Por José Jaime Ruiz
…cuando quiero echar falsete/ sólo sale un vil chisguete/ de aquel gran chorro de voz. // Chava Flores
La derrota del 2 de junio trasciende la derrota del PRIAN, es el derrumbe del Antiguo Régimen, lo cual conlleva el declive del poder oligárquico, los reacomodos del poder delincuencial (tanto de cuello blanco como del crimen organizado), la desaparición de los organismo dependientes de la partidocracia y los poderes fácticos económicos, pero también el declive inexorable de las voces de los intelectuales y columnistas orgánicos, lo cual denota la recomposición de esa parte ideológica del sistema político mexicano llamada anteriormente medios de comunicación y hoy medios de manipulación: renovarse o morir.
Deteriorada fisicidad: senil, beodo, menopáusica. Lo peor es la deshonestidad intelectual, la carencia de rigor analítico, el estipendio por tonterías de Enrique Krauze, Héctor Aguilar Camín y Denise Dresser, quienes encabezan el paradigma del anterior sistema político mexicano. Ya lo he escrito, cuando fenece un régimen, sus intelectuales orgánicos sufren la mitosis neurodegenerativa de la propaganda, no del análisis, no de la reflexión.
El hispano monárquico Krauze profetiza una “monarquía” mexicana. No le bastó plagiar las ideas de Daniel Cosío Villegas para plantear su frase de la “presidencia imperial”: “Después de ser una monarquía, el 4 de octubre de 1824 México se convirtió en una república. Pasaron 200 años. En septiembre de 2024 México dejará de ser una república para convertirse en una monarquía. ¿Lo permitiremos?”.
El “historiador” que se arrodilla ante la monarquía española (Ricardo Sevilla, 2021), ahora pretende un alzamiento ante la inexistente, falaz, “monarquía” mexicana:
“Lo cierto es que el Premio de Historia Órdenes Españolas no es el primer galardón ni el único reconocimiento que Krauze ha recibido de la monarquía borbónica española. Recordemos que el 6 de junio de 2008 Felipe Calderón y Margarita Zavala visitaron a Juan Carlos I de España para aceptar, con beneplácito, la Gran Cruz con Collar de la Orden de Isabel la Católica y la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, respectivamente. Calderón aprovechó aquel momento para proponer al entonces Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación español, Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé, que designara a Enrique Krauze, José Woldenberg, Javier Garciadiego y Mario Molina con aquella misma distinción borbónica. Fue así como, mediante el Real Decreto 1409/2008, emitido el 1 de agosto de 2008, y por intermediación de Felipe Calderón, Krauze recibió, dos meses después, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, firmada por el mismísimo rey Juan Carlos I de España”.
Héctor Aguilar Camín, quien extraña los apapachos del salinismo y del PRIAN, podrá extrañar también su lugar en Televisa. Inconexo, lo suyo fue la soberbia envilecida de un extraviado: si la realidad electoral fue como fue, peor para la realidad… y su alucinante «dictadura legal». Denise Dresser, vapuleada una y otra y otra y otra vez por Vanessa Romero en los programas de Carmen Aristegui, también pierde foros: lo suyo no fue analizar sino despotricar.
Y, así, la “clase intelectual” sin clase. Descastados, ahora lloriquean por los rincones de las redes sociales. Voces en fuga, ni eco ni cajas de resonancia para ellos, ni siquiera voceros, apenas vocingleros del polvo de aquellos lodos.
