Por José Jaime Ruiz
El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”. // John L. O’Sulivan, periodista estadounidense quien acuñó la frase: el Destino Manifiesto en 1845
En diciembre de 1823 se oficializó la Doctrina Monroe con su idea de “América para los americanos”. En 2018 se oficializó la Doctrina 4T: “México para los mexicanos”, que se respaldó el 2 de junio de 2024 con el Nuevo Régimen. Ahora que está de moda Gustavo Díaz Ordaz, recordado tanto por la derecha y la izquierda reaccionarias, repaso lo que le dijo ese expresidente mexicano a Julio Scherer García: “No hay mexicano verdadero que no quisiera cobrarse las cuentas pendientes con los Estados Unidos. Son nuestra obsesión y para siempre habremos de repetirles que no olvidamos los agravios… Los gringos aceptan nuestras mentadas de madre. No les gustan, pero no pasa de allí”.
Ken Salazar, como buen cabildero, aceptó las mentadas de madre del presidente Andrés Manuel López Obrador y de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum. Las embajadas de los Estados Unidos y de Canadá en Latinoamérica, hay que entenderlo de una buena vez, son mensajerías de cabilderos que representan, en este orden, a los gobiernos y a los inversionistas de sus países (aunque a veces la ecuación cambia) y nunca a sus ciudadanos. Si realmente les interesaran sus ciudadanos, ya habrían resuelto sus problemas de salud, incluyendo el consumo dramático y mortal de drogas.
Mientras el gobierno mexicano litiga en los Estados Unidos contra la producción y tráfico de armas, un litigio eminentemente social que indica la preocupación por la inseguridad y la delincuencia organizada, los litigios que se cabildean desde Estados Unidos y Canadá tienen que ver con extractivismo (Calica o las mineras canadientes), es decir, son eminentemente económicos. Las preocupaciones de cada país manifiestan quiénes son dueños o a quién sirven en cada “soberanía”. En fin, los gringos aceptan nuestras mentadas de madre. No les gustan, pero no pasa de allí.
Castañeda, Dresser, Aguilar Camín: ¡Supúrenlo! ¡Supérenlo!
Hace falta el corrido de los corridos. Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Denise Dresser… supuran por la herida. Castañeda, quien propuso la guerra sucia, pero sucia, se lamenta: “Yo considero que el despido simultáneo de seis colaboradores críticos del gobierno en La Hora de Opinar constituye un acto de censura, una cortapisa a la libertad de expresión, y un indicio ominoso de lo que viene. No tengo cómo saber si fue por iniciativa de Televisa, de Leo, o a pedido del poder. Da más o menos lo mismo. Ante lo que viene, es una señal. Una mala señal”. La mala señal fue haber convencido de la guerra sucia, pero sucia, a Televisa para chantajear a Rocío Nahle. A los asesores maletas se les despide, y punto.
Para Héctor Aguilar Camín esos ciudadanos que han hecho de “La casa de los famosos” un furor mediático, son aquellos ciudadanos “comprables, de baja intensidad”. También: “No importa si la población no entiende nuestro análisis ni pueda ver lo que va a pasar, eso no significa que nosotros estemos mal, nosotros tenemos la razón y punto”. Aguilar Camín tan preclaro, no vio lo que iba a pasar, es decir, que lo corrieran de Televisa… y punto.
La colaboración editorial de Denise Dresser en Reforma –aunque sin decir nombres–, imperdible… si la envidia fuera roña. Se lanza contra Viri Ríos, Violeta Vázquez-Rojas y Vanessa Romero Rocha: “¿Serás el comentarista que manipula datos, malinterpreta cifras y disemina ideas o columnas repletas de mentiras o verdades a medias, en nombre del pueblo, los vulnerables, el ‘bien mayor’, la solidaridad tribal o la reticencia a ser expulsado del grupo que ahora controla los privilegios?”. Y despotrica contra Sabina Berman: “¿Serás la escritora que dedica sus críticas más feroces a quienes cuestionan al Gobierno y no a quienes gobiernan mal? ¿Serás de los que se suma a las mayorías creyendo que por aritmética tienen razón?”. Esa Dresser, si la envidia fuera roña.