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Malinche mía, jardín de España

Por Félix Cortés Camarillo

Hay muchos poderosos que se empeñan en convencerme de que la historia de mi país, y  con ello de mi estirpe, por tanto de lo que soy, es una sucesión de mitos. Y puede que tengan razón: somos un pinche mito.

Desde los días previos a la escuela primaria ya me habían imbuído en el cerebro de que una manada de indios había caminado largamente hasta encontrar un lago con un islote y encima del un águila merendándose una indómita serpiente. Y que ahí nacía nuestra grandeza. Bófoles.

Luego me dijeron que un indito oaxaqueño que tocaba flauta de carrizo y bogaba en un lago, milagrosamente se salvó para ser  sucesivamente encuadernador, seminarisra, jurisprudente, gobernador, presidente de la República y finalmente Benemérito de los Américas. Sopas.

Hay otros muchos cuentos. El del Pípila en la Alhondiga, el del tren suicida de Nacozari, o el de “va mi espada en prenda, voy por ella”, que casi alcanza letras de oro en los recintos. Desde luego que no hay registro confiable que legitime el mito. Pero eso marca nuestra conducta nacional.

Ahora me añadieron otro mito. Llegaron unos hombres barbados del oriente para domeñarnos, nos doblegaron y nos obligaron a ser siervos de Castilla y Aragón. Nos impusieron una lengua y una religión, un orden y un desorden que siguen vigentes.

A esa afición, la esposa del presidente que se va ha querido encadenarnos: desde el inicio de la presidencia de su marido Lopitos, a una lucha en contra de España. Cuando históricamente no existían ni España ni México en su configuración actual. La conquista de Tenochtitlan fue realizada por un puñado de españoles y un chingo de tlaxcaltecas y otros indios, hartos de la opresión azteca. El eje central del reclamo de Lopitos es que la conquista del Anáhuac por los españoles causó daños irreversibles a los mexicanos, por los que el reino de España debe pedir perdón. Así escribió el presidente López una carta al rey de España. No hay -ni habrá- respuesta. Puesto que no la hubo,la presidente Scheinbaum desistió de invitar al rey Felipe a su coronación. Muy su derecho.

¿Cuánto tiempo vamos a vivir pegados a esos mitos?. 

PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): En el norte de Acapulco, y para vaciar los hacinamientos en la loma que abriga la bahía, el gobernador Figueroa inventó el fraccionamiento popular Renacimiento. No fue una mala idea. Hoy, con las lluvias torrenciales que seguirán, demuestran que hay que siempre hay que pensar en lo que viene.

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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