retiraron el habla por los chismes en su contra, se quedó sin recursos.
Desde ese día, la mujer acusada de bruja empezó a tener problemas para dormir y comenzó a creer que todos en el pueblo querían matarla. Y de hecho no estaba equivocada: según un testigo que se presentó ante el Ministerio Público, por esos días los vecinos empezaron a organizarse para buscar gente del poblado que quisiera lapidar su casa.
Otra testigo, una prima de la mujer acusada, también dijo a los investigadores que cuando iban caminando por las calles de Mama le gritaban cosas como: “Pobrecita, ahí se va la bruja con todo su hechizo, pero con un par de balas no creo que le funcione” o “Ahí se va la bruja hechicera, no sabe lo que le espera, que siga disfrutando su paseo, pobrecita”.
En un dictamen realizado por una psicóloga del Instituto de Ciencias Forenses de Yucatán, se concluyó que la mujer víctima de las acusaciones presentaba afectaciones psicológicas relacionadas con los hechos. Porque en una comunidad pequeña, el rumor de que alguien practica brujería suele tener gran impacto en la persona señalada, concluyó.
Deudores y padres ausentes
Una investigación de MILENIO revela que del año 2019 a la fecha hay 21 sentencias públicas, radicadas en el Consejo de la Judicatura Federal (CJF), que revelan que las mujeres continúan enfrentando en tribunales acusaciones por distintos delitos, en donde, como parte de los argumentos, las señalan de ser brujas o adoradoras del demonio.
En su mayoría las acusaciones provienen de ex maridos a los que se les ordenó pagar la pensión alimenticia o se les negó la custodia total de los hijos, pero también hay jefes que las despidieron de sus trabajos y se les hizo fácil acusarlas de brujería.
Estos casos dejan en evidencia que la magia, la brujería y la superstición no son temas de la Inquisición y aún forman parte de la realidad social mexicana.
Una revisión en la base de datos de sentencias del Poder Judicial de la Federación, arroja que de los 21 casos, ocho de ellos fueron asuntos civiles, es decir, juicios de amparo o quejas donde se trataron temas relacionados con la custodia de los hijos o divorcios que se complicaron, hasta llegar a los tribunales federales.
Un juicio de amparo del 8 de octubre del 2020, revela que en la sala familiar de Bravos, en Chihuahua, uno de los argumentos que presentó un hombre en contra de su esposa para quedarse con sus hijos fue que ella era una mujer agresiva que practicaba la brujería.
Relata cómo su ex, durante una visita a sus hijos, gritaba que había “unas brujas” que le confirmaron que él la engañaba y que su madre –la ex suegra – también era una bruja que los había hechizado durante su matrimonio. El hombre dejó entrever que tales creencias afectaban a sus hijos.
En otro caso del 28 de octubre del 2022, un hombre se inconformó cuando su ex esposa logró que un juez fallara a su favor para que fuera él quien saliera del hogar que habían compartido y le dejara la casa a ella y a sus hijos.
Según la sentencia, el hombre –que se negaba a dejar la casa– aseguraba que la culpable de la situación familiar era ella, que le había generado daño emocional al reprocharle durante el matrimonio que trabajaba mucho, pero, eso sí, pidiéndole todo el tiempo cosas materiales para la casa.
Dijo que cada vez que se enojaba por problemas “imaginarios” dejaba de hablale y por esta razón él había caído en un estado de depresión tal, que lo llevó dos veces a cometer intentos de suicidio.
Pero el drama familiar no paró ahí: uno de los argumentos del señor fue que su ex pareja le hacía brujería: “Ya no puedo ni tomarme una copa en mi casa ni hablar con nadie por teléfono, pues de todo me checa, me vigila y me reclama. Incluso tiene un altar”.
Como parte de la evidencia de ser víctima de maltrato psicológico, él adjuntó una fotografía del altar con el que su ex esposa supuestamente le hacía brujería.
En otro juicio de amparo del 24 de febrero del 2021, puede leerse que una joven madre solicitaba pensión del 50 por ciento del sueldo de su ex marido, un maestro jubilado de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, para su niño que requería cuidados especiales porque padecía de trastornos del espectro autista.
La mujer, quien le rogaba apoyo pues “es un derecho que tiene mi hijo de un hogar digno”, aseguró que recibía amenazas constantes de él de echarlos a la calle, porque, según alegaba, la casa no era suya, sino de su madre. Y en esa circunstancia, el hombre contraatacó: aseguraba que el maltratado era él y que su integridad peligraba, ya que ella gustaba de practicar la brujería. Según él, por esa razón abandonó la casa, a su hijo y a su esposa.
Este tipo de acusaciones no sólo las plantean maridos de mujeres que quieren librar la manutención y las pensiones alimentarias, sino que incluso son los hijos que sostienen ese argumento acompañados de sus padres.
