Por José Jaime Ruiz
El Poder Judicial y la Suprema Corte de Injusticia de Norma Piña y su Cártel de la Toga están cerrados por derribo. Auto clausurados, sólo esperan la votación final del Senado que los reestructurará y reformateará. La correcta ejecución del trabajo de demolición se asegura a partir de la democratización, para lograrlo es necesario el retiro de las placas de fundación existentes y cambiarlas constitucionalmente, acabar con la rigidez que favorece a la delincuencia organizada y a la delincuencia de cuello blanco.
Desde el compresor del Senado el aire comprimido oxigenará a ese poder tóxico. En el lenguaje de las ruinas, la escombrera será su lugar en la historia y, obvio, el escombro judicial que resulte de la demolición no podrá ser utilizado de nuevo. La inmensa acumulación de felonías, desechables, tendrá su drenaje. Norma Piña, Claudio X. González, Marko Cortés y Alejandro Moreno desperdiciaron su oportunidad, ahora ellos son desperdicio, basura, escombro.
“La demolición del Poder Judicial no es la vía, como se pretende”, dijo Norma Piña. Nadie, sin embargo, quiere demoler al Judicial, en todo caso se trata de destruir la toxicidad, la corrosión de Norma Piña y el Cártel de la Toga. La demolición de Norma Piña y sus secuaces sí es la vía. Tiene razón la presidenta electa, Claudia Sheinbaum: “Hay un reconocimiento de ella, está en su documento del comparativo de relaciones familiares en órganos jurisdiccionales. Y luego dicen que no hay corrupción en el Poder Judicial, esto es escandaloso… Fíjense nada más… increíble el reconocimiento de la presidenta de la Corte del nepotismo en el Poder Judicial. Evidentemente tiene que sacudirse ese poder”.
Factores endógenos demolieron al PRIAN. La corrupción dictatorial de Alejandro Alito Moreno, quien tiene secuestrados a los senadores del PRI y a sus suplentes. La ineptitud de Marko Cortés, quien lleva al PAN a su extinción reconociendo torpemente el método de transa aplicado en Coahuila como recurso para “negociar” las reformas al Poder Judicial. Y Claudio X. –desde su cómica metapolítica, convertido en pasador de lista de los “43” para que voten en contra de la reforma– exalta la afirmación de enorme pobreza intelectual de Jesús Silva-Herzog Márquez: “El país depende de un voto. Un voto puede inclinar la balanza. Una sola persona tiene en sus manos la suerte del país”. Tan reducidos los dos al pensamiento mágico, unidimensional, de que una golondrina sí hace verano.
Pedir diálogo, aplazamiento de la reforma judicial está fuera de tiempo. Los ciudadanos ya dialogaron con su voto el 2 de junio. Seamos sensatos, prudentes, serios: la demolición de Norma Piña y sus secuaces sí es la vía.