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Por José Francisco Villarreal

No es deseable, pero tampoco reprochable, que las “fuerzas políticas” derrotadas estrepitosamente convoquen al presunto tsunami ciudadano que tanto presumieron. Muy su derecho. Desenmascarada ya su cínica vocación partidista, no tuvieron ninguna sanción significativa de autoridades electorales por su obvio apoyo a una coalición que ahora se desvanece nacionalmente, y permanece frágilmente ya no como coalición sino como complicidad en algunos estados, como Nuevo León. El 11 de agosto volvieron a manifestarse, pero con menor potencia que la que tuvieron con el PRI, PAN y PRD como capataces. Sólo vi al infatigable Claudio X comandando a un puñado de personas y a rastrojos de las pasadas elecciones. No tengo mucho tiempo ni ánimo de ver noticias, pero hice un esfuerzo para enterarme del resultado de la nueva manifestación rosa contra el INE, ese que según ellos “no se toca”. Esperaba ver algo semejante a las nutridas “mareas” anteriores, pero por lo visto la “marea rosa” devino en “marea sosa”. Escuché a Leonardo Valdés, ex consejero del IFE, cuya escasa autoridad moral se refrendó con algunas nuevas mentirijillas y un solfeo desafinado en la exposición de sus demandas rosas. Bertha X, sin miedo a nada, volvió a tribuna, esta vez sin teleprompter, reclamando diez millones de votos tan míticos como la izquierda comunista que repudian. Me acordé de aquel principio epistemológico “Quod gratis asseritur, gratis negatur”, que transliteró el periodista Christopher Hitchens en algo así como “Lo que se afirma sin pruebas se puede negar sin pruebas” (La navaja de Hitchens). Así concluí mi análisis de los galimatías expresadas en la tribuna rosa sosa, y luego usé otra navaja para rebanar un importantísimo pepino.

Es aburrido, muy aburrido, escuchar una y otra vez la cantaleta que corea la oposición sobre las legislaturas: sus comedidos medios y comentócratas, anémicos partidos, y ese embrión de “partido rosa” que quieren a toda costa empollar. ¿Tienen razón? Sí, la tienen. De la misma manera que cuando este peliagudo asunto de la sobrerrepresentación legislativa se trató de corregir en una iniciativa de reforma electoral que ellos no aprobaron. Sus razones topan en algo muy simple: la ley electoral es precisa en el tema. No se trata de una expresión ambigua, una circunstancia imprevista o un factor nuevo. Son condiciones estipuladas puntualmente por el INE antes del proceso electoral. Si se permitiera que el INE o los tribunales interpretaran la sobrerrepresentación esta vez a favor de la oposición, se tendría que forzar en significado de las palabras impresas en la ley. Si se reinterpreta el significado de las palabras en esta ley, se abre la puerta para que se aplique el mismo criterio en todas las leyes. Esto es, que acabaríamos con una Constitución y sus leyes emanadas tan ininteligibles como el manuscrito Voynich, pero sin monitos. Tampoco se trata de borronear el texto literal con palimpsestos retóricos como el de Valdés, que mañosamente dice “fuerzas políticas” para disolver la frontera entre coaliciones y partidos políticos. Si las demandas rosas replicadas en otros estados fueron las mismas, no hay de otra: hay que aplicar parejo la Navaja de Hitchens.

Esta batalla contra la presunta “sobrerrepresentación”, al relegar las protestas contra la elección presidencial, admitió la legitimidad del triunfo de Claudia Sheinbaum antes que el propio TRIFE.

Esta lucha “democrática” para poder imponer otra vez sus famosas “moratorias legislativas” y bloquear iniciativas, tiene dedicatoria muy clara. Lo que en realidad se pretende es impedir que se limpien las fétidas cloacas del Poder Judicial.

Es el último reducto de los poderes fácticos y de los partidos políticos a su servicio. Una labor difícil para estos cruzados del “lawfare” cuando el propio Poder Judicial no abona mucho en su defensa favoreciendo a personajes tan impresentables como el “Gober Precioso”, un “sabadazo” que se suma a la miríada de deméritos contra el Poder Judicial. Es tentador que pueda uno cometer cualquier delito y, en caso de ser descubierto y procesado, seguir el proceso en la tranquilidad del hogar. Sólo falta que un probo juez permita que también se cumplan penas de reclusión en casa. Para anacoretas impenitentes como yo, la posibilidad es muy seductora.

