Por José Jaime Ruiz
Lenta, pero infatigablemente, aquel ser recorría la tierra arrancando con sus manos, llenas de amor por su misión, la secular podredumbre de la mentira; descubriendo a los ojos de los hombres la sencilla y luminosa verdad de la vida. // La madre / Gorki
Madre cívica, abnegada insumisa: adicta a la sosegada rebeldía. Existen muertes luminosas, como la de Ifigenia Martínez quien hizo cauce y causa al andar. Heredera de Leona Vicario y de Josefa Ortiz, también madres cívicas, pudo afirmarse en el soneto de Sor Juana: “Yo no estimo tesoros ni riquezas;/ y así, siempre me causa más contento/ poner riquezas en mi pensamiento/ que no mi pensamiento en las riquezas”.
Importa nada, pero vendrán hienas con su risa idiota a intentar torcer tu última voluntad política, Ifigenia: la de investir, inmensa en tu coraje vital, a Claudia como la primera mujer que asume la Presidencia de México.
Cumpliste y nos cumpliste desde la plaza, la curul y la academia, en el mausoleo de nuestra memoria histórica estás tú, madre cívica, Ifigenia. Que la suave matria te acoja en su seno. Descansas en paz.