La primera presidenta de México aprendió a leer a los cuatro años de edad cuando iba en la preprimaria. Su maestra se llamaba Cristina, quien fue esposa del periodista y escritor Carlos Payán; reportó MILENIO.
“Ponía letreros en todo el salón como parte de la técnica Freinet”, contó públicamente Claudia Sheinbaum durante el proceso que la llevó a Palacio Nacional.
La primera presidenta de México también fue maestra, dio clases en la UNAM. Primero como ayudante en las materias de Cálculo 1 y 2, y, años después, ya como investigadora, tras regresar de Estados Unidos, donde realizó sus estudios de Doctorado en Ingeniería en Energía en el laboratorio nacional Lawrence Berkeley de la Universidad de California.
Con dos hijos, el dinero no alcanzaba por aquellos días, por lo que Claudia Sheinbaum, de abuelos paternos provenientes de Lituania y maternos que llegaron a México perseguidos durante el Holocausto en Europa, tuvo que conseguir otro trabajo: en la mañana en el Instituto de Ingeniería y en la tarde en la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía.
Ella es Claudia Sheinbaum Pardo, a quien le gusta el café con leche y su comida favorita es el pozole, prefiere los perros que a los gatos y quedarse en casa que salir; en la infancia practicó ballet y en los años universitarios entró al equipo de remo en Cuemanco.
Licenciada en Física, Maestra y Doctora en Ingeniería en Energía, hija de una ganadora del Premio Nacional de Ciencia por sus investigaciones en Bioquímica, y esposa de un doctor en Física, con quien comparte el bolero Nosotros, de Eydie Gorme y Trío Los Panchos, y Siempre en mi mente, de Juan Gabriel, como algunas de sus canciones predilectas, y ni qué decir las del cantautor cubano Silvio Rodríguez: “Sus letras son poemas”, asegura.
Ella es la ex secretaria de Medio Ambiente del entonces Distrito Federal; ex alcaldesa en Tlalpan; ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México; la primera mujer presidenta en la historia, la más votada con casi 36 millones de sufragios, y sucesora de Andrés Manuel López Obrador, quien, en sus palabras en una entrevista con MILENIO en abril, es “irreemplazable”, pero “siempre va a ser una enseñanza”.
A Claudia Sheinbaum le gusta leer los horóscopos, lo cual no necesariamente implica que crea en ellos, aclara la primera presidenta de México.
El signo zodiacal de Sheinbaum Pardo, nacida el 24 de junio de 1962 en la Ciudad de México, es cáncer.
De acuerdo con la astrología, quizá el rasgo más distintivo de las personas bajo el signo cáncer es que son “muy unidas a su familia”, y Claudia Sheinbaum siempre tuvo a su madre Annie Pardo Cemo, a sus hijos Rodrigo y Mariana, así como a su esposo Jesús María Tarriba, y hasta a su único nieto Pablo, en primera fila de aquellos momentos relevantes en su camino a la Presidencia de la República.
Desde su despedida como jefa de Gobierno de la Ciudad de México en el Monumento a la Revolución, pasando por el anuncio de su triunfo en el proceso interno de Morena para la candidatura presidencial, así como en el inicio y cierre de su campaña en el Zócalo capitalino, e incluso compartiendo camerino en los debates presidenciales y hasta en su “cuarto de guerra” en un hotel el día de la elección.
Este largo camino de casi un año de recorridos por todo el país también fue histórico, y no solo por tener como resultado a la primera mujer presidenta de la República, sino lo que esto implicó para la oposición, incluida la pérdida de registro del PRD, partido político con el que irónicamente comenzó el movimiento de izquierda que hoy ya encabeza Claudia Sheinbaum hace 35 años.
“Miren qué tiempos históricos nos tocan vivir, y ver al PRI reducido a un partido local en Coahuila”, ha dicho Sheinbaum Pardo sobre el partido que gobernó al país por más de 70 años, en reuniones privadas con distintos liderazgos de la cuarta transformación, tras el arrollador triunfo que tuvieron en las urnas el pasado 2 de junio.
Un resultado que, por cierto, la misma Claudia Sheinbaum no creía, en particular la de una encuestadora que, en víspera de la elección, le daba más de 30 puntos porcentuales por encima del segundo lugar.
“Ya ni quiero creer”, decía por entonces la candidata presidencial de Morena, PT y Verde en las reuniones privadas con su equipo de campaña.
A la postre, esa encuestadora fue la más cercana al resultado final, lo que le valió a esa empresa ser contratada unas semanas después por Morena para levantar un nuevo sondeo, ahora sobre la reforma al Poder Judicial.
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