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Ida Vitale: “El mundo tiene derecho a ignorarnos”

Ida está de vuelta, siempre tan Vitale. A poco más de dos meses de cumplir 101 años, el próximo 2 de noviembre, la poeta y ensayista regresa a México, donde vivió una década, entre 1974 y 1984. Y no para. Nada escapa a su mirada, a su humor, a su asombro, el mismo que hay en cada uno de sus versos. Mira los tatuajes del fotógrafo de MILENIO Javier Ríos y comenta: “Este señor trae todo un paisaje puesto”.

Contesta con generosidad y sonrisas y bromas las preguntas de este reportero, que solo quiere volverla a escuchar, como cuando hace 19 años atestiguaba en la sobremesa sus diálogos con Álvaro MutisMark Strand y Nélida Piñón en Tampico, en el Festival Letras del Mundo en Tamaulipas. “Desde entonces he ganado todos los premios”, dice entre carcajadas.

Ida Vitale (Montevideo, 1923) ha ganado los premios internacionales Octavio Paz, en 2009; el Alfonso Reyes, en 2014; el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, en 2015; el de Poesía Federico García Lorca, en 2016; el FIL de Literatura en Lenguas Romances y el Cervantes, ambos en 2018.

Apenas a unos días de su llegada, ya recibió un homenaje organizado por la embajada de Uruguay en el Club Naval. Al mediodía del martes 27 de agosto abrió la Feria Internacional del Libro de las Universitarias y los Universitarios (Filuni) de la UNAM, en el que su país es invitado de honor, con la charla sobre poesía y exilio “Érase un bosque de palabras”, junto al poeta español Luis García Montero y la escritora Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural de la nuestra máxima casa de estudios. Su regreso coincide con el estreno en su país adoptivo y adoptado del documental Ida Vitale (2023), en el que durante tres años María Arrillaga siguió sus pasos y su vida cotidiana por Montevideo, Cartagena y España (cuando recibió en Alcalá de Henares el Premio Cervantes). En una escena del filme, que se presenta en la Cineteca Nacional durante las estancias de la poeta y de la realizadora, aparece Ida sobre su cama mientras escucha y tararea Viaje de invierno (Winterreise), de Franz Schubert, en voz del barítono Dietrich Fischer-Dieskau acompañado al piano por Gerald Moore.

“No soy muy folclórica. Me gusta el tango, pero no lo escriba. Hoy vi en la embajada a una pareja que bailaba tango; estaban bien. Los uruguayos tienen el prejuicio de que nos gusta el tango y ay de que no nos guste. No es mi música favorita. Me gusta más Bach, pero no lo digo, menos en Uruguay”, cuenta.

En casa del filósofo Carlos Peralta y la compositora Marcela Rodríguez, quien le comparte la partitura de una obra inspirada en su poemario Léxico de afinidades (1994), mira con asombro a los nietos de la pareja que corretean por la sala y la miran y se acercan. “Hay una niña allí”, exclama.

Toma fascinada la reedición de Donde vuela el camaleón (Lumen, 2024), que muestra la imagen de un pájaro con las alas desplegadas, y se sorprende: “¡Qué gran regalo es este! No lo conocía”, aunque su hija Amparo le recuerda que ya había visto un ejemplar en España. Para Ida Vitale, todo es nuevo de nuevo. “Ha sido un día muy agitado. Regresamos de una recepción en la embajada de Uruguay. ¿Ustedes son del gremio? Dame las preguntas de tu entrevista por escrito, yo te las firmó”. Y se ríe.

En 2023 celebró 100 años de ser Ida Vitale con un pastel gigante y un hermoso libro conmemorativo, Palabra por palabra, el mundo se hace mundo. Ida Vitale en su centenario, en cuya portada aparece con el gato negro que habita con ella en Montevideo.

La naturaleza está muy arraigada en su poesía. ¿Por qué es tan importante?

¿Qué pretendes? Mal que bien soy bastante natural, relativamente. Formamos parte de la naturaleza, cada vez tratamos de formar menos parte, pero somos naturaleza. Me arreglo como puedo. La naturaleza también tiene cosas horribles, a muchas de esas los humanos —¿qué le vamos a hacer?— nos acomodamos como podemos. Ahora, si me traen gatos o perros, eso me encanta.

Pero no a todos los humanos los grillos les hablan, como a usted.

Eso me hace pensar que hace mucho no tengo trato con grillos. Puede ser que México sea más adecuado para eso.

¿Alguna vez ha sentido que la naturaleza pueda ser una carga?

A veces es carga. Si uno se está ahogando, por ejemplo.

“Con el trino de un pájaro/ vuelven los dos a ser uno”, escribió usted. Me hizo pensar en una respuesta optimista al pesimista soneto de Leopoldo Marechal “Del amor navegante”: “Con el número Dos nace la pena”.

Ojalá hubiera merecido una respuesta de Marechal. A veces uno dialoga sin saberlo. A veces uno mete la pata, estropea lo que estaba bien.

¿Y el azar? Escribe que “uno llama azar a su imaginación insuficiente”. Ahora vuelve a México.

Eso no fue azar, eso fueron ganas. Es verdad que todo es azar. De repente, llegué a México por azar; pude haberme muerto antes de llegar. Por suerte, me dieron un poco de chance y pude llegar y hasta volver varias veces. México es mi segundo país.

