A pesar de que Eduardo Verástegui ve un espacio para crear un partido conservador en México, sólo 8.8 por ciento de los mexicanos se ubican en la extrema derecha; informó MILENIO.
Pero no sólo eso, la identificación con las izquierdas ha crecido ocho puntos desde 2015, idéntico porcentaje en que han disminuido las personas que abrazan las ideas ligadas al pensamiento religioso. Las estadísticas más recientes del Latinobarómetro muestran que cada año hay menos radicales.
El eslogan clave es “derechita cobarde”. Con él, la facción de extrema derecha del español Partido Popular provocó la división de la que surgió el partido Vox.
En México, el actor Eduardo Verástegui lo repite, pero contra el Partido Acción Nacional (PAN). La ocasión más reciente fue este sábado, en el evento Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que se realizó por segunda vez en el país para que figuras ultraderechistas de América y Europa manifestaran apoyo a su intento de crear una organización que lo lleve a la Presidencia, al grito de “¡Viva Cristo Rey!”.
Este es su segundo intento. En el primero, que comenzó en la primera CPAC, de noviembre de 2022, Donald Trump (en video) y otros personajes extranjeros lo llamaron “presidente Verástegui”.
El grupo México Republicano le dio su respaldo. Se publicitó la fotografía de su reunión privada con el empresario Ricardo Salinas Pliego, patrocinador local de la red conservadora Atlas Network. Pero esto sólo le alcanzó al religioso político para conseguir, un año después, apenas 57 mil de las 967 mil firmas necesarias para ser candidato independiente, menos del 6 por ciento.
Sus ejemplos a seguir, además de Vox y Trump, son otros líderes latinoamericanos que comparten radicalismo y estrategia –romper a la derecha tradicional para rebasarla por la extrema derecha–, y que si bien han alcanzado varios éxitos, algunos ya han encontrado tope electoral o han entrado en declive.
México no parece ser el caldo de cultivo ideal para desarrollar proyectos de extrema derecha. Sus antecedentes en el católico movimiento sinarquista de los años treinta fracasaron en sus dos expresiones electorales, los partidos Demócrata Mexicano (1975-1997) y Alianza Social (1998-2003), así como la versión evangélica, los partidos Encuentro Social y Encuentro Solidario (2014-2021).
El PAN se mantiene como referente de los conservadores, a pesar de sus malos resultados electorales (para Verástegui, “no hay oposición sino opo-ficción”).
Según un estudio de la alemana Fundación Friedrich Ebert, publicado en noviembre, por el hecho de que el gobierno de López Obrador es de un izquierdismo no progresista.
“No se han generado agravios que activen la movilización de partidos o movimientos ultraconservadores, como en otros países de América Latina o Europa”.
Las derechas decrecen
Sobre una escala de 10, en la que 0 y 1 corresponden a la extrema izquierda, y 9 y 10 a la extrema derecha, solo el 8.8 por ciento de las personas encuestadas en México se autodescribe como seguidor de esta segunda opción, según la encuesta de la organización Latinobarómetro. Ese es el sector que inicialmente buscaría representar el partido que se propone construir Verástegui.
El actor aspiraría además a atraer a algunos de quienes marcaron las opciones de la 6 a la 8 (es decir, de centro derecha).
El total de simpatizantes de derechas alcanza solo a una cuarta parte de la población, 25.7 por ciento.
Mientras que del lado opuesto, los autodefinidos de izquierda (posiciones 0 a 4) alcanzan 32.5 por ciento, con 16 por ciento que se ubica en el 5, el centro.
Además de un escenario actual desfavorable, una dificultad añadida para Verástegui es que la tendencia, desde 2015, corre en su contra, con un crecimiento de las izquierdas a costa de un descenso de las derechas, sobre todo de la más radical.
Un estudio de la Fundación Friedrich Ebert, La ultraderecha en México: ausencia de backlash por el izquierdismo (no progresista) de AMLO, elaborado por Rodrigo Castro Cornejo y publicado en noviembre de 2023, analizó por qué en México no se ha producido la reacción conservadora que se ha registrado en otras naciones.
El documento sostiene que “la aparición de los partidos de derecha populista radical se explica como una reacción en contra del éxito electoral de los partidos y movimientos sociales de izquierda”.
