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Por José Jaime Ruiz

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La consistencia es el último refugio de los incapaces. // Oscar Wilde / La importancia de llamarse Ernesto

La insignificancia de llamarse Ernesto Zedillo Ponce de León. Consistente en su dorado autoexilio, el expresidente vino a agitar las aguas… de la risa… y se fue. Polvo de aquellos lodos, el inmoral Ernesto ahora es el líder moral de la derecha, del conservadurismo. Claudio X. González, Héctor Aguilar Camín y Norma Piña debieran intentarse mejores héroes, mejores líderes morales, porque al reciclar a Zedillo sólo reviven su inmoralidad del Fobaproba –que seguimos pagando.

Desautorizado moralmente, Ernesto, invitado a dar el discurso inaugural de la conferencia anual de la Asociación Internacional de Abogados, vino a repetir la cantaleta aburrida de la oposición: “Nuestro Congreso federal acaba de aprobar –y ha sido ratificado por una mayoría de las legislaturas estatales–, un conjunto de reformas constitucionales que destruirán el Poder Judicial y, con ello, enterrarán la democracia mexicana y lo que quede de su frágil Estado de derecho”.

También repite las líneas discursivas del reduccionista revanchismo dictadas por Claudio X.: “La frustración del presidente al no contar con una Corte sumisa ha evolucionado hasta transformarse en una venganza brutal: la destrucción de la independencia e integridad del Poder Judicial para que esté al servicio de la fuerza política en el poder”.

La derecha revivió al peor interlocutor del presidente Andrés Manuel López Obrador porque a Ernesto Zedillo Ponce de León su pasado, como retahíla de felonías, lo condena. En la mañanera del martes 17 de septiembre, AMLO lo aniquiló: “¿Quién eliminó las pensiones? Zedillo. ¿Quién expulsó ministros? Zedillo. ¿Quién hizo el Fobaproa? ¿Quién tuvo el error de diciembre? Zedillo. ¿Quién privatizó los trenes de pasajeros? Zedillo. ¿Quién se fue a trabajar con una empresa ferrocarrilera que se quedó con los trenes de México? Zedillo”.

En el amasiato del fracaso, refugio de los incapaces, consistentes, Ciro Gómez Leyva entrevistó a Ernesto. Una entrevista de antología, cierto. “Ambos dos” enseñaron de qué cobre, y cobros, están hechos. Moribundos política y mediáticamente, ya ni siquiera dan lástima, dan risa. En fin, como escribió en el Fausto Goethe: “para cadáveres no estoy en casa”.

(José Jaime Ruiz: Escritor y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Fue jurado y tutor del Sistema Nacional de Creadores de la Secretaría de Cultura en la especialidad de “Poesía”. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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Autor: stafflostubos
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