El votante latino en Estados Unidos, que es principalmente de origen mexicano, cree haber encontrado al demonio en algunos detalles de la democracia local. Primero, en la maldad del discurso antiinmigrante, estridente y despectivo del republicano Donald Trump; también en la inflación y las altas tasas de interés de la administración Joe Biden, o en la postura a favor de la interrupción del embarazo de su posible sucesora Kamala Harris; reportó MILENIO.
Según sean sus convicciones respecto de estos temas, votará por uno u otro partido el 5 de noviembre para renovar la Presidencia, el Congreso y un tercio del Senado de Estados Unidos. Y el latino no es un sufragio menor: es el motivo de disputa en el bipartidismo de la nación más poderosa del mundo gracias a que escaló, en tan sólo 24 años, un apetitoso 253 por ciento.
Tanto ha crecido que ya es el segundo grupo de votantes más numeroso después de los blancos, al pasar de 14.3 millones en el año 2000 a 36.2 millones para este 2024. La sorpresa es el incremento en sus simpatías hacia el Partido Republicano.
A pesar de la retórica del ex presidente Trump, quien ha colocado a los migrantes –principalmente de origen hispano– como piñatas del show electoral, para estos comicios se espera que el voto del 61 por ciento que en 2020 votó por Biden descienda al 57 por ciento, tres puntos porcentuales que pasarán al magnate de pelo anaranjado.
En las encuestas, el republicano subió del 36 por ciento de las preferencias de hace cuatro años, al 39 por ciento, según análisis de la organización sin fines de lucro Pew Research Center.
Este cambio en el electorado hispano podría estar relacionado a las prioridades actuales de este grupo étnico en la Unión Americana: el 85 por ciento dice que lo que más le importa es la economía, mientras que el 59 por ciento reconoce que su foco principal –por muy contradictorio que sea debido su propio origen– es la migración.
Pese al acoso, votarían Trump
Para el grupo que está en alerta por el discurso de xenofobia resulta casi imposible creer que haya latinos que votarán por Donald Trump. “El acoso en contra los migrantes no es un discurso, como dicen, es real”, destacó en entrevista con MILENIO Natasha McDowell, migrante de la Ciudad de México, quien votará por primera vez después de convertirse en ciudadana de Estados Unidos.
“En los estados donde gobierna el Partido Republicano es más común que coloquen retenes para inspecciones en las afueras de los barrios donde hay latinos, en los supermercados, en las escuelas y, por el miedo a la deportación no puedes manejar, ir a trabajar, tienes que buscar a alguien que tenga papeles para que te lleve y aún así es arriesgado, te hacen la vida imposible”.
Natasha está de acuerdo en que las leyes migratorias deben respetarse y, sin embargo, reconoce la trampa: estas se aplican cuando conviene al gobierno en turno, en las elecciones o crisis económicas; cuando no, simplemente se hacen de la vista gorda mientras aprovechan la mano de obra barata. “De eso se trata todo”, resume.
Del otro lado de la moneda, Claudia Bernal, vicepresidente de la Asociación de Mexicoamericanos en Estados Unidos, considera que los votantes hispanos deberían analizar más lo que ofrecen los republicanos porque estos tienen una postura “más apegada a los valores latinoamericanos”. A su juicio, se preocupan más por la familia, la unidad, la sexualidad responsable, los valores.
“La familia es la base de la sociedad”, resume en conversación telefónica desde Houston.
“Por otro lado, ¿cuándo en tiempos del presidente Trump [2016-2020] se vio que las tasas de interés se fueran al cielo, entre el 3 y el 7 por ciento como con Biden?”, se pregunta y responde que, por el contrario, bajaron hasta el 1 por ciento porque, dice, el magnate “como hombre de negocios sí sabe cómo manejar esos temas”.
“Todo lo demás que dice sobre la migración es solo política, para distraer a sus seguidores, no deberían darle tanta importancia como a la economía, la inflación. Por ejemplo, ahora estamos pagando cinco dólares por un aguacate, eso es lo que debería preocuparnos”.
