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Comentocracia, historia de un suicidio

Por José Jaime Ruiz

@ruizjosejaime

@lostubosmty

Los inadaptados son los motores de la sociedad. //Alfonso Reyes

Adaptados y adoptados por el neoliberalismo, desde su zona de confort muchos intelectuales trocaron en lotófagos. Para el escritor Alfonso Reyes el “suicida es un crítico que renuncia a su oficio”. Intelectuales orgánicos, chayoteros, uno a uno, una a una, son despedidos de las empresas mediáticas que les dieron cobijo o rematan sus empresas quebradas, como Raymundo Riva Palacio. Un día sí y otro también, quienes renunciaron al oficio de la crítica y oficiaron como aplaudidores asumen que sus análisis, retórica o simples comentarios son prescindibles, o se quejan, como Denise Dresser, por la incorporación de nueva banda en páginas de prensa o en programas televisivos.

En su libro La formación de los intelectuales, Antonio Gramsci reflexionó sobre la construcción de revistas: “…creando además las condiciones para el surgir de un grupo homogéneo de intelectuales dispuestos a producir regular y metódicamente ‘publicaciones’ (y no solo accidentales y de ensayos parciales, sino de trabajos orgánicos de conjunto)”. Los gobiernos del neoliberalismo arroparon a Letras libres de Enrique Krauze y nexos, de Héctor Aguilar Camín. Estos santones distribuyeron en prensa, radio, televisión, colegios nacionales de cultura y de ciencias a sus acólitos. Voces disonantes y disidentes fueron acorraladas en espacios alejados de la publicidad de las empresas privadas y de la propaganda gubernamental, como el periódico La Jornada que, hasta el ascenso de Andrés Manuel López Obrador, ya cuenta con jugosos apoyos.

La lista de aquellos críticos que renunciaron a su oficio crítico es numerosa y por sus comentarios y publicaciones los conoceréis, se delatan solos. Son un grupo colegiado que repiten las sandeces teóricas que les dicta Claudio X. González. “Regresionistas”, añoran su chayotero pasado. Como Krauze, quien suspira por la dictadura perfecta o Aguilar Camín, quien extraña los apapachos.

Los intelectuales orgánicos del neoliberalismo y los comentócratas perdieron credibilidad, por tanto, legitimidad, abrazaron la política sin abrazar la ética. Unidimensionales de pensamiento único, ni siquiera se atrevieron a ser si no rebeldes, al menos neoliberales descarriados. Los comentócratas e intelectuales orgánicos tenían el objetivo de colonizar las conciencias con los antivalores del neoliberalismo: el individualismo a ultranza como emboscada a la libertad, el aspiracionismo al modelo de éxito neoliberal y la especulación como valor, no como antivalor.

La revolución de las conciencias volvió legible esta propuesta canónica neoliberal y dinamitó sus trampas. Frente a la zona de confort de repetición de lugares comunes neoliberales, la reflexión y la crítica, la incomodidad del pensamiento. Caciques gordos de Cempoala, Krauze, Aguilar Camín y chayoteros que los acompañan rumian su derrota. Adoptados y adaptados por el neoliberalismo, ahora son huérfanos y lloriquean.

Para Alfonso Reyes “una sola chispa eléctrica es ya mejor que varios discursos de un imbécil. No hemos de estar contra las piedras, que son cosa noble y sencilla, sino contra los cerebros que se petrifican”.

(José Jaime Ruiz: Escritor y periodista, es autor de los libros La cicatriz del naipe (Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”), Manual del imperfecto políticoCaldo de buitre y El mensaje de los cuervos. Fue jurado y tutor del Sistema Nacional de Creadores de la Secretaría de Cultura en la especialidad de “Poesía”. Dirige el periódico digital www.lostubos.com.)

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// José Jaime Ruiz

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Autor: stafflostubos
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