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Por Félix Cortés Camarillo

En este mismo sitio ayer me referí (“Palo Dado”) al cambio gradual de política económica que se dio con Miguel de la Madrid luego de la dramática expropiación bancaria y crisis que le antecedieron y le sucedieron.

En cierta forma, fue un adelanto de respuesta a una pregunta que me hacen con frecuencia sobre nuestro incierto futuro nacional, con una cierta presidente a punto de ser investida de un poder omnímodo en un país incierto, confundido y radicalizado. Creo que el fenómeno dado en 1982 se repetirá a partir del 1 de octubre, como lo dicta la tradición y la historia, que es su madre.

Todos los presidentes mexicanos se han comprometido en seguir las líneas esenciales del gobierno anterior. Nadie se anuncia como un promotor de inseguridad, pobreza, desorden o mal gobierno. Todos los antecesores se han nombrado defensores de la democracia y promotores del progreso social, económico y cultural de nuestro país. Nadie se atreve a decir que irá en contra de eso. En el mundo real, cada presidente se ha encargado de borrar gradualmente la imagen de su antecesor, imprimiendo lo que el gran Daniel Cosío Villegas bautizó como el estilo personal de gobernar.

La intensidad de la ruptura puede medirse con diferentes varas: mandar al antecesor de embajador al más remoto lugar del planeta como fue Luis Echeverría, o meter a la cárcel a uno de sus más influyentes hermanos como fue Raúl Salinas. Todo depende del modo personal de gobernar.

El presidente López se refirió ayer en su mañanera a la expectativa que hay en la oposición a su mandato, sobre el tono que la adminisración Sheinbaum tomará, y mencionó que sus adversarios esperan que doña Claudia sea más “fresa”; según Lopitos, la doctora presidente será más dura que lo que él ha sido. “Yo soy el fresa”, apuntó.

La única certeza que podemos tener es que el nuevo calendario azteca iniciará en el momento en que la señora Claudia sienta el calor de la banda presidencial sobre su pecho y la fuerza del mando nacional en su mano.

Se puede deducir de la experiencia de estos seis años la disyuntiva que tiene la señora Sheinbaum. Y sólo hay dos opciones.

Vayamos a la cimentación.

La columna vertebral del gobierno de Lopitos es “primero los pobres”; si les cumplió o no, es irrelevante. Seguimos teniendo la mitad de la población en la pobreza. Esa premisa es la que sustenta la división de los dos Méxicos que Lopitos desarrolló: un México al sur/sureste que merecía todos los apoyos y obras emblemáticas y privilegiadas que se pudiésen hacer, y un desdén al México del Norte, basado en la aspiración y el esfuerzo individual y el trabajo, forjador del progreso y el desarrollo de las clases medias.

El principal motivo de quienes creemos que Claudia no seguirá el mismo camino es porque una repetición nos llevaría al caos. “Primero los pobres” no funcionó. Acudir al extremo opuesto “primero los ricos”, sería una estupidez, lo sabemos. No le queda a la presidente electa más que el enunciado que con frecuencia repite y que esperamos cumpla: gobernar para todos. Eliminar la lucha de clases que se ha venido fomentando. La depauperada y ofendida clase media se lo va a agradecer. Y le va a aplaudir.

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hace muchos años, un talentoso amigo mío estuvo detrás -y adelante- de la llegada y operación en México de los Beepers, germen de toda la comunicación interpersonal que hoy usamos. Se trata de pequeños aparatos que reciben mensajes breves: háblale a tu mamá, ganaron los Sultanes, cuídate Juan que ya por ahí te andan buscando, y similares.

Pues bien, la tecnología avanzó, los beepers son hoy historia en México. En Líbano, no. Algunos selectos aparatitos confiados en el Líbano a miembros de la pandilla terrorista de Jizbolá, de repente explotaron. Todos al mismo tiempo. En algún momento de la cadena que va de la fabricación de los aparatos a la llegada a su usuario “alguien” introdujo a los aparatos un elemento químico explosivo a distancia. Luego venía lo más difícil: conocer los números de los aparatos que se entregaban a los miembros de Jizbolá. Lo demás fue pan comido: en deerminado momento, alguien aprieta un botón y los aparatos premiados estallan.

El número de víctimas es irrelevante. Lo serio es el grado al que nuestra vida, seguridad, esperanza, futuro, depende de la ciencia. Y de parte de quién.

  felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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