Por José Jaime Ruiz
El Poder Judicial arrastra un desprestigio histórico y la Suprema Corte de Justicia una mala reputación ganada a pulso. Quienes deben de administrar e impartir justicia son los primeros en violar las leyes por el círculo de favores sistémicos y la puerta giratoria delincuencial. Quienes aseguran que la presidenta Claudia Sheinbaum cae en desacato son quienes desacatan la Constitución cada quince días que reciben remuneraciones superiores, muy superiores a las de la presidenta, quienes mantienen paralizada la justicia en México sangran a los ciudadanos y cínicamente cobran puntualmente su salario.
Norma Piña y su Cártel de la Toga no son servidores públicos, son empleados del crimen organizado y de los delincuentes de cuello blanco. Norma Piña mantiene una repugnante sociedad con el narcotraficante Genaro García Luna y su cómplice, Felipe Calderón. Todos ellos cometieron alta traición; todos ellos, traidores de la patria. Se define como alta traición atentar contra la patria y lo que la constituye, llámese sus leyes, sus gobernantes, su geografía, su cultura, su economía, sus habitantes.
Picaluga, y quienes le pagaron, traicionaron a Vicente Guerrero; Agustín de Iturbide a la Independencia y la República; López de Santa Anna mutiló México; aún replican en el Cerro de las Campanas los cuerpos de los grandes traidores: Maximiliano de Habsburgo, Tomás Mejía y Miguel Miramón; Porfirio Díaz prolongó la esclavitud a través de la servidumbre y la dictadura; Victoriano Huerta, el gran traidor; Gustavo Díaz Ordaz y la sangre derramada en la Plaza de las Tres Culturas; Carlos Salinas de Gortari, el padre de la desigualdad neoliberal; Felipe Calderón, el carnicero narcotraficante que coronó al criminal Genaro García Luna.
De la misma estirpe de traidores es Norma Piña, la suprema presidenta del Cártel de la Toga. Sus acciones no sólo son un desacato a la Constitución mexicana y a las leyes y reformas que de ella emanan, es una alta traición al pueblo de México. Traidora Nancy Juárez, la marioneta de Norma Piña. Los alebrestados del Poder Judicial perdieron la batalla constitucional y sus voraces voceros, todos, tienen cola que les pisen, su inmoralidad los destroza.
El derrumbe del antiguo régimen exhibe a los traidores mediáticos, Carlos Loret de Mola y Ciro Gómez Leyva encabezan la lista; exhibe a los representantes de la oligarquía, el apátrida Marko Cortés, Alejandro Moreno, Ricardo Anaya; pero sobre todo exhibe a los grandes traidores: Felipe Calderón, Genaro García Luna y Norma Piña. Y Norma Piña y sus secuaces son responsables no sólo de las injusticias, también de la violencia sangrienta en muchas partes del país. Esos traidores son los enemigos de México, que quede claro. Así, la 4T y sus defensores tienen la cotidiana tarea de exponerlos y juzgarlos por su traición. Que esa bola de canallas sienta el desprecio ciudadano.