En un documento del 8 de julio del 2022, en Tlaxcala, unos hijos expusieron acerca de su progenitora: “Que no es su deseo convivir con su mamá, ya que ella hacía brujerías y tenía siete novios”.
Hay casos extremos
Uno de los casos con más detalles en las acusaciones contra mujeres puede leerse en un escrito presentado el 30 de mayo del año 2022 en Cholula, Puebla.
Esta historia fue contada por el ex marido de una de las mujeres que peleaba la custodia de sus hijos. Él aseguraba que su ex pareja era una mala influencia y los chicos debían vivir con él. La mujer, decía, era tomadora y trabajaba como imitadora de la Diosa de la Banda Jenni Rivera: “tequilera y malandrina” se hacía llamar. Y además, sostenía el hombre, era bruja.
Su relato era casi desde que se casaron empezaron los problemas. Él era músico, y cuando llegaba tarde del trabajo ella se molestaba, lo celaba. Para colmo, aseguraba, ella “siempre se la pasaba en el celular, en el gimnasio, pero también en las artes de santería y ocultismo. Los fines de semana cantaba como imitadora de Jenni Rivera, razones por las cuales en ocasiones mis hijos tenían accidentes por falta de atención”.
En su versión, al nacer su segundo hijo la mujer empezó a tener conductas muy extrañas, “debido a las amistades que empezó a frecuentar, quienes la empezaron a inducir al ocultismo y la santería”.
A continuación se reproduce su narración completa:
“Me eran molestas las actitudes por el cambio radical en su apariencia, ya que al inmiscuirse en la santería y el satanismo, cambió radicalmente su forma de vestir, de actuar, inclusive, contenido que compartía en redes sociales como Facebook e Instagram, versaban totalmente en cuestiones satánicas, y no era tanto por el hecho que a mí me afectara dicha situación, sino por mis menores hijos que les espantaba su aspecto.
“Esta situación se empezó a agudizar, cuando un buen día en la recámara en donde dormíamos empezó a colocar poco a poco objetos como veladoras de colores, imágenes de la santa muerte, de demonios y muñecos que de primera vista pude percatarme y por el conocimiento popular, son utilizados para realizar brujería y cráneos de fibras de vidrio.
“En un principio sí le comenté que quitara tales cosas ya que no eran aptas para el sano desarrollo de nuestros hijos a lo que en una ocasión me comentó que no era nada que afectara a nadie y que la dejara hacer sus cosas.
“Ya con el paso del tiempo, me pude percatar que en ocasiones se encerraba en una de las recámaras que estaban desocupadas o inclusive en el mismo lugar donde dormíamos, a hacer ritos, encontrando sal quemada en el piso, cenizas de papeles que había quemado, veladoras, cera regada en el piso. Por lo que sí tuvimos una discusión un día porque le pedí que dejara de hacer eso, porque inclusive dejaba las veladoras prendidas, y nosotros nos íbamos de casa y en una ocasión le dije que eso podía causar un accidente y hasta dejarnos sin casa.
“Nunca entendió, y siempre decía que no la comprendía (…) hasta que empecé a ver una sombra negra en uno de los pasillos de nuestro domicilio, cosa que se pudieron percatar mis hijos, quienes ya en las últimas fechas en que vivimos juntos todos como familia, a mis hijos les causaba terror, pasar por ese pasillo. Al grado que tuve que llevar a un sacerdote a bendecir la casa”.
Una bruja en el trabajo
Si bien los juicios civiles son los más comunes, en los documentos consultados puede leerse el caso de otra mujer en San Andrés Cholula, el 11 de febrero del 2022. Ella, según la narración, trabajaba en una universidad, y el 1 de agosto de 2018 fue llamada por su jefe inmediato a su oficina para comunicarle algo sorprendente:
“Mira, me da mucha pena pero voy a tener que prescindir de tus servicios laborales, porque no me gusta nada la conducta que has desarrollado a mis espaldas”.
Desconcertada, ella preguntó qué había hecho y él contestó que se había enterado que ahí en la universidad prendía velas negras y tenía varios frascos con sustancias desconocidas. Ella le pidió que llamara a la persona que había llevado ese chisme y que la llevara al lugar donde según ellos tenía tales objetos de brujería. El jefe le contestó que no tenía ningún caso y que, por favor, pasara con la contadora a firmar su renuncia y la entrega de su finiquito.
“Dijeron que me dedicaba a la brujería, lo cual resulta injusto, porque a partir del momento que prescindieron de mí, dejé de percibir un sueldo mensual de 7,100”, cuenta la mujer.
“Y todo fue un chisme”.
Imagen portada: Cuartoscuro