Ida Vitale con un ejemplar de su libro 'Palabra por palabra, el mundo se hace mundo. Ida Vitale en su centenario'. (Foto: Javier Ríos | MILENIO)
Ida Vitale con un ejemplar de su libro ‘Palabra por palabra, el mundo se hace mundo. Ida Vitale en su centenario’. (Foto: Javier Ríos | MILENIO)

Ahora por azar también se estrena en México, en la Cineteca Nacional, el documental Ida Vitale. Ahí vi que le gusta escuchar el Winterreise de Schubert.

En una época remota en Uruguay, había una profesora de canto, que era una cantante que para sobrevivir daba clases de canto, y era una maravilla. Para mí, la música es toda, pero fundamentalmente la música cantada. A mí me parece que inventaron la voz humana para cantar a Schubert o a Bach.

O para leer en voz alta su poesía. Toda su poesía es muy oral.

No, no, no. A la música no se llega así como así. La música está por encima de todo. Las palabras tratan de acomodarse, pero acomodar la palabra a la música no es música.

Me recuerda al poema “Arte poética”, de Paul Verlaine, que empieza: “Antes que nada, la música…”. Y concluye: “Y todo lo demás es literatura”.

Sí, claro, la literatura está un poquito más abajo que la música. La literatura está más cerca de nosotros. La música hay que merecerla. Es una de las cosas que a veces falla en la cultura general. No sé si a todos los chicos en la escuela les enseñan a respetar tanto la música como la escritura. Para mí la música es lo que no tiene forma que mejorar; la música que me gusta, claro.

¿Por qué optó entonces por la literatura y no por la música?

Yo qué sé. En casa no había un piano, y no les importaba tanto la música como me importó a mí. Estudié canto por mi cuenta, pero no fue nada más que un gesto de celebración por una uruguaya, hija de alemanes, que cantaba muy bien, que tenía una voz espléndida. Su vida era la música. Para acercarme, me puse a estudiar música. Ella era profesora de música y no iba yo a tocar el timbre y a decirle: “Cánteme”. La música es una cosa aparte. Le desearía a todo el mundo que fuera lo que más le importara. Es lo que da más de sí, la música. No pasa de tiempo. Hay que volvernos a hacer contemporáneos de lo más antiguo.

A mí me parece que en la poesía de Ida Vitale hay mucha música. “Saltó la palabra a sus labios/ y las letras danzaron unidas por un instante/ antes de volver a ser libres”. ¿El poeta es un carcelero de las palabras?

Me la está poniendo muy difícil. Me han gustado poetas distintos, pero que imagino que no abusaban de la palabra. No sé, quizás hay mucha gente que abusa de la palabra; los políticos, por ejemplo. Y la palabra no debe ser usada; debe ser acudida, que es más que tener la palabra precisa en el momento preciso. Es una cosa que heredamos, y es difícil que lo cambiemos. Tenemos que acomodarnos a lo que está; a algunos les va mejor que a otros.

Ida Vitale: "El mundo es tan variado y tan rico, más rico que nosotros, que tiene derecho a ignorarnos". (Foto: Javier Ríos | MILENIO)
Ida Vitale: «El mundo es tan variado y tan rico, más rico que nosotros, que tiene derecho a ignorarnos». (Foto: Javier Ríos | MILENIO)

¿Qué la ha ignorado en su poesía?

No sé. Supongo que uno encuentra muchas cosas que querría que se acompañen con uno y que nos ignoran. Pero el mundo es tan variado y tan rico, más rico que nosotros, que tiene derecho a ignorarnos. Bastante es tener libros para leer. ¿Qué más? Y a ustedes en México no les ha ido nada mal con la literatura. Me alegro de haber conocido a Octavio Paz en mis años mexicanos. No todos los países tienen un Octavio Paz.

También tuvimos la fortuna de tenerla a usted en México.

No sea gentil. Tengo perfecta conciencia de mi medida. Octavio es otra cosa; yo soy otra. Tengo total conciencia. México fue un país muy rico con una tradición enorme. Uruguay, para ser un país pequeño, también tuvo suerte con mis antepasados. Hasta hubo poesía femenina, cosa tan temible. No estuvimos tan mal: Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira. Pero, en general, tengo miedo a la poesía femenina. Quizá le debo más a poetas hombres, que a mujeres, pero en fin. No nos metamos en honduras o en superficialidades.

En Vestigios escribe: “El árbol no cede/ una hoja gustoso./ Sabe que lejos de él/ solo será hoja seca”.

Es un lugar común.

A mí me pareció una metáfora del poeta. Quisiera retomar esa idea del poeta como árbol.

Lo verde, los árboles, me parece que son lo mejor que tenemos, lo único que nos hace soportar la aridez de un mundo sin naturaleza. Por suerte, en Montevideo tengo cerca el agua, que no es tan completa como un árbol, pero no está mal tener el mar cerca. Tengo esa suerte. Tampoco me tocó el riesgo de ahogarme, que allí no hablaríamos del agua maravillosa. Cuando volví al Uruguay y volví a tener cerca el mar, me di cuenta que lo había extrañado. No hemos tenido por suerte una relación más intensa: el mar está allí, yo lejos. No sé nadar. Soy un bicho raro, porque en Uruguay todo el mundo va a la playa desde niño. Siempre tuve miedo del agua, del agua en cantidad.

¿No cree que ser poeta ya es ser un bicho raro?

Por suerte, a los poetas no nos tocan tantas tareas ni tenemos que acomodarnos a tantas cosas.

Imagen portada: Javier Ríos / MILENIO

Fuente:

// Con información de Milenio

Vía / Autor:

// Staff

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Autor: lostubos
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