En México, no obstante, las llamadas “guerras culturales”, que han radicalizado a otras sociedades al enfrentar a los partidarios de temas como el feminismo, los derechos de la comunidad LGBT+ y la legalización de las drogas, no tienen un sitio central en la discusión pública porque “el gobierno de López Obrador.
Aunque izquierdista, no ha impulsado activamente políticas progresistas, particular –aunque no exclusivamente–, en temas socioculturales, los cuales suelen generar agravios” que activan a los votantes de derecha radical, “e incluso”, continúa el estudio, “ha logrado satisfacer parcialmente a los votantes que podrían sentirse atraídos por una oferta electoral de derecha radical populista”.
El movimiento radical no cuaja
En el evento CPAC del sábado faltó la estrella del momento de la ultraderecha, Javier Milei, presidente argentino desde hace nueve meses y quien arroparía a Verástegui como representante de este movimiento transatlántico. Pero, finalmente, el mandatario decidió no viajar a México.
Milei debía hacer evidente la continuidad de una ola ultraconservadora que, esperan sus promotores, pueda inundar América y Europa.
Sin embargo las cosas no están yendo tan bien como desearían. En España, en lugar de subordinar al Partido Popular, el extremismo nacionalista de Vox se ha convertido en un obstáculo para formar una coalición de derechas con las organizaciones catalanas y vascas, para beneficio del Partido Socialista.
Desde su cima electoral en los comicios generales de 2019, con 15 por ciento, Vox bajó al 12 por ciento en 2023, donde se mantiene, según las encuestas, mientras que el PP se recuperó del 20 al 33 por ciento.
En Brasil, el ex presidente Jair Bolsonaro fue derrotado en 2022 y, a raíz de su intento de dar un golpe de Estado para desconocer el resultado, quedó legalmente impedido de competir de nuevo en 2026.
En Chile, la derecha tradicional, con su candidata Evelyn Matthei, en las encuestas para los comicios de 2025 corre con distancia por delante del extremista José Antonio Kast, quien se quedó cerca de alcanzar la presidencia en 2021 pero fue derrotado por el izquierdista Gabriel Boric.
El mismo Donald Trump, que confiaba en ser reelecto en las elecciones estadunidenses de noviembre, ha visto el tablero darse vuelta después de que Joe Biden, a quien le sacaba tres puntos en las encuestas, se retiró para ser reemplazado por Kamala Harris, quien ya va adelante por 3.4 por ciento según el sitio de estadísticas electorales 538.
El propio Milei enfrenta problemas importantes con los conservadores de vieja cepa, encabezados por Mauricio Macri: el primero retiene popularidad pero depende del segundo para ganar votaciones en el Congreso, y este usa tal ventaja para posicionarse frente al proceso de 2027.
Sólo queda como referencia un fenómeno electoral encerrado en un país muy pequeño: el de Nayib Bukele, en El Salvador. Él sí estuvo con Milei en la CPAC original, que se celebró en National Harbor, Maryland, en febrero. Y a cuya ceremonia de investidura como presidente reelecto acudió Verástegui, en junio en San Salvador.
Pero Bukele no le retribuyó el gesto a quien lo llama amigo, participando en la CPAC mexicana. Tampoco vino el líder de Vox, Santiago Abascal.
Ni siquiera Milei, a pesar de que muchos pagaron 4 mil 500 pesos (o 6 mil 300, con cena de gala) por estar un día en el evento del que él era la estrella.
En comparación con la de 2022, esta CPAC se sentía desangelada a falta de un gesto divino que ayudara a Verástegui a ser presidente.
Lo dio, de manera inesperada, el ex presidente estadunidense Ronald Reagan, quien murió en 2004. Su imagen, a través de una voz grabada en español, se dirigió al presunto futuro candidato presidencial: “Cuando te digan que no se puede, tú contéstales: ‘verás que sí’”… lo que rima con el apellido Verástegui.
El político mexicano lo escuchó de pie, firme y atento, agradeció el espiritual apoyo y saludó al difunto líder –que en sus años también fue actor– con una V de la victoria.
Imagen portada: Jesús Quintanar / MILENIO