Una criatura agresiva, de sangre envenenada y capaz de multiplicar sus cabezas cada que se las cortaban son las características que la mitología griega le dio a Hidra. En México, aquel monstruo que se describió en la Antigua Grecia toma forma en la que es considerada como la organización delictiva más longeva que ha operado en el país: el Cártel del Golfo; publica MILENIO.
Su origen se remonta a 1930 cuando un empresario tamaulipeco identificado como Juan Nepomuceno Guerra aprovechó la prohibición de licores impulsada por grupos conservadores en Estados Unidos para asentar las primeras grandes rutas de contrabando en la frontera norte.
Con el paso de los años, aquel lucrativo negocio se diversificó y por aquellos caminos ya trazados comenzaron a cruzarse ilegalmente ya no solo cargamentos de drogas sino también armas y migrantes.
El imperio criminal que poco a poco se expandía desde Tamaulipas puso al Cártel del Golfo en el radar de autoridades mexicanas y estadounidenses de modo que, poco a poco, sus principales líderes fueron cayendo como fichas de dominó ya sea abatidos en enfrentamientos, en prisiones mexicanas o extraditados a Estados Unidos.
Lo que ninguna estrategia de seguridad contempló fue que, como cabezas de Hidra, de aquel primer cártel unificado comenzaron a surgir múltiples escisiones que hasta la fecha se disputan el control de plazas y rutas entre ellas pero también con grupos criminales foráneos.
En los últimos años, es el Cártel del Noreste el que ha ganado protagonismo en la narcoguerra que se libra en la zona oriente de México, específicamente en los estados cuya cercanía a la frontera los ha condenado a ser una zona de disputa para organizaciones delictivas.
El origen del Cártel del Noreste
A finales de la primera década de los 2000, el violento brazo armado que Osiel Cárdenas Guillén conformó al reclutar soldados de élite del Ejército Mexicano comenzó a acumular el poder y la influencia necesaria para convertirse en un cártel por derecho propio.
De acuerdo con un informe del Gobierno de México, fue en 2007 cuando Los Zetas comenzaron a tomar muchas de sus decisiones de forma independiente, sin tomar en cuenta a la cúpula del Cártel del Golfo, lo que ocasionó una desconexión entre los elementos de ambas facciones de la organización e, incluso, rivalidades entre las mismas.
Para entonces, Miguel Ángel Treviño Morales -alias El Z40– se desempeñaba como jefe de plaza de Los Zetas en Veracruz, por lo que el estado fue uno de los principales escenarios de la disputa entre ambos grupos criminales debido a que la mayor parte de las zonas eran operadas por células del recién nacido cártel de la última letra.
El imperio criminal que poco a poco se expandía desde Tamaulipas puso al Cártel del Golfo en el radar de autoridades mexicanas y estadounidenses de modo que, poco a poco, sus principales líderes fueron cayendo como fichas de dominó ya sea abatidos en enfrentamientos, en prisiones mexicanas o extraditados a Estados Unidos.
Lo que ninguna estrategia de seguridad contempló fue que, como cabezas de Hidra, de aquel primer cártel unificado comenzaron a surgir múltiples escisiones que hasta la fecha se disputan el control de plazas y rutas entre ellas pero también con grupos criminales foráneos.
En los últimos años, es el Cártel del Noreste el que ha ganado protagonismo en la narcoguerra que se libra en la zona oriente de México, específicamente en los estados cuya cercanía a la frontera los ha condenado a ser una zona de disputa para organizaciones delictivas.
Respecto al tráfico de drogas, un reporte del Departamento de Justicia consultado por MILENIO señala que, hasta 2018, la organización delictiva figuraba como la escisión más poderosa de Los Zetas cuyas redes de contrabando se extendían a distintos puntos de Estados Unidos.
«Contrabandean la mayoría de sus drogas ilícitas a través de la zona fronteriza entre Del Río y Falcon Lake, Texas, con una base de poder en Nuevo Laredo, México […] actualmente trafican cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana a través de centros de distribución clave en Laredo, Dallas y Nueva Orleans. También tienen presencia marcada en Atlanta«, refiere el citado documento.
Al igual que el Cártel del Golfo con Los Zetas, el Cártel del Noreste se dio a la tarea de reclutar a un grupo de sicarios a los que hicieron llamar “La Tropa del Infierno”, un violento brazo armado dispuesto a incendiar y bloquear cualquier camino para defender los intereses de la organización criminal.
El Kiko fue arrestado el 28 de septiembre de 2016 a las afueras de Houston, Texas, sin embargo, fue cuestión de tiempo para que de aquella Hidra surgiera una nueva cabeza. El liderazgo del Cártel del Noreste quedó en manos de su hermano: Juan Gerardo Treviño Chávez, alias El Huevo.
Su cargo como líder del Cártel del Noreste le valió al también sobrino de Miguel Ángel y Omar Treviño Morales una acusación ante la Corte Federal de Distrito Oeste de Texas la cual contempla al menos 11 delitos en su contra.
Actividades relacionadas al tráfico de drogas, la coacción de menores de edad para participar en su grupo criminal, posesión de armas de fuego, lavado de dinero y un largo historial criminal resultaron suficientes para que El Huevo fuera deportado a Estados Unidos tras ser aprehendido en Nuevo Laredo en marzo de 2022.
Nuevamente, la poderosa escisión de Los Zetas sufrió un reacomodo en el que volvió a quedar al frente un personaje que también comparte el apellido Treviño. Al igual que sus predecesores y familiares, el pasado 3 de septiembre de 2024 fue detenido en Nuevo Laredo Carlos Alberto Monsiváis Treviño , mejor conocido como El Bola.
Ubicarse en la cúpula del Cártel del Noreste tuvo como consecuencia para el líder criminal ser identificado por las autoridades como uno de los principales generadores de violencia en Tamaulipas al coordinar secuestros, extorsiones, tráfico de drogas y migrantes.
Con la salida del juego de El Bola, será el tiempo quien determine si el imperio criminal del Cártel del Noreste permanecerá en manos de la familia Treviño o si, como sucedió en el pasado, nuevas cabezas surgirán de aquella Hidra que mantiene a Tamaulipas y estados aledaños sumergidos en un interminable espiral de violencia.
Imagen portada: Especial / MILENIO