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Hotel Oriundo. Un pacto secreto con la naturaleza

Aquí hay armonía con lo sublime para reconfortarte en esa sintonía entre lujo, naturaleza y tu ‘yo’ interior.

Armonía. Es la primera palabra que viene a la mente cuando despiertas en la confortable cama de tu villa. Corrijo, no es tu pensamiento quien la percibe. Es más profundo: se integra a algo más interno; informó MILENIO.

Abres las cortinas y te rodea la naturaleza. Los árboles te abrazan, los ventanales y las paredes rezuman el trinar de los pájaros. Todo se conjuga para sustentar el significado correcto, profundo, de la palabra bienvenida.

Y aquí estás, en una de las ocho cabañas del hotel Oriundo en un viaje que deja fuera, muy lejos, en la ciudad, el estrés, las incertidumbres y los problemas. Aquí, ahora, estás para mimarte con cada uno de los sentidos, un paréntesis donde Yucatán te reconfortará.

Sales a tu terraza particular, el juego de agua corre en su canal y en la mesa ya te espera el café que anoche seleccionaste para un buen despertar. En mi caso, pedí de Veracruz. A su lado, pan dulce artesanal.

Esa es parte de la experiencia que viví al hospedarme aquí. Piedra, madera, agua y follaje me rodean: más allá de lo que la naturaleza te diga, hay silencio, los huéspedes vecinos están a buena distancia, lo suficientemente lejos para tener la privacidad resguardada.

El refugio reconforta

Oriundo Luxury Nature Villas está en un punto entre Cancún y Mérida, y a 45 km de Chichén Itzá. La ubicación es también parte de su encanto: dentro del hotel te sientes inmerso en la selva alejado de todo ajetreo urbano pero —una gran ventaja práctica— a tan sólo cinco minutos de Valladolid.

Así que tú decides: aislarte para cargar energía dentro del hotel o dar una vuelta por la ciudad colonial que ofrece decenas de opciones.

Aquí todo está para consentirte. El corazón del yucateco es grande y en su sonrisa se nota. Hay orgullo por su tierra y quiere compartirla. Ese es un plus de Oriundo, se fusiona con su gente, su entorno y pacta con los aluxes para tu cálida estancia.

Lobby de hotel Oriundo, en Yucatán.
Lobby de hotel Oriundo, en Yucatán.

Porque aquí, los detalles abrazan. Cada villa, de más de 180 metros cuadrados, está resguardada por un árbol en particular que le cede su nombre y desde que ingresas empieza la conjura orquestada por sus espacios, altísimos techos, su alberca particular, el jacuzzi con pétalos a un paso de la inmensa cama, barro, bejuco, velas, madera y piedras.

Todo está bien cuidado y planeado en un terreno que se ve querido y protegido, quizá porque es un proyecto propio de los vallisoletanos y meridanos: Grupo Mesones, propietario del hotel, tiene su raíz en esta ciudad desde hace más de medio siglo mientras que el despacho arquitectónico Verónica Medina y la firma de diseño interior Chehade Carter, en la capital del estado.

De ahí que el nombre cobra más sentido, es un proyecto oriundo, que refleja en su arquitectura y decoración la esencia yucateca: las albarradas, el chukum —acabado orgánico ancestral maya para exteriores e interiores-, la madera de tzalam, las artesanías, tejidos e incluso los olores de jabones, candelas, cremas corporales y difusores.

Además, el hotel cuenta con una fantástica alberca externa a las privadas de las villas, en una hermosa composición de espejo de agua entre los árboles, que antecede en una pequeña colina al restaurante Mestizo que, bajo una palapa, ofrece una excelente oferta culinaria con sabores regionales en fusión con los de otras regiones mexicanas y del mundo. Sus platillos seducen desde la vista para abrir boca que quedará, créanme, muy satisfecha.

El privilegio de estar

Pero no todo está a simple vista. Hay secretos que los aluxes resguardan en lo profundo de esta bendita tierra yucateca. Ahí, abajo, fluye interconectada la vida. Y eso, aquí en Oriundo, era el encuentro que faltaba por vivir.

Saamal es uno de los más bellos cenotes que existen y los huéspedes de Oriundo lo tienen a unos pasos, en la contigua Hacienda Selva Maya -también del Grupo Mesones-, con un privilegio extra: por unas horas en la mañana, le pertenece únicamente al hotel.

Cenote Saamal en Yucatán.
Cenote Saamal en Yucatán.

Créanme, al menos una vez en nuestra existencia tenemos que visitar un cenote y más aún, nadar en sus aguas.

Y ahí voy, bajo las escaleras y tras unos pasos sobre los peldaños, en un descanso-mirador, Saamal se descubre en su hondo secreto, majestuoso y tranquilo.

En un santiamén ya estoy dentro de sus aguas color turquesa-esmeralda. Arriba, a más de 20 metros y enmarcado por piedra y verde naturaleza, se asoma el cielo. Tengo suerte, un pájaro toh, con su enorme cola “péndulo”, revolotea y se refugia entre los árboles. Hay serenidad y la palabra armonía vuelve a contactarme.

Otra ventaja para los huéspedes de Oriundo es que por la noche se puede nadar de nuevo o pedir una cena privada en el cenote, tradicionalmente servida o en su modalidad de picnic, bajo el manto de las estrellas, y si te apetece, con música en vivo.

Hacienda Selva Maya además ofrece a los huéspedes de Oriundo (y al público en general) paso tirolés a distintas alturas, un huerto y un refugio a las meliponas, las abejas de la región sin aguijón y productoras de una suculenta miel; reportó MILENIO.

Imagen portada: MILENIO.

Fuente:

// Con información de MILENIO

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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