A los 41 años de edad, Anne Boyer (Topeka, Kansas,1973) se enfrentó al cáncer con todo lo que implica pelear por la vida y afortunadamente sobrevivió para narrar su experiencia en Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista, que le dio un Premio Pulitzer de No Ficción en 2020.
La escritora recibe a MILENIO con una sonrisa, se ve contenta y asegura ser feliz de estar viva, aunque se sigue preguntando por qué tuvo que escribir de una enfermedad tan cruel cuando ella quería hacerlo de otros temas como ciencia ficción.
¿Nunca hubieras querido escribir sobre este tema?
No sabía si iba a vivir o a morir, solo tenía que escribir, ¿verdad? Entonces, en ese punto, no había un gran sentimiento más que el sentir del deber o responsabilidad a la vida como yo la estaba viviendo.
«Después, una vez que me di cuenta que probablemente sobreviviría, entonces resentí el que tuviera que haber escrito de algo tan doloroso y muchas veces soñaba todas las cosas que yo quería escribir, de fans, de punk, novelas de ciencia ficción y me preguntaba: ¿por qué estoy escribiendo este libro miserable cuando el mundo está lleno de tantas posibilidades? Pero también sentí como que no podía escribir sobre otra cosa hasta terminar con ello».
¿Qué parte fue la más complicada?
El tratamiento del cáncer causa daño cerebral y, entonces, todo lo que yo creía ser, mi capacidad de recordar palabras, utilizar mi imaginación, estaban siendo desgarradas de mí al yo querer escribir sobre lo más difícil de mi vida.
«Mi propia inteligencia era lo único que yo tenía, no tenía mucho dinero, ni era una supermodelo hermosa, simplemente una intelectual y ver que eso se fuera disminuyendo cuando más lo necesitaba fue el reto fundamental de mi obra».
¿De tus amigos salió la fuerza para continuar?
Absolutamente, no solo mi fuerza. Mis amistades eran inteligentes, divertidas, llenas de imaginación en la vida y también me permitían ser yo misma. No me trataban sólo como una persona enferma y el libro salió de conversaciones que tuvimos toda una noche, de cosas que hacíamos juntos durante el tratamiento. Crearon ese tipo de entorno que hizo posible el libro, cuidaron de mí, mientras yo estaba en esa situación.
En Desmorir publicado en español por Sexto Piso en coedición con la Universidad Autónoma Metropolitana, la autora narra el proceso de enfermedad y la supervivencia. Mezcla sus sentimientos y recaba memorias alrededor de lo que vive. Anne Boyer se unió así a Audre Lorde, Kathy Acker y Susan Sontag, quienes han escrito acerca del cáncer.
Pero además de narrar lo que le sucedió en su dolorosa lucha, habla también de la proliferación de charlatanes, oportunistas y de la hipocresía que rodea a la industria de la salud.
En Desmorir hay una crítica a los movimientos sobre el cáncer. ¿Qué opinas de ellos?
En Estados Unidos ese listón rosa, esa banderita rosa, es parte de un lavado de cerebro. El fondo que se recauda con ese listón rosa se va a fondear una gran organización sin fines de lucro y realmente no se va siquiera a la investigación del cáncer.
«Afortunadamente ya está bastante documentado por el trabajo de otros periodistas y activistas, pero es un insulto a un esfuerzo en contra de la enfermedad ver que nuestra enfermedad es utilizada para publicitar misiles o químicos tóxicos o que le ponen un listón rosa a un carro de policía. Entonces no hay mayor frustración cuando estás enferma que ver tu enfermedad siendo usada como parte de alguna campaña publicitaria, lo que hace precisamente que el mundo sea miserable.
Incluso hablas de fraudes alrededor del tema. ¿Por qué lucrar con una enfermedad?
Si vemos la estructura de la sociedad capitalista es que funciona con base en la miseria común. Todos los que piensan que necesitan gastar dinero para corregir alguna forma de sufrimiento, ya sea actual, real o imaginada. Nosotros mismos somos vendidos y nuestra vida nos es quitada y luego la tenemos que volver a comprar. Entonces, el cáncer simplemente es un pequeño nodo en este sistema más grande de explotación, de avaricia y una encubierta fraudulenta de la verdadera naturaleza de la vida.
Siendo editora de poesía, considero que el libro integra diferentes géneros literarios, ¿es correcto?
Sin duda, y ensayo, investigación, crónica, diario personal. Creo que era necesario tratar de encontrar nuevas formas de contarlo. Cuando comencé a escribirlo, yo pensaba que iba a ser un libro de estilo periodístico sobre el cáncer y luego me di cuenta de que yo no estaba hecha para escribir en ese modo. Yo tenía que escribirlo de una forma que entrara en mi entendimiento particular de la forma literaria, con la imaginación y modos de contar mi historia.
¿Consideras que tu libro puede ayudar a personas con cáncer y a quienes las rodean?
Entiendo por qué puede ser un libro doloroso de leer, siempre les aviso que tengan cuidado. Si recién han sido diagnosticados con cáncer, o algún ser querido, pues quizás no sea lo que ellos están buscando en ese momento, porque también explora verdades difíciles. Pero lo escribí, según yo, en un acto de solidaridad.
Y ganar el Pulitzer, ¿qué significó en tu vida?
Muy raro, muy extraño ganarlo. No es lo que yo esperaba que se sintiera, ni que sucediera y de hecho es bastante difícil. Vaya, tuve sentimientos muy encontrados sobre obtenerlo, especialmente porque lo gané durante la pandemia, en tiempos en que el sufrimiento del mundo era vasto y mi propia carrera personal se me hacía de menos importancia.
«Creo que los escritores muy a menudo tienen relaciones ambivalentes con estos galardones, porque que las autoridades reconozcan tu trabajo no era el objetivo al escribir un libro, sino más bien conectar con el lector con quien compartimos la vida».
¿Qué sigue para ti?
Estoy terminando un libro que he estado trabajando por cinco años. Sigo escribiendo poesía todo el tiempo. Siempre tengo ideas para nuevos proyectos pero tardo demasiado en terminar cualquiera de ellos, pero en cuanto tenga uno nuevo lo sabrán.
Imagen portada: Especial