Adentro, el argüende legislativo dividía la tribuna de Xicoténcatl. Afuera, abogados, activistas, trabajadores del Poder Judicial, estudiantes y simpatizantes del Presidente polarizaron la banqueta; publicó MILENIO.
Tras la irrupción en el Senado de la República, y el cambio a una sede alterna para la votación, la protesta que había acompañado la discusión con un campamento sobre Reforma -impulsado por magistrados y trabajadores-, le siguió hasta la esquina del Eje Central y Donceles, hasta donde los escudos de plástico les dejaron pasar.
Faltaban 10 minutos para las 20:00 horas y el inmueble del Centro Histórico ya había sido resguardado. Ni para entrar ni salir, ni de ahí, ni de las calles aledañas. Varios cientos de policías capitalinos, ataviados con equipos antimotines, ya bloqueaban el recinto, para que ahora sí pudieran votar la polémica reforma.
Forcejeos, brincos, patadas, codazos y empujones, para tratar de irrumpir una vez más en el recinto, pero no volvería a pasar, los policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) no dudaron en soltar polvo de extintor, lo que les costó que los acusaran de “represión”.
Banderas, cartulinas, cachuchas con las letras “PJF”, dejaron ver el clamor contra la iniciativa Presidencial que ‘demolería’ el Poder judicial; “No somos acarreados, somos abogados”, reprochaban entre las consignas.
A capela, se escuchó el cielito lindo y el himno nacional. Se hicieron los llamados a los legisladores a repensar su voto, pero éstos no fueron suficientes, habían llegado tarde a la discusión.
Del otro lado del cerco policial, estaban los ‘del segundo piso de la cuarta transformación’; organizaciones políticas, estudiantiles y trabajadores, abiertamente simpatizantes del presidente López Obrador. Ahí, se tildó a la ministra presidenta de la Corte, Norma Piña como “enemigo público” y se lanzaron consignas contra los partidos detractores; “One, two, three… Que chingue su madre el PRI… Three, two, One… que chingue su madre el PAN… y también el PRD”.
Se respaldó con porras al voto de la discordia de Miguel Ángel Yunes; “Senador aguanta, el pueblo se levanta”, y se acompañó con influencers y comunicadores digitales. A su salida, lanzaron los anuncios de las jornadas para despedirse del Presidente, y se retiraron con provocaciones para la oposición: “ya pasó, ya pasó, la reforma ya pasó”.
Presionados por la presencia policial, los inconformes, poco a poco se fueron marchando. La resistencia apenas duró dos horas, minutos antes de las 10:00 horas ya se había reabierto la circulación. La votación estaba por comenzar, algunos se fueron a sus casas de campaña, otros más a los hoteles aledaños.
Ya en la plaza Luis Pasteur -contigua al Senado-, se decoró con veladoras, y fue instalada una mega pantalla para ver en vivo el espectáculo senatorial. Pero en Paseo de la Reforma, sabían ya el final de la película.
Comenzó la votación de viva voz y la esperanza en la banqueta se fue desmoronando. Se escuchó por las bocinas con atención el voto de los 127 legisladores presentes; los de la oposición y los del partido en el poder, enfrascados en la verborrea contra los traidores, los corruptos, los que defienden los privilegios, los que quieren el cambio, y los que se ausentaron.
Al filo de la medianoche, llegó el conteo. Adentro, en la sesión, Morena y aliados avalaron en lo general la reforma judicial y lograron la mayoría calificada con 86 votos a favor y 41 en contra. Afuera, la euforia cayó al suelo, ya no hubo reclamos, porras o consignas, solo silencio y lágrimas.
Imagen portada: Javier Ríos / MILENIO
