Por Félix Cortés Camarillo
El pasado fin de semana la crisis política venezolana dio un giro esperado: el triunfador de las elecciones presidenciales Edmundo González Urrutia fe recogido por un avión de la Real Fuerza Aérea de España en La Guaira y tras escalas en República Dominicana y Las Azores, depositado en exilio político en la base miliar de Torrejones. González Urrutia, desoués de las elecciones, se había refugiado en la embajada de Holanda en Caracas y recientemente en la de España.
Fuera de las críticas de los extremistas en la oposición venezolana en el exilio, que acusaron al intelectual de cobardía, el abandono del presidente electo no cambia sustancialmente el estira y afloje con el dictador Maduro, que se agara con veinte uñas al poder. González Urrutia no tiene carrera política reconocida; en la función pública ha sido solamente embajador de Venezuela en Argelia hace muchos años y embajador en Argentina hasta el 2002. Tiene 75 años y un solo libro publicado sobre el trabajo de un par suyo, también historiador y poítico de ocasión.
La verdadera líder de la oposición venezolana se llama María Corina Machado, sobre la que pesan las misas amenazas del chavismo de meterla a la cárcel, amenazas que motivaron la salida del doctor González Urrutia. Es ella la que sigue al frente de la Mesa de Unidad Democrática y será el verdadero poder si el apoyo de los Estados Unidos, la Unión Europea y lo que queda de democracia en América Latina logran negociar la salida del heredero de Chávez.
Los venezolanos del exilio saben que el tiempo actúa en favor de Nicolás Maduro. Más que el tiempo, sin embargo, trabajan las élites de la milicia venezolana. Sus dineros están a salvo en Miami y otras ciudades del extranjero. Y cuando digo dineros no hablo de minucias.
La postura de México, léase de doña Claudia, puede jugar un papel importante en este juego, luego del enorme desprestigio que la política exterior ha sufrido durante los últimos cinco años. Esa charada es más enigmática todavía.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): La familia Yunes tiene una larga historia política en Veracruz, discutible y discutida. Si el chisme que echó a andar el otro López, Adán Augusto, tiene miga, esa historia está a punto de conclur de una manera bastante vergonzosa; generalmente estos chismes tienen miga. Los Yunes habrían vendido su voto en el senado para destruir el poder judicial del país y hacerlo una dependencia del Ejecutivo, en la votación de la reforma ordenada por Lopitos, hoy miércoles. Las monedas de estos Judas actuales serían la vista gorda de los procesos judiciales que en varias instancias tienen varios de los Yunes. pueden pasar a la historia de Veracruz como los grandes traidores. ¿Estarán dispuestos?