Para mí, y creo que para muchos, todo esto no tiene sentido. Pareciera que el frenesí por blindar al Poder Judicial es tan urgente que no importa usar argumentos que no resisten la Navaja de Hitchens; vaya, ni siquiera la epistemología salvaje del “¡No mames!”. Tampoco parece importar repetir estrategias que han demostrado ser inútiles y contraproducentes. No parece que aprendieran la lección ni que hayan entendido lo que nos enseñó un proceso electoral que ha sido determinante para la historia de México, ejemplar para el mundo, y esclarecedor para la sociedad. Me da la impresión de que ya no se trata tanto de democracia o razón sino de institucionalizar un criterio postelectoral que pueda retorcer el sentido del voto expresado en las urnas. En aras de la democracia, restringirla, reducirla a sofismas jurídicos y percepciones legaloides. ¡Peor aún! Equiparar ese desprecio al elector como una norma que uniforme procesos y gobiernos incluso en otros países. Contra la particular heterogeneidad de los gobiernos iberoamericanos progresistas habidos y por haber, la derecha y ultraderecha internacionales impulsan una “democracia” universal muy homogénea y muy ática. Sí, en Atenas, la cuna de la democracia, todos los ciudadanos eran iguales ante el estado, pero no todos los atenienses tenían derecho a ser ciudadanos. Unos más iguales que otros.

La derecha internacional, con todos sus matices y su obvia organización, no ceja en su fantasía de desatar un blitzkrieg, pero con gotero, un ejército fodongo y una ostentosa artillería de tira papas.

El extraño retorno del impresentable Loret a LatinUS, prefigura que se continuará con la misma estrategia estridente que el 2 de junio desmoronó a la oposición fachosa en México. Es ilustrativo que el amo de las fake news, el apóstol del montaje, se reincorpore a ese tapanco de los enanos sólo superado por la mesa de Atypical, justo cuando Claudia Sheinbaum deja la virtualidad para instalarse en la efectividad política como Presidenta Electa.

Desde todas sus trincheras, las hordas opositoras no han callado, sólo bajaron su intensidad para volver a la carga con la misma estrategia que ya usaron aquí, y que se ha usado en otros países. No es una estrategia diseñada en México, no apela a la razón del elector sino a sus vísceras, a sus pasiones, a su náusea. Los “operadores” nacionales no son tan estúpidos para crear y creer en estas tácticas, pero sí son muy obedientes para aplicarlas. Ahora, en esta batalla contra la reforma al Poder Judicial y el pro de la plurisemia legal, se ignora cínicamente las leyes, las reglas, el sentido común, porque se pretende no sólo exaltar ese poder por encima del Ejecutivo y Legislativo, también se busca tener a la mano un arma contundente que pueda enmendar o contrariar la decisión de los electores y el sentido de las propias leyes. Jueces, magistrados y ministros ungidos con la infalibilidad pontificia y el fulminante dogma de fe. Es una batalla por destruir el criterio de que, por encima de todos los poderes del estado, incluido el Judicial, siempre debe estar el ciudadano elector.

No sé si finalmente proceda la intentona opositora de blindar a los pillos del Poder Judicial. Sí me queda claro que de Claudia Sheinbaum está ya lubricando sus mecanismos y seguramente operando desde la continuidad que pretende aplicar. También queda claro que los espacios opositores críticos contra ese régimen evolucionado, mantendrán la misma táctica llena de gritos, insultos, mentiras y movilizaciones zombis. Si logran mantener un Poder Judicial corrupto y nepotista, reforzarán su guerra legal; si no, apelaran a tribunales internacionales y rogarán por la intervención extranjera. Tampoco van a escatimar gastos para extender la guerra sucia para desprestigiar y, si les es posible, derrocar al nuevo régimen. Quiero pensar que habrá otros espacios críticos que sí se eleven por encima del estercolero de la derecha internacional. Quiero suponer que los mexicanos aprendimos la lección y, en los recientes seis años, ya somos más diestros en el uso de la Navaja de Hitchens. Sólo con ver al aire de nuevo a Loret de Mola, es suficiente para avisarnos que deberemos tener esa “navaja” epistemológica siempre a la mano. Eso sí, ahora dependerá del nuevo gobierno si la oposición internacional (sí, internacional) logra sembrar confusión en los electores, o si de una vez por todas, los medios terminan por hundirse en el descrédito total. Es necesaria una oposición seria, pero nunca lo serán ni el feudo panista de Marko, ni el PRIalito, ni la sosa marea rosa devenida en partido político, ni la santa cruzada ultraderechista de Verástegui. ¡Cuidado! Nos espera un sexenio difícil: un reto al criterio de los ciudadanos y una invitación al hartazgo.

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// José Francisco Villarreal

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Autor: stafflostubos
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