Elogio de la extravagancia, del deseo autodestructivo. Amor por la muerte. Todo esto leemos en Plegarias atendidas, una novela que escribía Truman Capote al morir. De ello trata el documental The Capote Tapes, de Ebs Burnough, un cineasta que, con disciplina de monje, ha tratado de reconstruir el impacto que tuvo en la sociedad neoyorquina una novela de la que se publicaron unas páginas, fragmentos de un todo que, hasta la fecha, permanece incompleto; publica MILENIO.
Pero, la incompletitud de Plegarias atendidas no es la de El hombre sin atributos de Musil. El austriaco deseaba retratar la existencia en su calidad de inabarcable. Lo que, según Burnough, estaba queriendo escribir Capote es más banal. Los fragmentos que han llegado hasta nosotros y que se leen en The Capote Tapes son vulgares. Están lejos de la aspiración estética de En busca del tiempo perdido, un texto en el que Capote se estaba inspirando, según dijo. Porque Proust trasciende la frivolidad. Los personajes proustianos son nostalgia. Aquellos seres no son los tristes beodos neoyorquinos que inspiran a Truman Capote. No hay en Plegarias atendidas un Swann que nos enseñe a amar, ni muchachas desnudas que se persigan para besarse. Ni siquiera los personajes más decadentes de Proust tienen la hilaridad de los ejecutivos de los que Capote se burla en Plegarias atendidas y de los que cuenta actos sexuales que atentan no contra la moral sino contra la higiene.
Todo lo que escribieron Proust o Musil apunta hacia eso que sólo el arte puede decir, mientras que los personajes de Capote, que conocemos gracias a Burnough, tienen la frialdad de una res muerta. Pero tampoco es uno de aquellos retratos en los que Bacon pintó a su amante. Lo de Capote es un chisme, tan subido de tono que no es chistoso. Pero, lo dicho, hay otra posibilidad que también explora Burnough. Para considerarla es necesario entender el genio de Capote al menos en lo que respecta al hecho de haber creado un género nuevo: la novela de no ficción.
¿Será posible que el director estadunidense haya conseguido producir un texto que sólo se encuentra en la mente de todos aquellos que participaron con él de los chismes que ocuparon los últimos años de su vida? Tal vez, sugiere Burnough, Plegarias atendidas sea una novela que existe justamente porque es inexistente. Así lo afirman diversos entrevistados. Otros, menos metafísicos, creen en la realidad de la novela. La hija adoptiva de Capote, por ejemplo, afirma que el escritor redactaba todas las mañanas cuando llegaba completamente drogado y borracho del Estudio 54 en Nueva York. A mano. En enormes hojas amarillas de tipo oficio. Llenaba una tras otra sus hojas amarillas. ¿Dónde están?
A los cincuenta y nueve años, Capote murió de complicaciones relacionadas con la mezcla de droga y alcohol. Muchos de los que fueron sus amigos respiraron aliviados. La novela había desaparecido con él. ¿O no?
Ebs Burnough documenta que hay quien espera que aparezca el manuscrito en una caja de seguridad. Que alguien descifre el paradero de una llave que conduzca al Grial del chisme en el Nueva York de fin de siglo. Hay algo, sin embargo, que también apunta Burnough. Si así sucediera no resultaría nada más escandaloso que un tuit. La genialidad de Capote estriba también en haber inventado, en el peor de los casos, la frivolidad efímera de las redes sociales y en el mejor, el género de una novela inexistente que le dio tanta fama que lo hizo sucumbir con él.
The Capote Tapes
Ebs Burnough | México | 2019
Imagen portada: Amazon Prime Video