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Por Félix Cortés Camarillo

Con la muy celebrada anexión por decreto del INAI (instituto autónomo que facilita hasta hoy el acceso de los ciudadanos a la información del gobierno), a la secretaría de la Función Pública, ahora rebautizada como de Anticorrupción y Buen Gobierno, la señora presidente Sheinbaum está poniendo el penúltimo clavo al ataúd que sepulta el proyecto democrático que la llevó al mando. 

Al plan de permanencia impune de López Obador y su pandilla en el poder sólo falta el “rediseño” del INE para que vuelva a ser una oficina adjunta de la secretaría de Gobernación que organice, realice, supervise y dictamine las elecciones en México. Exactamente como se hacía “antes” con el PRI en el poder y cuando al secretario Bartlet de Gobernación se le cayó el sistema. Con la farsa en la Cámara de esa tómbola ridícula para escoger jueces y juezas, el poder judicial ya está virtualmente bajo la chancla.

Dijo la señora presidente ayer que con la desaparición del INAI no se acababa la transparencia de la que el instituto ha sido garante en medida variable durante los últimos años. La nueva institución de buen gobierno, dijo, seguirá abriendo los archivos a quien los solicite. La diferencia es que, al igual que el INE, el nuevo INAI -o como se llame- no será un organismo autónomo separado del Ejecutivo, sino una más de sus dependencias. Dependencias, escribí. De la misma manera que el nuevo proyecto de INE, al cual se le añadirá la responsabilidad de armar y orquestar las “consultas populares” que tanto Sheinbaum como su antecesor ya amenazaron con hacer práctica regular de su particular visión de la democracia, dependerá de la voluntad e instrucciones de Palacio Nacional.

Es un retroceso, no hay duda.

Tampoco haya duda de que los mexicanos saldremos de este bache profundo. Cierto estoy que no tendré la oportunidad de pesenciar esa contrarreforma. Pero a que esta heredad no aguantará mucho, va mi resto.

PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (Mientras me definen si son peras o los mismos olmos de antes): La política exterior del cuatrote no se distinguió por su inteligencia, audacia, valor o creatividad. Luis Echeverría, el antecesor de Lopitos en ideología y personalidad, se diseñó un traje externo que -según su convicción- le llevaría a la comandancia suprema del Tercer Mundo, o de perdis a la Secretaría General de la ONU. Por el contrario, el aún presidente López se refugió en una política exterior chovinista de rancho, de las muy execrables alianzas con los herederos de los hermanos Castro, Evo Morales y otros etcéteras. Hasta el dia de hoy, el gobierno de México no ha tenido la dignidad de condenar la imperialista invasión rusa de Ucrania o, por igual, los atentados de Hamas en Medio Oriente o la inclemente respuesta del ejército de Israel con sus miles de civiles muertos en Gaza, Cisjordania, Líbano o próximamente Irán. Ahora, ante el despojo, fraude, robo, de las elecciones de Nicolás Maduro, el gobierno de México dice que “no se meterá en los asuntos internos de Venezuela”. Se empeñan nuestros gobernantes en mantenernos en las ligas pequeñas. Ojalá que un día seamos campeones, como los muchachos regiomontanos en Williamsport hace decenios.

felixcortescama@gmail.com

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// Félix Cortés Camarillo

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Autor: stafflostubos
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