Por Efrén Vázquez Esquivel
En política nada está dicho con carácter de definitividad. Y contrario a la tesis del marxismo respecto a que “el poder es algo que posee la clase dominante”, por ejemplo los poderes fácticos y el PJF, lo cierto es que, como dice Foucault: “el poder no se posee, se ejerce. No es una propiedad, es una estrategia: algo que está en juego”. Tal es el caso del cambio de la correlación de fuerzas en el CJF, cuatro contra tres, a favor de la reforma.
Al decidir por mayoría que el CJF desacate las más de 70 suspensiones contra la reforma judicial, otorgadas sin fundamento por jueces de distrito, para dar paso a la reforma del Poder Judicial,se demuestra que en la dirección del movimiento antirreforma encabezado por la ministra Norma Piña no tienen todo bajo control.
En efecto, no son pocos los desacuerdos entre los trabajadores del PJF. Pero todo ha estado bajo control. Según mis fuentes, no pocos funcionarios judiciales se oponen a los métodos de lucha que se han utilizado, sobre todo al paro de labores, pero esas voces son silenciadas, los líderes del movimiento antirreforma no las escuchan, las reprimen.
Llegué a creer, como muchos, que la reunión que recientemente tuvieron la ministra Norma Piña y el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, había llegado a un buen acuerdo para que el PJF retorne a la normalidad.
Pero no fue así, parece que muchos funcionarios judiciales siguen creyendo que si su movimiento disfrazado de defensa de la independencia del Poder Judicial llega a los organismos internacionales que defienden derechos humanos, se obligará a que los otros dos Poderes de la Unión renuncien en su reforma al Poder judicial.
Ojalá los jueces recapacitaran, ojalá pensaran, aunque sea un poco, en el daño que están haciendo a los justiciables, en muchos casos daños irreparables. No puedo concebir, y creo que la mayoría de los justiciables tampoco, que los jueces, magistrados y ministros de la Corte pongan por delante sus intereses y privilegios.