Tim Burton es un director inclasificable que desde la llamada meca del cine ha perpetrado historias insólitas que escapan por completo a los cánones impuestos por la industria —aunque es conveniente advertir que no todas las películas de Burton son apuestas febriles, en dos ocasiones ha cedido a los imperativos de Hollywood logrando sendos éxitos de taquilla con decepcionantes aunque efectistas resultados en la pantalla. Ni el remake de El planeta de los simios ni la enésima versión de Alicia en el país de las maravillas muestran lo mejor del director que ha hecho del relato fantástico su modo de vida, como lo hace evidente el libro biográfico Tim Burton, de Marcos Marcos Arza, publicado por la editorial Cátedra; publica MILENIO.
La obra es un riguroso análisis del cine del director de La gran aventura, su primer largometraje, filmado en 1985, sobre un estrafalario individuo que viaja por Estados Unidos en busca de su bicicleta robada. Es una película insólita, surrealista, en la que el personaje de Pee-Wee Herman, creado para la televisión, se consagra en el cine.
Treinta y nueve años después, Tim Burton, quien nació el 25 de agosto de 1958 en Burbank, California, es autor de una filmografía singular en la que explora los amplios territorios de la otredad y lo sobrenatural, que él reivindica en historias opuestas a los discursos habituales. En su segunda película, Beetlejuice (1988), por ejemplo, dos fantasmas ingenuos se enfrentan a la incomprensión y avaricia de los vivos, mientras un tercero se cocina en el fuego lento del humor más ácido.
Protagonizada por Alec Baldwin, Geena Davis, Jeffrey Jones, Catherine O’Hara, Winona Ryder y Michael Keaton, quien da vida al personaje principal, estrafalario, cínico, abusivo, pero también, al mismo tiempo, repulsivo y simpático, Beetlejuice, como otras películas de Burton, se convirtió en un clásico del que actualmente se promueve la segunda parte, en la actúan nuevamente Keaton, Ryder y O’Hara y se agregan, entre otros, Justin Theroux, Monica Bellucci, como esposa de Beetlejuice, y Jenna Ortega (que se catapultó al estrellato con su papel de Merlina en la película homónima), quien personifica a la hija de Lydia Deetz (Wynona), la adolescente gótica de la cinta original.
Tras sus dos éxitos iniciales, Tim Burton logró el tercero: Batman, una película oscura sobre un héroe atormentado protagonizada por Michael Keaton y un Jack Nicholson genial en su papel del Guasón. Volvería a la historia del murciélago vengador en 1992, con una película más lóbrega que la primera.
Entre las dos impactantes cintas de Batman, en 1990 Burton hizo su trabajo más personal, en el que muestra con más claridad su obsesión por los monstruos, su preocupación por la manera como la gente mira a quienes son distintos. Protagonizada por Johnny Deep, quien se convertiría en su actor fetiche, El joven manos de tijera es una fabula sobre los devastadores efectos de la incomunicación y el rechazo.
1994 es el año en que Tim Burton filma una de sus películas menos apreciadas por el público y más reconocidas por la crítica: Ed Wood, un homenaje al considerado peor director en la historia del cine, un apasionado de las películas, amigo del legendario y decrépito Bela Lugosi y líder de una tropa de perdedores.
La imaginación es el mayor atributo del cine de Tim Burton, sus extraordinarias puestas en escena en películas como Marte ataca, El jinete sin cabeza, El gran pez, Charlie y la fábrica de chocolates, El cadáver de la novia, Ojos grandes, Dumbo, veneradas por los cinéfilos de todo el mundo a las que ahora se agrega Beetlejuice, Beetlejuice, en la que la nostalgia y el delirio van de la mano.
Imagen portada: Juan Carlos Bautista / MILENIO