Solidaria con los paisanos
Cuando Natasha llegó a Atlanta, ya era una profesionista hecha y derecha tras concluir la carrera de Química Farmacéutico Biológica en la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de repartir currícula en el país se cansó de esperar una respuesta. Y el sí vino del ‘otro lado’: un conocido le ofreció hospedaje y un puesto de trabajo en Estados Unidos.
Cruzó la frontera y al llegar se enteró que el empleo no era como el amigo lo había pintado. Había que picar piedra, apostarse en una esquina desde las 5:30 horas, anotarse en una libreta para que los contratistas se enteraran de sus habilidades.
Después de un mes en esta dinámica, los servicios que apañaba eran pocos, y las facturas por pagar, muchas. Tuvo que irse de la casa donde estaba, no tenía muy claro dónde pasaría la siguiente noche. Pero entre llamada y llamada alguien le prestó un clóset y otra persona le ayudó con los “aventones” para buscar empleo porque allá no hay metro, ni combis, ni opciones más que el coche para desplazarse.
Todo lo agradecí ¿qué más podía hacer?, pero el hecho es que estaba ahí, embarcada.
En uno de tantos intentos, una empresa por fin le dio la oportunidad de trabajar. Empezó en el área de producción y luego la movieron a control de calidad, posteriormente a la jefatura de departamento y luego a la coordinación, donde se encuentra actualmente.
Creció profesionalmente, lo reconoce, pero sin dejar a un lado algunas críticas. “Cuando los patrones gringos se dan cuenta de que el empleado migrante tiene cierta preparación, sí lo contratan, pero con un sueldo muy bajo. Y cuando ven que somos muchos, nos mandan un check point”, un retén migratorio.
Hace unos días, para no ir tan lejos, Natasha pasó cerca de uno de esos puntos de revisión. Por suerte ya es ciudadana americana, no temblaba; más bien, alertó a otros amigos que aún no tienen papeles para que no pasaran por ahí y encendió las luces una y otra vez con veloz intermitencia, una alerta a los conductores que tienen pinta de latinos.
Metros adelante se dio la vuelta y encaró a una de los agentes: “No se puede poner una revisión afuera de una escuela y sin razón”, le dijo. Su interlocutora cantinfleó y desde entonces, más o menos un mes, no ha vuelto ni ella ni sus compañeros de la “verificación”.
Sin embargo, refiere que el ataque no cesa desde algunos medios de comunicación. “Abiertamente en medio de un programa ponen propaganda del Partido Republicano que dice que los migrantes estamos robando los empleos”, reporta Natasha.
A consecuencia de este acoso intermitente, Natasha tiene fe de que si con su voto gana Kamala Harris, esta ayudará a reducir el lenguaje hostil. Para ella, como para la mayoría de los latinos que apoyan a los demócratas, las palabras sí generan un estado de ánimo en la población. De miedo para los indocumentados; de luz verde para los abusadores.
Los latinos deben poner más presión
Gonzalo Santos, profesor emérito de la Universidad Estatal de California en Bakersfield, lamentó que a los dirigentes y promotores del sufragio latino les falte colmillo a la hora de las negociaciones con los partidos a fin de conseguir algo favorable para la comunidad.
“Ni uno solo de nuestros líderes le puso un alto a Biden, no lo amenazaron con votar en blanco o en contra de su partido si no paraba esas medidas draconianas en la frontera que el mismo presidente emitió en su mandato”, destaca.
El analista está sorprendido de que mejor los árabes y sionistas hayan últimamente usado los encantos de su potencial político en las urnas para conseguir, sí, la paz en Medio Oriente donde Estados Unidos metió su cuchara, pero también para hacerse de apoyos políticos.
