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Pensar en futuro, actuar en presente

Por Carlos Chavarría

Perdimos el futuro que nos habíamos propuesto con la apertura democrática que empezó en el año 1977 y al concentrarnos en el cortoplacismo, perdimos la visión del futuro profundo, extraviando el rumbo, para concluir 60 años después en un lamentable retroceso político. Ahora tenemos que diseñar de nuevo nuestras visiones de futuros alternativos profundos y viables.

Pensar  nuestras acciones en términos del futuro que deseamos, debería ser algo natural en nosotros, supuesto que nos desempeñamos en medio de un sinfín de interacciones a las que debemos reaccionar y que convierten en absurdo y poco probable que el pasado sea la medida más sabia de nuestras preferencias.

Tampoco debemos esperar que los gobiernos se conviertan en algo más que creadores de las condiciones apropiadas para el futuro, pues su agenda tiene como eje la compensación de los déficits de todo tipo que produce la dinámica del mundo de lo humano, y cuyas soluciones también son cortoplacistas pues su escenario es mantener sus cuotas de poder.

La construcción de futuros alternativos ocurre en la superposición de la acción de las personas. Cada uno de nosotros es responsable de las definiciones acerca de  lo que nos resulta deseable y el esfuerzo que estamos dispuestos a dedicar para alcanzarlo. Por supuesto que si no formulamos una visión personal, el devenir de los acontecimientos nos conducirá hasta algún resultado que puede resultar no deseado.

La única y mejor manera de construir algún futuro alternativo en la primera dimensión, la del individuo, es la retrospectiva desde el futuro. Llevar nuestra consciencia en un viaje mental hacia el futuro y regresar para aplicarlo, esta es una tarea que nadie hará por nosotros, ni debemos permitir que nadie usurpe este componente de nuestra soberanía y libertad personales.

Si nos definiéramos un futuro dentro de 60 años como líderes en creación de tecnología en máquinas y herramientas, energías limpias, o tratamiento de desechos, etc., ¿qué deberíamos haber logrado 20 años antes de ese momento?

Grave responsabilidad la que deben ejercer nuestros padres y maestros para enseñarnos y prepararnos lo suficiente para tomar las posturas y decisiones necesarias y suficientes para ejercer la facultad de construirnos un futuro preferible.

Claro que ante esta definición básica no debemos pecar de ingenuos, pues como miembros de una sociedad, recibimos y ejercemos influencia sobre y de “otros”. Todo el andamiaje de principios y valores, éticos y morales fue diseñado para que esta segunda dimensión implicada en la construcción de futuros, no se convierta en un lastre complicando o imposibilitando las condiciones que nos rodean para autorrealizarnos como personas.

Todos los agentes que operan en esta dimensión tienen también la libertad de inducir con su poder, y solo usando nuestra habilidad para el pensamiento crítico y creativo podemos ser capaces de identificarlos como una restricción para alcanzar lo que buscamos para nuestro futuro.

Es fácil caer en las trampas del poder en cualquiera de sus formas, sea público o privado, pues su propósito básico de futuro es la consolidación de sus facultades superiores a los individuos, para instrumentar imperativos que después pueden convertirse en obstáculos y regresiones de consecuencias incalculables.

Veamos el ejemplo del llamado Club de Roma. A finales de los 1960´s, un grupo heterogéneo de influyentes personalidades globales se reunieron con la muy loable intención de estudiar y discutir los perfiles de futuro a partir de las tendencias y modos de vida de la humanidad y sus consecuencias  en términos de viabilidad de la civilización.

Entre otros variados temas como energía, alimentación, contaminación, etc, el crecimiento de la población mundial y su relación en cuanto a la sostenibilidad del planeta fue uno de los que más preocupó a los integrantes del Club y de ahí los científicos prospectivistas participantes, recomendaron como urgente el reducir a tasa de crecimiento de la población mundial.

La mayoría de los países miembros aplicaron cada uno a su manera políticas de población basadas en la narrativa de una familia pequeña que sería mejor para todos. Hoy a casi 60 años de la instalación de esa narrativa ya se dejan sentir los problemas y efectos  no considerados en aquel momento como son el envejecimiento y los conflictos socioculturales de todo tipo involucrados en migración intensiva para suplir la reducida tasa de reposición de las poblaciones.

Quizás una de las dimensiones más críticas sobre el diseño y construcción de futuro se encuentre en la manera que enfrentamos las interacciones y la dinámica de nuestro entorno, que puede pasar desde la neutralidad hasta ser un aliado o enemigo de nuestra definición de futuro según se vea.

El caso más palpable y actual son las tecnologías de información y comunicación que sin duda han acelerado la productividad y eficiencia en nuestras sociedades y culturas, pero al mismo tiempo constituyen amenazas y riesgos diversos, dentro de los más ominosos, el de la manipulación y degradación de la verdad.

Finalmente pero no por eso menos importante, vivimos en un entorno al filo del caos. A ese  mundo natural altamente entrópico, se agrega nuestro modo de vida asíncrono con la naturaleza y la aparente incapacidad que demostramos tener para conciliar y crear convergencias también en el entorno de lo humano.

Lo fortuito ha estado y estará siempre presente y como todos los sistemas sería irresponsable no incorporar los mecanismos amortiguadores y adaptativos para mitigar los riesgos que son de sobra conocidos a través de la ciencia.

Si continuamos operando nuestro mundo con el espejo retrovisor lo que obtendremos son repeticiones del mismo pasado que forma nuestra visión. Si la política ha deformado la democracia es una medida al menos prudencial preguntarnos cómo es que debería ser la gobernación y la conducción de los conflictos para superar los retos de este siglo XXI.

«La retrospección desde el futuro con enfoque en la educación es una respuesta a la insostenibilidad actual: la utopía dinamiza la acción, y la acción dinamiza la utopía.» Rafael Ziegler, Lya-Cynthia Porto-de-Oliveira, Backcasting for sustainability – An approach to education for sustainable development in management, The International Journal of Management Education, Volume 20, Issue 3,2022.

Fuente:

Vía / Autor:

// Carlos Chavarría

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Autor: stafflostubos
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