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La era del desvarío: de la “dictadura perfecta” a la “dictadura legal”

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

…la población lo puede o no entender, lo que va a pasar es una autocracia legal, una dictadura. //  Héctor Aguilar Camín

…tuvo el autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz; el nacionalismo de cartón piedra de Luis Echeverría Álvarez, la demagogia corrupta de José López Portillo, la mediocridad administrativa de Miguel de la Madrid, la perversidad de Carlos Salinas de Gortari, la vocación criminal de Ernesto Zedillo, la ignorancia enciclopédica de Vicente Fox, el militarismo y la mecha corta de Felipe Calderón, y la frívola superficialidad de Enrique Peña Nieto. // Subcomandante Marcos

Los sueños del desasosiego producen monstruos, desvaríos. Así Héctor Aguilar Camín, así Lorenzo Córdova, así el subcomandante Marcos. Hace unas semanas publiqué: “La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos morbosos más variados”, escribió Antonio Gramsci en Los cuadernos de la cárcel (cuaderno 3, 1930). La revolucionaria insistencia de Andrés Manuel López Obrador por arribar a la Presidencia de la República hizo que lo nuevo naciera y en el sexenio transformó el paradigma político del país. Hay cambio de gobierno, no toma de poder por los ciudadanos; el cumplimiento del Plan C es la toma de poder, la necesaria división republicana del ejercicio del poder político, del poder económico y del poder ideológico”.

Lo tiene claro Claudia Sheinbaum, si ya separamos el poder político del poder económico e ideológico, también hay que separar el poder judicial del poder económico para los necesarios contrapesos republicanos. Los variados fenómenos morbosos de los que escribió Gramsci se ejemplifican en el desasosiego y el desvarío de los intelectuales y comentaristas orgánicos del Antiguo Régimen. Antes hablaban de la dictadura perfecta, hoy de la dictadura legal, de la autocracia legal.

En un encuentro organizado por la revista Vuelta, el gran escritor Mario Vargas Llosa acuñó la frase de que México era la dictadura perfecta, Enrique Krauze quiso suavizar el comentario hablando de “dicta/blanda”; Octavio Paz los conminó al rigor intelectual: el país padeció no una dictadura sino un sistema político de partido hegemónico, el PRI –todo sucedía durante el salinato y Vargas Llosa tuvo que huir del país al siguiente día. El mediocre escritor Héctor Aguilar Camín, en su nostalgia de apapachos, porfía sobre una “autocracia legal”, un desvarío político, ideológico, un desvarío intelectual. Los autocalificados demócratas (Denise Dresser, Jesús Silva-Herzog Márquez, Córdova) son los promotores de la ilegalidad, del autoritarismo, de la inconstitucionalidad.

Lo señaló Michelangelo Bovero (Orígenes y fundamentos del poder político): “Si se quiere distinguir al poder coactivo de la organización política del poder coactivo de otras organizaciones o grupos, parece pues indispensable vincular la noción de poder político a la de legitimación: la tradicional “investidura”. O como dice Kelsen, que repropone el problema en términos análogos a los de San Agustín, si se quiere distinguir el mandato del Estado de la intimidación del bandido es necesario concebir el poder político como poder ‘autorizado’”.

Las elecciones del 2 de junio invistieron a Claudia Sheinbaum como presidenta, su autoridad política es un poder “autorizado” por los ciudadanos. Por eso hay que distinguir entre “autoridad” y “autoritarismo”. Las elecciones autorizaron el Plan C y la democratización del Poder Judicial, le dieron autoridad al Legislativo para realizar los cambios constitucionales, ese fue el mandato que el pueblo demanda. Frente a este mandato la oligarquía y sus voceros funcionan como bandidos, por eso intimidan, o tratan de hacerlo, pero lo suyo carece de investidura, son poderes fácticos “desautorizados”, es el estertor coreográfico de la danza de los bandidos.

Por último, jamás pensé que Aguilar Camín y el Subcomandante Marcos, en su dual decadencia, se hermanaran en sus desvaríos. Uno sin apapachos, otro sin base social ni ideológica, se suman a un coro plañidero, chillón, reaccionario. La historia los absorberá.

(José Jaime Ruiz: Escritor y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Fue jurado y tutor del Sistema Nacional de Creadores de la Secretaría de Cultura en la especialidad de “Poesía”. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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