Tienen peso en puntos relevantes
En los comicios de noviembre hay siete estados que se consideran clave, los llamados “bisagras”: Arizona, Nevada, Carolina del Norte, Georgia, Míchigan, Pensilvania y Wisconsin. En los dos primeros, la comunidad hispana tendría un peso decisivo para inclinar la balanza; pero también en Pensilvania, el estado natal de Harris, donde han aumentado su presencia en un 40 por ciento y donde más de medio millón –alrededor de 600 mil– ya pueden votar.
En total hay nueve distritos donde el voto latino es necesario para ganar porque hay muchos indecisos entre dejar de ser republicanos y pasarse con los demócratas, de acuerdo con diversas encuestas. El PEW documentó que 54 por ciento del votante latino se inclina por Kamala principalmente para rechazar a Trump.
Juan Carlos Guerrero, presidente del Consejo de Desarrollo Binacional, entiende la lógica de ir contra el magnate republicano porque a las familias de los mexicanos del lado sur de la frontera “les puede ir mal si Trump saca a su país del tratado de libre comercial T-MEC” que se revisará en 2026.
Ya en la renegociación de 2021 amenazó con finalizar el tratado si México no frenaba la migración, y podría utilizar el mismo chantaje o radicalizarse aún más, “llevarse las empresas que llegaron de China a México a través del nearshoring”, observa Guerrero, y abunda que el presidente Biden quitó impuestos a las compañías que se trasladaran a la región de Norteamérica. Con ello muchas se movieron a México por la cercanía y mano de obra más barata, lo cual repercutió en anuncios de inversión extranjera en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
“Para Trump el tema económico es fundamental y lo que busca es generar empleo e inversiones dentro de Estados Unidos”.
El optimismo republicano
Se enamoró de un estadunidense y Claudia Bernal terminó en Texas. No era el plan original, cuenta. Su ideal de pareja era vivir en México, pero fue víctima de la inseguridad y huyeron con sus hijos pequeños que hoy tienen 28, 27 y 25 años.
“Yo quería ser madre de un niño que corre en su bicicleta sin peligro”, expresa después de varias décadas y en su nuevo papel como activista de una organización que pretende el empoderamiento de los mexicanos a través de la educación y la cultura del voto, una tarea nada sencilla.
No por nada al voto latino se le apoda el “gigante dormido” porque está ahí, sin acción, con baja participación: del total de los sufragistas registrados, sólo termina votando alrededor del 70 por ciento en este segmento de la población. “Los migrantes cuando vivían en México tampoco votaban, no había desde entonces educación para elegir a nuestros líderes y, si no lo hacían allá, menos acá”.
Bernal considera que el principal obstáculo son los problemas de supervivencia, por lo que el votar se vuelve un tema secundario. No lo sería si tuvieran mejor situación económica y, dada esa situación “tiene sentido votar republicano”, dice Bernal, quien a través de su organización promueve a Trump como el mejor candidato.
Coincide con Juan Centeno, de 65 años, originario de Salvatierra y fundador de la federación de clubes Gran Casa Guanajuato. “Los republicanos tenemos los principios conservadores, de apoyo a la mediana empresa, los bajos impuestos, amar a Dios, respetar los símbolos de este país que nos abrió los brazos. Somos mexicanos aunque también somos de aquí y nuestros hijos y nietos crecieron aquí”.
Centeno es un votante característico del perfil que observó el PEW sobre el sufragio latino, donde aproximadamente cuatro de cada 10 varones latinoamericanos o ‘hispanos’ (41 por ciento) aseguran que votarán por Trump, frente al 37 por ciento de mujeres de este mismo grupo.
A Juan Centeno, migrante sexagenario que lleva más de la mitad de su vida en Estados Unidos, no le importa mucho el discurso de Trump en contra de los migrantes. O, mejor dicho, lo interpreta de otra manera: “Él habla muy cruel contra los migrantes, pero nunca deportó a tantos como Barack Obama. Sólo dice eso porque está entrando muchísima gente mala de todo el mundo y va a empezar a deportar masivamente, pero [sólo] a criminales, abusivos del sistema y a gente que se porte muy mal”.
“La migracion debe ser regulada. Ley y orden, simplemente”, resume.
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